Datos personales

Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

la (des)memoria del diario la nación
 

El doble discurso de un newspaper militante

 

Para algunos la memoria colectiva debe conservarse adentro de sus rituales de muerte. 

 

De tanto en tanto, las operaciones de prensa que se proponen manchar la política oficial en materia de Derechos Humanos regresan con fuerza. Es una astilla que la derecha tiene clavada en el medio del espinazo. Su intencionalidad entre obvia y previsible navega en aguas tempestuosas: a un lado, la urgencia por revertir el resultado de la batalla cultural; al otro, el oportunismo típico de la campaña. No exagera quien afirma que la irrupción del kirchnerismo en la historia contemporánea de los argentinos dejó una huella imborrable en nuestra cultura democrática, que todavía supura. La política referida a los hechos de la década del setenta es, quizás, lo más representativo, lo más sintético, de esa novedad socio-histórica que es el movimiento político arribado al gobierno un 25 de mayo de 2003.

Es curioso que un día después de haber falseado los hechos de la historia, ninguneado groseramente la prepotencia militar, y reivindicado implícitamente el golpe de Estado que en 1955 desalojó del poder al peronismo, el diario La Nación sobreactúe algo parecido a la vergüenza y se rasgue las vestiduras porque en la ex ESMA los hijos de desaparecidos insisten en hacer actividades formativas y recreativas que incluyen –Santo Dios– almuerzos de carne a la parrilla.


Nadie va a cometer la torpeza de exigirle al diario La Nación que sea peronista, ni favorable a los intereses populares. Sería una ingenuidad. Con que deje de tramar conspiraciones golpistas alcanza. Es una condición básica que debe cumplir en democracia un periódico centenario, de circulación nacional, copropietario de la única fábrica de papel para hacer diarios, que se propone –como dice– "informar" a los argentinos, aun haciéndolo desde su notoria "tribuna de doctrina", eufemismo para encubrir que estamos ante un newspaper militante, como diría Eliseo Verón.


La derrota cultural y política de la dictadura cívico-militar expresada en la expropiación de ese predio a la Marina de Guerra argentina, y su posterior entrega al pueblo y sus organizaciones más activas en la defensa de los Derechos Humanos, es un hecho simbólico de grandes implicancias concretas. ¿Qué tiene que ver la poesía con la revolución? Todo.


Seguramente los editorialistas de La Nación desconocen que un día de marzo de 2011 Hebe de Bonafini cortó en la ex ESMA una tanqueta militar para hacer con sus pedazos retorcidos puré de fierros y esculpir luego bustos de José de San Martín, Manuel Belgrano y Mariano Moreno. Memoria Fértil, le llaman las Madres de Plaza de Mayo a ese saludable y vital gesto político, que las distingue en el mundo desde hace tantos años.


Hay más: el día que las Madres "desembarcaron" en ese predio, el 31 de enero de 2008, convocaron al pueblo a acompañarlas y a hacerlo bajo una sola condición: llevar marcadores y pinceles, para pintar sobre las paredes de ese tenebroso lugar soles rojos y flores de todos los colores, que barrerían la inmundicia militar. Iban a tomar posesión de lo que el ex presidente Néstor Kirchner les había concedido, arrebatándoselos justicieramente a los marinos: el ex Liceo Naval, seguramente uno de los sitios más simbólicos de la ESMA, pues era precisamente allí donde los genocidas se doctoraban en la aplicación de tormentos. Las Madres de Plaza de Mayo fueron muy criticadas cuando resolvieron instalar en ese antro de muerte y maldad el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), donde crecería vida a través de la creación artística, la formación ideológica y el compromiso ético y político con el mismo sueño revolucionario que perseguían, cada uno a su manera, los miles y miles que allí acabaron su último misterio físico.


Para algunos la memoria colectiva debe conservarse adentro de sus rituales de muerte. Ser guardada con sumo cuidado en una caja de madera lustrada, con pompa y circunstancia. Otros piensan diferente: una memoria así, tan fría, quieta, ensimismada en su dolor, limita peligrosamente con lo que, a priori, rivaliza y busca conjurar, el olvido. ¿Para qué sirve la "memoria" si ella no se dispone a protagonizar el presente y proyectar desde ese choque en la subjetividad un futuro infinitamente mejor, menos sombrío, más edificante?
Ciertas lógicas de la poesía son similares a las de la política. La lucha política es, por sobre todas las cosas, cultural. Muchos años antes del kirchnerismo, las Madres ya se habían propuesto penetrar de tal modo en los jóvenes que no experimentaran espanto ante el genocidio sino emoción por la lucha de sus hijos e hijas, y se conmovieran sin paralizarse, adquiriendo conciencia crítica, pero jamás memoria estéril sobre la experiencia más traumática de los 200 años argentinos.


Así como la poesía trabaja el tiempo de descuento de la palabra, el intervalo entre lo que nombra y lo que es, lo mismo sucede con la memoria: reflexiona en el presente sobre el pasado incluso más inmediato, para modificar el futuro, incluido el mañana menos próximo.   


Pero la memoria, como el arte, tampoco es neutral. Como todo lo que está vivo y forma parte de la realidad concreta, en su seno también se libra una lucha sin cuartel entre clases sociales contrapuestas, que la desangra y a la vez la dinamiza. Mientras hay quienes velan por una "memoria" compungida, de la contrición, eternamente apesadumbrada, otros insisten en utilizarla como una herramienta determinante al servicio de la lucha contra un sistema social injusto, que fetichiza el dinero, cosifica las relaciones entre las personas, y las incomunica a través de perversos mecanismos basados en el olvido, el silencio y la despasión.


Ante la canilla de una callejuela interior de la ex ESMA, una fila de 10, 12 chicas y varones de no más de 25 años espera pacientemente su turno para cargar agua en botellitas plásticas de gaseosa. Están en ojotas. 


Hace calor. Quizás desconocen los pliegues de la historia trágica que los precede, y que allí se vuelven espesos. Con el tiempo, esa imagen que en 2007 era todo un hallazgo, se volvería frecuente: el pueblo, victorioso, vivo a pesar de tantas veces que quiso ser asesinado, está adentro del mayor campo de concentración de la historia nacional; se pasea por allí libremente, como quien pasa por el jardín de una casa vecina y arranca un jazmín para llevarle a la novia. Come asados. Hace arte. Reflexiona desde la práctica concreta. No nos han vencido.

domingo, 1 de septiembre de 2013

 democracia o corporaciones


Corte: lo que tengas que hacer, hazlo pronto

El pueblo va a la Plaza, los grupos económicos, a la justicia. En la vida hay que elegir.






Lo que tengas que hacer, hazlo pronto." Se sabe: dos mil años después de la delación de Judas Iscariote a Jesucristo, el senador Pichetto emplea aquella cita bíblica para conjurar la traición del vicepresidente Cobos en el Senado, quien vota contra el oficialismo al que representa en la Cámara Alta, y a favor de los intereses de las patronales agrosojeras. Se desata una crisis política de grandes proporciones, que los relatores mediáticos tratan de "saludable gesto de civilidad", "valentía", "madurez democrática", entre otros calificativos semejantes. Por estos días, los mismos opinadores adjetivan parecido al momento de contar las intrigas opositoras que auguran para después de octubre quedarse con la presidencia de la Cámara de Diputados (y por qué no la provisional del Senado). Otra vez un candidato propio en la línea sucesoria.
La traición no pasa de moda. Nunca. Especialmente, en el capitalismo. 


Acompaña al hombre y a la creación colectiva que muy a su pesar compone (y que lo compone): la sociedad de su tiempo. Capitalismo y traición se habitan como el río en la correntada.


Pero hete aquí un problema: la dominación no funciona si no se legitima. No aguanta demasiado si no maquilla, engaña, ilusiona de algún modo sus frecuentes y necesarias "traiciones", entre otros daños colaterales. El concepto de "libertad de empresa" embellece la natural tendencia del capital a convertirse en monopolio. El capital no respeta fronteras, ni Estados. "No hacer la amistad", como cantan las hinchadas de fútbol, es un insumo de la tasa de ganancia. Lo mismo con la "libertad de expresión", derecho que se vuelve muy vago e impreciso debido a una férrea condición: en el capitalismo el Derecho Humano a comunicarse es lo que resulta de una "libertad" previa, anterior, que tutela toda la vida en sociedad: la libertad del capital. En resumen: en la democracia burguesa (aunque con excepciones –el kirchnerismo es una de ellas– más burguesa que democrática), -aquella "traición", ese "engaño" tan necesarios para que el capital se multiplique, fagocitándose a otros, adquieren, últimamente, grafías muy particulares: la fría letra constitucional.

Cuando la derecha mediática ridiculiza a quienes denuncian un plan desestabilizador en ciernes, se está acusando a sí misma. Tomar el pelo también es destituyente. Cuando dicen que para que haya un golpe de Estado tiene que haber tanques en la calle, o bombardeos como los de 1955, nos están gastando. Basta ver la inmediata experiencia histórica en el continente: Venezuela (siempre latente), Bolivia (fallida), Ecuador (fallida), Paraguay (exitosa), Honduras (re exitosa, aunque muy cara). La sutileza rinde más, y sale más barata. El capital sabe cómo hacerlo. Fatiga institucional, conflicto intrapoderes, y adentro. Pero antes, el desgaste. La feroz campaña de desprestigio contra el mandatario a remplazar y, necesariamente, toda su línea sucesoria.

Después del genocidio de la última dictadura la vía militar está clausurada con siete candados en nuestro país. Las clases dueñas de todo ya no contratan militares. Ahora alquilan los servicios de los jueces. Arriendan periodistas. Extenúan todo lo que pueden la institucionalidad. Fuerzan sus formas de tal modo que vuelven inviable un gobierno que se niega a ser títere de aquellos intereses.

A ver: si de la noche a la mañana empezaran a escaparse muchos más que 13 presos de las cárceles de máxima seguridad, ¿Cuánto tardaría Mariano Grondona en pedir la renuncia de una presidenta “corrupta”, como afirman todos los domingos por la noche cada vez con más énfasis y montaje cinematográfico? ¿Qué nueva enfermedad del poder diagnosticaría Nelson Castro para justificar una salida elegante, blanca, aséptica, por ejemplo: una licencia por enfermedad de Cristina, que Lanata llamaría luego "autogolpe"? El "azar objetivo", diría André Breton.

Fijate este título de La Nación: "Resignado, el Gobierno ya da por perdida la reforma de la Justicia. Tras los últimos reveses en la Corte, ni siquiera hubo reacción oficial". Recalculando: para ese diario el kirchnerismo ya fue. De sus batallas culturales que le dieron identidad ideológica, cohesión política y razón de ser histórica, quedan apenas cenizas. Pobres…

Si un gobierno que la derecha quiere mostrar contra las cuerdas, derrotado, con un árbitro que le cuenta los diez segundos de gracia en la mitad del tiempo, todavía tiene la fuerza suficiente para ponerle los puntos a LAN, ¿se imaginan el daño que todavía podría causarles Cristina a las corporaciones económicas actuando de contragolpe? Magnetto sí lo sabe.

La democratización de la justicia es otra de las grandes épicas del kirchnerismo. Los sucesivos fallos de la Corte, el lock-out de los jueces, la sedición de las Cámaras de apelaciones, demuestran que la reforma judicial iba en serio. No era cosmética. De acuerdo: en los papeles el gobierno perdió ante los jueces, pero, a poco de andar, ganó una grieta al interior de los tribunales totalmente impensada hasta hace muy poco tiempo atrás: el movimiento por una Justicia Legítima. Los jueces perdieron para siempre su aura, ese hipócrita hálito de neutralidad y ascetismo bajo el cual tejieron sus –hasta ayer nomás– invisibles telarañas. Sin dudas el tiempo y la historia están a favor de esas urgentes e inexorables transformaciones, por ahora suspendidas.

Hubiera estado bueno que el procedimiento de escuchar en audiencia pública los argumentos de una y otra parte respecto de la Ley de Medios, la Corte lo hubiera replicado al momento de fallar sobre las leyes que hacen a sí misma.

 No pudo ser. El riesgo a ceder poder y privilegios no admitía demoras. Era demasiado para el Poder Judicial tener que soportar un debate abierto, televisado en directo, con miles de personas en la calle, entre una Madre de Plaza de Mayo y el juez Recondo, o entre el titular de la Asociación de Magistrados y la madre de Marita Verón. Cuántos circunspectos magistrados se habrían puesto colorados. El pueblo va a la Plaza; los grupos económicos, a la justicia. En la vida hay que elegir. Señores jueces de la Corte Suprema: lo que tengan que hacer, háganlo pronto. Cuando termine este pleito ya resuelto en la conciencia de millones de argentinos, otro juicio está esperando: el de la historia.

jueves, 22 de agosto de 2013

Las corporaciones vienen por todo

El lóbulo emocional de Héctor Magnetto

 

Cuando la derecha reclama "correcciones", le está exigiendo al kirchnerismo que pida perdón a los grupos económicos.

En un híbrido entre el deseo y la necesidad, las corporaciones económicas vuelven a creer que "la pelota está picando y hay que agarrarla antes que la recuperen los Kirchner", como aconsejó en julio de 2009 Hugo Biolcati, por entonces titular de la Sociedad Rural. El representante de la más recalcitrante derecha argentina estaba llamando veladamente a un golpe de Estado. Como hoy. El estanciero creía que el resultado de las elecciones del 28 de junio abría en el país un escenario político resbaloso, impredecible y, a la vista de sus espesos intereses económicos, esperanzador. El mismo "fin de ciclo" que creen inaugurar los protagonistas de la derecha tras las elecciones Primarias. 

Quienes desean ver muerto al kirchnerismo desde el primer día de su asunción se aprestan a arrinconar con títulos catástrofe a Cristina para que de una buena vez por todas acepte sin condicionamientos el pliego de demandas que ya en mayo de 2003 había exigido José Claudio Escribano.

Cada cuatro años, más o menos, la derecha se entusiasma con salir campeona después de ver los resultados de la primera fecha. Habrá que ver si su derrotero acaba finalmente en un exitoso fracaso, o todo lo contrario; en cualquier caso, la experiencia indica que lo intentará. Quienes no trepidaron en provocar un genocidio físico en los '70, y otro cultural y económico en los '90, es difícil que acepten los límites que les impone una democracia imperfecta todavía, pero ágil, dinámica, dispuesta a superarse. Las corporaciones siempre vienen por todo: es condición intrínseca al capitalismo.

Asistimos con asombro, y sin ninguna sorpresa, a un obsceno apriete mediático. El mal de Hubris, el lóbulo emocional de la presidenta, la inexorable transición, el pase de facturas internas, la sangría progresista en el kirchnerismo, etcétera. Cristina no tiene un plan para los dos años de mandato que le restan, informará en forma reservada Sergio Massa a la Embajada, como ya hizo en 2009, y en unos años lo revelará WikiLeaks. Magnetto sí lo tiene.

Ojo: de tanto insistir con que la mandataria perdió su capacidad de interpretar la realidad, o la desconoce por completo, van a querer hacernos creer que las acciones de gobierno carecen de legitimidad y están viciadas de lesa fantasía. Por ejemplo, el llamado al diálogo con industriales, banqueros y trabajadores para discutir mano a mano qué país están proyectando. Lo mismo con su estado de salud. Cuando la derecha reclama "correcciones", le está exigiendo al kirchnerismo que pida perdón a los grupos económicos. Cuidado con la "autocrítica": ante una derecha que viene de atropellada, agacharse a atar los cordones puede equivaler a un suicidio político.

A propósito, el antojadizo análisis sobre la patología clínica de la presidenta formulado por un neurólogo que hace su residencia en TN es singular. Para empezar adolece de una contingencia determinante en la práctica médica: revisar al paciente. El mandato ético de un médico debe ser dar prioridad a la salud del doliente, no privilegiar el interés político de los enemigos del enfermo. Paradojas de la libertad de prensa a la Argentina. Nelson Castro mató ya dos veces a Cristina. En ambas falló. Ni la glándula tiroides ni el virus del poder terminan de darle la razón. La presidenta insiste en recomponerse, pero mientras tanto los titulares de las corporaciones toman aire fresco y definen estrategias. El 28 de agosto, cumpleaños de Clarín, los encontrará unidos y organizados como no lo estuvieron en todos estos años. He ahí el último servicio prestado a los prepotentes económicos por la "justicia independiente", como se hace llamar a sí misma.

"Cuatro millones de votos menos para Cristina", se engolosina Clarín como un niño, aunque no dice "dos diputados más para el Frente para la Victoria", como limitaría un adulto. La titularidad de la Cámara de Diputados para la oposición, la presidenta de las Comisiones para la oposición, la economía para las corporaciones, para Clarín la Corte Suprema, y unas cuantas cosas más también. En el medio, el dueño del Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, aprovecha la volada electoral para plantear la nulidad de la causa que lo investiga por su responsabilidad en crímenes de lesa humanidad durante el genocidio cívico-militar, citando un fallo de la Corte contra Alejandra Gils Carbó. Sintomático. Y la presión contra la moneda nacional que no cesa.
El objetivo es obvio: impedir que el kirchnerismo mejore en octubre su caudal de votos, se consolide como primera fuerza en todo el país, y hasta aumente la brecha con la segunda minoría. El desafío es forzar un escenario en el que Cristina aparezca derrotada, sin margen alguno de maniobra, impedida de intervenir en la continuación presidencial, acosada por intrigas palaciegas, rencillas internas y múltiples disputas. La estrategia, que no es nueva, esta vez viene recargada. Fracasado el intento en 2009, cuando todavía contaba con un vicepresidente propio en la línea de sucesión presidencial, la derecha explora otros caminos. Julio Cobos es hoy Jorge Lanata. Las operaciones de prensa sobre la corrupción K se escalonan y apuntan, ya sin ningún prurito, a Néstor y Cristina Kirchner. La cadena mediática es tan imponente que no repara en el detalle de que sus "falacias verdaderas" son desmentidas simultáneamente a su publicación. Si lo apuran, Lanata hasta reconocerá que se equivocó en algún dato central, pero eso a quién le importa. El daño ya está hecho.

La pelota sigue picando en el área. Magnetto quiere empujarla al fondo de la red antes que vuelva a controlarla Cristina. En el apuro por convertir se pone en offside. Él se cree el salvador de la patria, el garante de la libertad de expresión, el héroe de los ofendidos por la "intolerancia K". Desde la cima de su poderío mediático, confunde los intereses de la Nación con los suyos propios. Su "natural tendencia narcisística a ver el mundo primariamente como una arena en la cual ejercer el poder y buscar la gloria", como diagnosticó Nelson Castro, lo lleva a la torpeza de demandar civilmente a un periodista que lo contradice desde su micrófono. Aislado de la realidad, ajeno a ella, confundido, patea creyendo estar ante al arco vacío y… la tira afuera. No hay duda: padece el síndrome de Hubris.

viernes, 16 de agosto de 2013

MASSA, DUHALDE Y TODOS LOS DEMÁS

Despechados del mundo, ¡uníos!


Apenas dos días después de las PASO, Hugo Moyano vaticina que “cuando los intendentes o gobernadores que se arriman tanto al Gobierno empiecen a sentir más profundamente el olor a cala, tomarán distancia”. Quizás lo diga por experiencia propia.

El gran sondeo nacional del domingo 11 de agosto dejó al camionero definitivamente adentro del cementerio. Nada lo amedrenta, sin embargo: aspira a salir por la puerta grande, colándose entre los vivos. “Si los muchachos me lo piden no me voy a negar” a ser candidato de presidente en 2015, anuncia, cayendo en el ridículo y el descrédito totales. Con Clarín detrás, cual guardaespaldas, cualquiera es un valiente.

Proporcionalmente, a los candidatos de Moyano los votó menos gente que la que, con mucho esfuerzo y aparato, había logrado reunir en su última manifestación a Plaza de Mayo. Ninguno de sus alfiles alcanzó posiciones electivas al menos expectantes, y en el caso de Julio Piumato, ni siquiera entró en la liguilla. Pese a todo, el jefe sindical de la fracción cegetista más afín al Grupo Clarín, cree estar disputando el oro olímpico. Para Moyano, las PASO fueron su QEPD.

A propósito, ahora que el soberano electorado de la capital dejó a Piumato fuera de competencia en octubre, y siendo que el massismo (por el que Moyano aconsejará veladamente votar) tiene un acuerdo cada vez más obvio con Mauricio Macri, ¿veremos a las camionetitas del gremio de trabajadores judiciales repartiendo merchandising PRO? 

El exagerado escenario que tras las Primarias del último domingo montó la derecha política y mediática, en sus múltiples manifestaciones, es inmejorable para la rica herencia maldita del kirchnerismo. La leyenda del aguafiestas, al palo. Un campeón que se sabe retador ante sus batallas más desafiantes es doblemente campeón. Si la repentina muerte física de su líder no pudo con el kirchnerismo, ¿cómo habría de liquidarlo el susurro de su pueblo, con el que el oficialismo conversa asiduamente porque se sabe parte intrínseca de él? 

Totalmente cebados, en La Nación uno recrea la novela del botellazo que Néstor Kirchner habría arrojado contra la pared en 2009, cuando conoció los resultados de la elección, la noche del 28 de junio. En el mismo diario, otra cronista dice haber visto llorar al intendente de Morón, Lucas Ghi. Lástima que nadie había allí para tomarle una fotografía a sus ojos vidriosos. Historias de autoayuda. 

Clarín, peor: el inefable Van der Kooy dice que Cristina lloró en soledad durante media hora seguida. “Fue recién, entonces, cuando los encuestadores y tres funcionarios debieron correrle el telón de la verdad. Cristina se apartó para llorar”, escribe con la prosa de un mal novelista de la tarde. No es, sin embargo, lo más extravagante del grotesco folletín en que se convirtió el Gran Diario Argentino: “Esa trastienda justificaría por qué razón la Presidenta bajó tan tarde al salón donde la aguardaban estoicos militantes. Explicaría, además, el grueso maquillaje que cubría sobre todo la zona de sus ojos”, continúa. Textual. Fábulas automasturbatorias. 

El maquillaje. ¿Tomará dimensión Magnetto sobre las cosas que escriben sus argumentadores estrella, de cuál fuente se dan de tomar? ¿Estaremos otra vez a las puertas del regreso de los agudos politólogos de los tacos aguja, los teóricos de las carteras Louis Vuitton, los filósofos de la bipolaridad? ¿Qué consejo médico tendrá para darnos el doctor Nelson Castro?
 
Despechados del mundo, ¡uníos! Massa, que es Duhalde y Magnetto, abre el portón para que ingresen en fila india, de a uno en vez, Peralta, Moyano y Das Neves. Barrionuevo ya estaba; su esposa también. Los seguidores de Luis Abelardo Patti ya cuidaban las espaldas hacia el norte, expresados por el intendente Sandro Guzmán (que no es el ex arquero de Boca). Ya basta de confrontación. Como quien ofrece una parcela de tierra en un camposanto privado, resucitados y nuevos muertos tienen prometido su lugar bajo el cielo del nuevo ciclo. Suturemos la grieta y que haya lugar para todos. “2011 tiene que parir un gobierno para los que quieren a Videla y los que no”, reclamó Duhalde en febrero de 2010. Con cuatro años de retraso, Massa lo promete para 2015. 

Yo, desconfiaría. La borrachera posterior al triunfo en las PASO no debiera hacerlos prescindir de algunos datos concretos, duros, que ofrece la realidad política. A saber: agosto no es octubre todavía. A Cristina le restan dos años de mandato. Las expectativas económicas son favorables. El nivel de consumo continúa alto. La desocupación conserva bajos sus indicadores. Las reservas se mantienen. No hay amenazas a la solidez moneteria. La recaudación tributaria bate mes a mes su propio récord. 
 
“Ya nos sentimos campeones”, dijo en los medios el DT del Palmeiras brasileño antes de disputar la final con Boca, en San Pablo. Corría el mes de junio del año 2000. El exabrupto le sirvió a Carlos Bianchi para motivar a sus dirigidos y obtener, contra todos los pronósticos, la primera copa Libertadores en su paso por el club xeneize. Saturada de obviedades, la naturaleza se prepara para imitar otra vez al arte. 

las caras del neoliberalismo

Lo viejo que no termina de morir

Magnetto corre el severo riesgo de creer haber ganado la final cuando se trata de la primera ronda.


El peronismo no perdona la derrota", escribió un editorialista de Clarín la noche del 28 de junio de 2009. El leve triunfo de Francisco De Narváez sobre Néstor Kirchner tenía apenas unas horas. Por entonces, decenas de comentarios, notas editoriales, columnas de opinión, daban vueltas como un perro buscándose la cola, alrededor de un concepto núcleo, fundante: el kirchnerismo estaba definitivamente muerto; la Argentina arribaba, inexorablemente, a un nuevo "fin de ciclo". Cuatro años después, Clarín no espera el resultado de las PASO y titula: "Elección clave para el tramo final de Cristina." Otro, sobreexcitado, augura "el post kirchnerismo". No aprenden más.

Le gusta conjugar el verbo "terminar" a Magnetto, especialmente cuando de sus enemigos se trata. Corre con ventaja: Justicia corporativa mediante, su posición dominante e ilegal en el mercado mediático no acaba nunca. Cuatro años después de sancionada la Ley de Medios, las múltiples licencias de más que concentra el Grupo Clarín SA pronto van a cumplir tantos años de sobrevida como un mandato presidencial. Así, cualquiera es un valiente.


En la gran encuesta nacional del domingo 11 de agosto el kirchnerismo cayó en distritos muy numerosos, al igual que en 2009. La merma no le impidió, sin embargo, seguir siendo la primera fuerza a nivel nacional, ampliando, incluso, la brecha conseguida cuatro años atrás. No es poco tras diez años consecutivos de gobierno, con un proyecto consolidado ideológicamente, capacidad demostrada de movilización, amplio anclaje social, y claro liderazgo político, si lo que subyace en todas las especulaciones es la elección de 2015. Esa sola cualidad del kirchnerismo, ratificada una vez más en las urnas, relativiza el desmedido festejo opositor de Massa (un novato en las grandes ligas), de Cobos (que ganó en su cuadra), y de los porteños Solanas y Carrió (difícil encontrar en el país otro escenario más cambiante, histérico, imposible de transpolar mecánicamente al resto del país, que el capitalino).


Así las cosas, Magnetto corre el severo riesgo de creer haber ganado la final cuando se trata de la primera ronda. Error de principiantes, aunque previsible: la suya es una tentación muy característica en quienes se creen dueños de la pelota. Si ganara la elección de medio término, legislativa (y tanto más si se trata de una interna abierta), eso no indicaría, per se, la construcción de un liderazgo aglutinador, con proyección nacional, tal como vienen reclamando con urgencia las corporaciones agraviadas por el kirchnerismo. No olvidar que Mauricio Macri y De Narváez, grandes triunfadores en aquel 28 de junio, no la pasaron nada bien este domingo. El Colorado cayó al cuarto lugar en Buenos Aires, y el PRO, cuyo único botín es el gobierno de la ciudad cenicienta del país, ni siquiera ganó en la capital del Metrobus.


Debieran saberlo sus enemigos: cada vez que lo dieron derrotado, el oficialismo respondió con sus mejores páginas. Profundizó su política. Amplió su base de sustentación. Ya se ha dicho que si se proyectara maquinalmente el resultado del domingo a octubre, el FPV mantendría intacta su capacidad legislativa, y hasta podría mejorarla un poco. No es un dato menor. Para empezar, neutraliza antes de su nacimiento el eventual resurgimiento del fallido Grupo A, con el que, más allá de alguna variante de forma, insistirá la variopinta oposición.


Si las denuncias de corrupción a la bartola, si los cacerolazos con rasgos entre violentos y fascistoides, si el claro rol opositor asumido cada vez más abiertamente por la Corte Suprema, si la perenne campaña psicológica de la poderosa cadena mediática privada, tienen por toda expresión electoral los resultados del domingo, el kirchnerismo puede dormir destapado todavía. 


En otro orden, la fallida performance electoral del moyanismo sugiere alguna conclusión que, probablemente, sus estrategas omitirán. Hasta ayer aliado estratégico, y hoy acérrimo opositor, ese espectro gremial dio el mal PASO. Piumato tuvo más seguidores en la red social Twitter que votos. Al relator de la posición de corporación acerca de las leyes de democratización de la justicia, no lo votaron ni siquiera los jueces. Quienes se autoproclaman la voz política de la clase obrera no deberían obviar el mensaje de las urnas: el solcito opositor no calienta en la vereda de los trabajadores.


Previsiblemente, la derecha ahora se escandalizará porque "Cristina minimizó la derrota". Sus comunicadores ansiaban que la dramatice, cambiando radicalmente de rumbo político y económico. Quienes jamás se ciñeron al 54% del kirchnerismo en 2011, exigen a gritos cambios ante el saldo de las PASO. Sintomático. 


De ahí la fiebre mediática actual por mostrarla arrodillada, humillada, encerrada en su debilidad. En Clarín, uno gasta una carilla entera en el maquillaje con que habría recubierto la "crisis de llanto" de Cristina, al tiempo que la compara, sugestivamente, con Fernando De la Rúa: "En octubre de 2001, el mandatario radical también sufrió un severo traspié en las legislativas (…) Dos meses más tarde se derrumbó", sermonea. Desde los medios que ya sabemos insistirán en reclamarle al kirchnerismo la bandera blanca de la rendición incondicional, y que la mandataria se siente a negociar a la defensiva, como pidiendo perdón, con los grupos más concentrados de la economía. No la conocen todavía.

Cuanto más profundos son los cambios que operan en las sociedades, más paradigmáticos resultan los intentos de restaurar lo anterior. Pero si esas transformaciones son evidencia de fuerzas sociales en ascenso, puestas en perspectiva histórica, acaban imponiéndose. La política es un cine en continuado, que puede desmentir en la siguiente escena la fotografía inmediatamente previa. ¿Cuánto tiempo podrá sostenerse en el árbol el fruto tardío del neoliberalismo argentino sin caerse pesadamente al suelo, morado de tan podrido que lo subieron allí, forzadamente? En cualquier caso, vuelve a surgir con claridad la disyuntiva en la que se bate el proyecto regional desde que se inició: lo nuevo que no termina de nacer rivaliza con lo viejo que no se resigna a morir. En la Argentina saltaron el domingo apenas algunas astillas de esa inevitable colisión. Seguimos.
sin “grieta” no hay historia

La justicia, un PASO atrás de la democracia

La democracia no ha podido todavía descubrir las vinculaciones de varios jueces con el poder real.

Al fin arribamos los argentinos, y por segunda vez, a las PASO. Llegamos al comicio, sin embargo, con una carencia vital: la frustrada elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura. Una verdadera lástima. "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió", canta Joaquín Sabina. Es dramáticamente cierto en nuestra democracia de treinta años.

Se sabe: la corporación judicial se puso en guardia, mostró las uñas y falló sobre sí misma, impidiéndole a la ciudadanía que participe del único poder del Estado democrático adonde tiene vedado expresamente el ingreso, y que insiste en gobernarse solo, sin la legitimidad que da el voto universal, libre y secreto. Si en la vida hay que elegir, la Corte lo hizo: optó por desechar la histórica posibilidad de encabezar la democratización del Poder del Estado del cual es su máxima autoridad.


Es una pena que la democracia no haya podido todavía prender la luz y descubrir, sin otro esfuerzo que mirar, las oscuras vinculaciones de varios de nuestros jueces con el poder real. Y no sólo los jueces: basta ver el caso adelantado por este diario el sábado 3 de agosto, en el que queda claro que los compromisos de la justicia con los genocidas exceden a los magistrados y llegan hasta instancias auxiliares del Poder Judicial, como lo es el sensible Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema.


Que los jueces insistan en querer cogobernar no hace sino presagiar nuevos conflictos: el de un pueblo que, inexorablemente, redoblará su esfuerzo hasta terminar imponiendo su derecho a decidir los destinos del país. Los jueces son los grandes voyeuristas de la democracia. Intervienen en la política, pero no dejan que la política se entrometa en su quehacer. Son activos jugadores, pero juegan de telespectadores pasivos, que escrutan el mundo desde lejos, por control remoto. Ya nadie les cree.  


¿Cómo explicar que Guillermo Moreno sea llamado a declarar justo cuando la Secretaría de Comercio Interior manda a clausurar supermercados por violación al acuerdo de precios y se dispone a aplicar la Ley de Abastecimiento contra los productores que esconden el trigo en sus campos?


Fue realmente una pena aquel fallo de la Corte, el último –hasta estas horas– de su cosecha 2013. Sergio Massa hubiera podido candidatear con total libertad a su fiscal Julio Novo, por caso. Los radicales habrían blanqueado su favoritismo por Ricardo Recondo. El fiscal Marijuan podría haberse probado el traje del fervor popular, y Lorenzetti el de la oratoria. El lamentable fallo en la causa Schoklender, dictado un jueves por la tarde, mientras las Madres marchaban en la Plaza donde lo hacen desde hace 37 años, dado a conocer a los medios periodísticos antes que a las partes, hubiese sido leído sin demasiadas adjetivaciones como lo que definitivamente fue: un vulgar acto de campaña electoral de la variopinta oposición.


Pero no. Habrá que seguir construyendo poder popular, acumulando experiencias, arribando a nuevas síntesis, logrando consensos, para concretar en la institucionalidad democrática los cambios que hace rato crujen en nuestra cultura política. No es verdad que el kirchnerismo abrió entre los argentinos una "grieta" insalvable, nueva, que nos divide irreductiblemente en bandos irreconciliables, eternamente enemigos. Esa "grieta" –si tal cosa existe– siempre estuvo. Supura todavía. La abrió brutalmente el genocidio provocado por la dictadura cívico-militar. Mide treinta mil ausencias para siempre de profundidad. Pero la hegemonía político-cultural que sus mandantes económicos construyeron luego la volvió perfectamente invisible. Parecían naturales, como caídos del cielo, la dominación y los perversos mecanismos para perpetuarla. Por suerte, desde el año 2003 esos pernos comenzaron a hacerse perceptibles. Fácilmente identificables. Quedaron desnudos.


Esa fisura social que algunos interesadamente parecen descubrir recién ahora, es un accidente intrínseco, inexorable, en una democracia que se sabe transformadora. Sin conflicto, sin "grieta", sin resolución del choque de intereses, no hay historia. Si la democracia deja de ser un mero mecanismo institucional para tener fundamento en la base material de la sociedad de su tiempo, si deja huella en la cultura, si afecta un poco a los poderosos para favorecer mucho a los eternos marginados, entonces la fractura se vuelve obvia. Y para algunos, intolerable.


Lo que sucede en la Argentina desde hace diez años es que esa "grieta" –como le llaman– se hizo imposible de ser pasada por alto. Enhorabuena. Lo necesitábamos. ¿Cómo desmentir a los argentinos que durante esta década consiguieron trabajo, pudieron enviar a sus hijos al colegio a estudiar y no a comer, accedieron a las nuevas tecnologías, viajaron por primera vez en avión, salieron del país, con los fantasmas de la "crispación", la "división", la bendita "grieta"?


Es exactamente al revés a cómo lo ven algunos: pocos años hubo más aptos y más ricos que estos para hacer periodismo. No es cierto que son tiempos difíciles para ser periodistas, cientistas, juristas, poetas, políticos, como se victimizan algunos presentadores estrella al momento de recibir un Martín Fierro. Es al contrario: son los mejores. La "grieta" aparece a poco de andar. 


No queda atrás del horizonte. No hay que buscarla por entre los discursos a medida de lo políticamente correcto. No se aleja dos pasos cada uno que damos en camino de ella. Viene hacia nosotros. Nos interpela. Apura nuestras definiciones. Nos inquieta. Adquiere las formas de una saludable disyuntiva ética y moral, la misma que hace andar al mundo por los caminos de la historia: se está a favor del pueblo, o en contra de él. Tensiona la paz de cementerios en la que históricamente se hizo periodismo, ciencia, justicia, poesía y política en este país. Se escribe, se comunica, se investiga, se falla a favor del pueblo, o favor de quienes viven de su esfuerzo y usufructúan su trabajo. Ya no existen "verdad" objetiva ni pretendida "neutralidad" que justifiquen evitar ese dilema.

Bienvenido ese quiebre para siempre en nuestra cultura política. Aunque algunos intimen al reloj para que atrase y nos regrese a las cavernas de donde salimos los argentinos hace una década, el futuro es ahora. La historia es aquí. El domingo 11 de agosto se juega una parada importante. Todas lo son. A no dramatizar: restan varias todavía.
el juez Rozanski ya lo había denunciado

La Corte defiende a su Cuerpo Médico Forense

  La denuncia sobre la inconducta en la que habría incurrido el Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema en el caso del genocida Leopoldo Héctor Flores –revelada el sábado por Tiempo Argentino– se suma a una lista de casos que, incluso, merecieron una investigación por parte del máximo tribunal, aunque sus resultados fueron desconcertantes: en junio la Corte resolvió archivar las actuaciones en las que se investigaba la presunta colaboración que los peritos médicos oficiales estarían brindando a los acusados por delitos de lesa humanidad.

patéticas escenas de campaña electoral

La oposición, una insípida ONG

Sergio Massa le agrega pimienta a su sal de bajo sodio PRO, y dice: "si quieren pelea, entonces vamos a pelear".


El Papa les aconseja a los jóvenes reunidos en Río de Janeiro ser rebeldes, hacer lío, ir contra la corriente. Por estos lares del sur, algunos se entusiasman al dorso de sus palabras. Justo cuando el proyecto nacional en curso –tras una década de transformaciones sociales, culturales, económicas– encara su etapa de cristalización institucional, se autoexige ser orgánico e insta a no construir únicamente sobre la contradicción (especialmente en tiempos de campaña electoral), ¿creerán sus contrincantes tener derecho a portarse mal para ganarse así el cielo?

Macri se fanatiza y asegura que la exhortación vaticana a salir a la calle está íntimamente relacionada con el cacerolazo del 8-A. Pero, claro: para La Nación, la impía, la que manipula a su conveniencia y usa electoralmente el discurso papal es Cristina. ¿Mauri no? Clarín titula que Cristina compara al Papa con su marido por la heterodoxia de ambos. Pero no hace lo mismo cuando Francisco dice que la política es una de las formas más altas de la caridad. ¿Se olvidaron ya cuando en mayo la presidenta convocó a las formaciones de base de la Iglesia Católica a sumarse al plan Mirar para cuidar porque "todo forma parte de ocuparse de los que tienen mayores necesidades (…) El gobierno quiere que la sociedad se organice, que esto es lo importante"?


Es entonces cuando Beatriz Sarlo descubre, entre sorprendida y pasmada, que la derecha macrista –que Gaby Michetti expresa con una ductilidad de la que Macri adolece por completo– disfraza su ideología, esconde sus prejuicios, y que eso es antipolítico y está mal. Diez años tardó la heroína del pensamiento libre, la que se animó a ir sola a 6,7,8, en darse cuenta; mientras tanto asistía a los actos más emblemáticos del kirchnerismo para sugestionar a los cultos y paquetes lectores de La Nación que el reclamo de "mucha unidad" formulado por la dirigencia K en Huracán 2011 "puede tomarse como una advertencia".
A su turno, Sergio Massa le agrega pimienta a su sal de bajo sodio PRO, y dice "si quieren pelea, entonces vamos a pelear". A mitad del río, y sobre todo advirtiendo que las encuestas empiezan a nublarle el panorama, se arremanga y levanta el tono de la confrontación. Le sale chirle: su perfil da un De Narváez con gripe.


Sucede apenas unos días después de que Jorge Lanata citara un discurso de Rafael Correa para darle crédito a su "investigación" televisiva, y pusiera como ejemplo de soberanía política a la Revolución Ciudadana, otorgándole al proceso ecuatoriano (tan similar al nuestro, tan intrínseco al que recorre de punta a punta América Latina) la misma carga de valor que a Leonardo Fariña en aquella tristemente cámara oculta que inauguró la presente temporada de café concert.


Se entiende: el problema es que Chevron no invirtió en "servicios de consultoría estratégica", como sí hacía Repsol con Alberto Fernández, Joaquín Morales Solá y Marcelo Bonelli, entre otros. Cuántos "periodistas" estarán poniéndose precio ante las oficinas de recursos humanos de la compañía. Con una excepción: la invicta Margarita Stolbizer, quien muy suelta de cuerpo declara que Massa es el candidato de las corporaciones como lo fue Francisco de Narváez en 2009, sin hacerse cargo que su compañero de fórmula, Ricardo Alfonsín, fue coequiper del Colorado en 2011. Detalles.


Los militares no deben politizarse y los jueces, tampoco, dice el manual de procedimientos neoliberal. La política: una técnica. Gestión. Con ser "profesionales" (las Fuerzas Armadas) e "independientes" (los jueces) del gobierno, y no importa si sí o si no de los poderes económicos y los conglomerados mediáticos, alcanza.
Y ojo, no estamos haciendo aquí un juicio de valor sobre las formas que asumen los mensajes de campaña, sino sobre sus contenidos. Cada cual sabe cómo vestir la marquesina y también cómo disimularla cuando hay poco o nada que ofrecerle al cliente. "Mi comercial", dijo una vez De Narváez (¿o era su imitador en El Gran Cuñado?) para referirse a un aviso de campaña de su partido.


Que el kirchnerismo no tenga que desnudar a sus candidatos en Plaza de Mayo como sí lo hizo un aspirante de izquierda, no implica, per se, que la propuesta de Bodart tenga mojada la pólvora ideológica, sino apenas, que la del oficialismo está lo suficientemente clara y definida, lo cual no hace sino potenciar su mensaje. De ahí la desesperación de Clarín por callar la voz y la presencia de la presidenta en la campaña: conducción política, cohesión, y sobre todo proyecto de país, es lo que trasuntan los candidatos del FPV, atributos imprescindibles para ejercer una política de transformación, y de los que adolecen las multiplicidades opositoras.


Debieran tomar nota y preocuparse los enemigos del proyecto nacional: el esfuerzo que a ellos les demanda alcanzar el mínimo común múltiplo de su oposición senil, el oficialismo lo emplea en delinear cada vez más claramente el perfil de su proyecto, circunstancia que le proporciona aún mayores adhesiones.


El capitalismo en su versión neoliberal, financiero y excluyente, legitimó su hegemonía mundial en la economía con un discurso único, hegemónico también, que pretendió invisibilizar la lucha política. Ningunearla. Naturalizar las condiciones que hacían posible su supremacía, negando la puja de intereses entre clases sociales contrapuestas y clausurando por decreto, incluso, a la propia historia. Impugnando la práctica política, la formación política, la ideología política. Tirándolas al tacho de los productos descartables por perecederos. Y junto a ellas, la militancia, la entrega desinteresada a una causa justa y noble, la noción de altruismo. No hubiera sido posible el Consenso de Washington sin el brutal despojo ideológico, expresado en la alteración de valores y globalización de consumos culturales, que arrasaron con las diversidades y riquezas de las múltiples y complejas sociedades contemporáneas, muchas de ellas milenarias. La derecha insiste en todo aquello. La vaguedad expresiva, la imprecisión ideológica, a las que recurre en sus variados formatos electorales, convierten a la política en eso que el Papa no quiere para su Iglesia: apenas una ONG. Tarde piaste, Francisco.

viernes, 9 de agosto de 2013

chevron, militares y política nacional

Manual de conducción política

Así como los militares deben ser conducidos políticamente porque si no se conducen solos, con los grupos económicos pasa exactamente lo mismo.

Los militares siempre fueron un punto de tensión en la política argentina. A veces conflictivo, otras menos, pero siempre tirante. Las Fuerzas Armadas tienen un peso específico considerable: presencia territorial, armas, organización y estructura de mando. La regla básica del ser militar es más bien simple, rudimentaria: recibir órdenes y obedecerlas. Cuando el poder político que ejerce la comandancia en jefe no los conduce, no les dice qué hacer, no les da tareas específicas y concretas, los uniformados se mandan ellos mismos. Se inventan oficios, por ejemplo: conspirar. 

Después de un siglo de intervencionismo militar en la vida institucional del país, y mediando un genocidio, resulta una chiquilinada aspirar a que las Fuerzas Armadas prescindan solas de la política y se dediquen únicamente a prepararse para la guerra. ¿Cómo blindar el debate sobre el rol de los militares en el actual contexto histórico argentino y latinoamericano? ¿Cómo volver "profesionales" y "ascéticas" a unas FF AA que nacieron sanmartinianas pero que fueron convertidas por las clases dominantes en fuerzas de ocupación, de estilo prusiano, cuyos aviones de combate tuvieron su bautismo de fuego en la Plaza de Mayo, contra su propio pueblo, y la única "guerra" de la que salieron victoriosos la libraron en una sala de torturas?


Desde el año 2003 la Argentina viene reconstruyendo firme y sostenidamente el poder del Estado. Existe un liderazgo político, social y estratégico claro, y rige un proyecto nacional. Si las FF AA no se sumaran a ese plan de desarrollo endógeno e integración continental crecientemente revalidado en las urnas; si no recibieran órdenes en función de ese proyecto, ¿dónde estarían? Si no fueran leales a esa "facción", como redujo el senador radical Gerardo Morales, ¿a qué otra "facción" le serían leales o cuanto menos funcionales, por acción u omisión?


Cuando Néstor Kirchner pasó a retiro a Ricardo Brinzoni, el entonces jefe del Ejército dio un discurso de despedida en el que alertó a sus camaradas sobre una "vuelta riesgosa de las intrigas políticas sobre los cuarteles". Algo parecido dijo hace unos días Adolfo Pérez Esquivel. Para el Nobel, no se puede "partidizar las Fuerzas Armadas; eso sería peligroso, porque si eso ocurre no se sabe cuál puede ser su posición ante cualquier tipo de conflicto". ¡Es justamente al revés! Todo el pueblo debe saber de qué lado se situarán los militares en caso de un conflicto: por ejemplo, de poderes, como los que perfilan ciertos fallos demasiado preocupantes de la Corte.


El debate alrededor de Milani empezó cuando el jefe del Ejército enfatizó el "compromiso" de su fuerza con "las políticas de transformación emprendidas que apuntan a la construcción de una nación en paz, autónoma y democrática, definitivamente vinculada a América Latina, socialmente integrada y con igualdad de oportunidades para todos". En los años posteriores al genocidio nunca un jefe del Ejército había llegado tan lejos. 


La Justicia dirá si Milani tiene manchadas de sangre sus manos. ¿No siente vergüenza el radical Ricardo Gil Lavedra al denunciar a Martín Fresneda, hijo de desaparecidos, militante de HIJOS y actual secretario de Derechos Humanos? ¿Habrá olvidado la política hacia el poder militar llevada adelante por el gobierno de la Alianza, del que él fue su ministro?


El ahora diputado era titular de la cartera de Justicia cuando el represor Jorge Olivera, fugado días atrás del Hospital Militar, fue detenido en Italia por orden de un juez francés, acusado de la desaparición de la ciudadana de ese país Marie Anne Erize Tisseau. Para Brinzoni, titular del Ejército nombrado por De la Rúa y mantenido en su cargo por Duhalde, la detención constituía "un atropello a la política (y) la justicia nacional".


El militar estuvo cuarenta días preso en Roma. Fue liberado de la noche a la mañana cuando sus abogados presentaron sorpresivamente ante la Cámara de Apelaciones de Roma un documento fraudulento que precisaba una supuesta fecha de defunción de la joven. Si estaba muerta, entonces no estaba desaparecida y no había razón judicial para mantener preso a Olivera. 


Durante su detención, y a pesar de las evidencias en su contra –de las que Olivera se mantenía a salvo en el país por la vigencia de la ley de Obediencia Debida–, el Estado argentino brindó al represor la misma ayuda que se le presta a cualquier connacional en similar situación. Quizás más: siempre quedará la duda de dónde sacaron los abogados del represor ese documento salvador que la familia de Erize había tramitado ante las oficinas de la burocracia estatal argentina. 

Así como los militares deben ser conducidos políticamente porque si no se conducen solos, con los grupos económicos pasa exactamente lo mismo. Es intrínseco al capitalismo: las corporaciones buscan el autogobierno. Quieren reducir el Estado a su mínima expresión, para volverlo un títere a su exclusivo servicio. La comparación viene a cuento del acuerdo estratégico firmado por YPF con Chevron. Ahora resulta que para algunos medios dominantes argentinos Rafael Correa es el nuevo Leonardo Fariña. Pero omiten una sensible diferencia: la contaminación de Texaco en la Amazonía ecuatoriana se produjo hace veinte años, cuando el neoliberalismo hacía estragos en ese país que supo contratar como asesor económico a Domingo Cavallo. Correa echó a Chevron del mismo modo que lo hizo con la constructora Odebrecht, en octubre 2008. Dos años después, con la Revolución Ciudadana mucho más consolidada, en expansión y fortalecida electoralmente, la mayor constructora brasileña volvió a Ecuador. Pero las condiciones eran otras. Tan otras como las que hoy imperan en la Argentina, y a las que Chevron no tendrá más remedio que ajustarse. Nuestro país ya no es el páramo de las privatizaciones menemistas. Pero el corsé capitalista sigue exigiéndoles a nuestros procesos emancipatorios esas inversiones, de las que nuestro desarrollo productivo adolece. No son "contradicciones del relato", como las presentan, sino la respuesta nueva, propia, latinoamericana, al viejo problema de la soberanía política y la independencia económica. Después de todo, tan mal no nos está yendo.
subejecución del presupuesto judicial

¿Para esto quería la Corte el dinero de la justicia?

El inmueble donde deberían trabajar los abogados que asesoran en forma gratuita a los ciudadanos que no tienen los recursos suficientes para costearse la asistencia legal está en ruinas.

El martes pasado este diario informó en una columna de su periodista Gabriel Morini que la Corte Suprema resolvió arancelar los servicios de medicina laboral que el Máximo Tribunal extendía a los miembros de las fiscalías y defensorías. Como se verá más adelante, el motivo del recorte no se debe a una urgencia financiera. Con fecha 27 de junio, la Corte emitió su informe mensual de Ejecución Presupuestaria hasta mayo del corriente año. El detalle de gestión suministrado por el Máximo Tribunal es público y su acceso a él es sencillo. Basta entrar al sitio web de la Corte y hacer doble clic en el campo "Presupuesto" del apartado "Secretaría General de Administración", cuya máxima autoridad es el contador Héctor Daniel Marchi, hombre de extrema confianza del titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti. Honestidad brutal, al decir de Calamaro.

En el detalle del informe puede leerse claramente que de los 2151 millones de pesos y chirolas asignados por el Parlamento al Poder Judicial para su normal funcionamiento, la Corte lleva ejecutados hasta el mes de mayo inclusive, sólo 102 millones. De esos 102 millones, 75 corresponden a gastos de Personal. 


No hace falta ser contador público para advertir que hasta el mes de mayo la Corte desembolsó menos del 5% del dinero previsto para el total del año. ¿Ocurrirá el milagro de que tras la feria de julio la Corte ejecute el 95% restante? Difícil.


La ecuación se agrava al observar el desagregado de la información. En la categoría Bienes de Uso, la Corte tiene un crédito vigente de casi 247 millones de pesos, pero ha ejecutado sólo 5 millones. El apartado corresponde al dinero que debiera emplearse en construir nuevos edificios que den respuesta al notable incremento de la actividad judicial, y a las mejoras en los locales ya disponibles, muchas de ellas urgentes.


¿Cuáles son esos edificios pendientes de ser puestos en condiciones? Uno de ellos es la flamante Biblioteca. El coqueto edificio que ocuparán los libros de la Corte se encuentra ubicado en la calle Rivadavia al 700. Ex sede de la imprenta Cogtal, la Corte Suprema lo compró en 2008 para instalar allí la Biblioteca Judicial más importante de América Latina, pensada como una oficina de investigación en Derecho comparado y jurisprudencia. Invirtió 7,7 millones de pesos para adquirir el inmueble, que desde entonces se encuentra abandonado a su suerte, sin las obras necesarias para su indispensable puesta a punto.


Entre la fecha de compra y el primer presupuesto asignado por la Corte para ponerla en funcionamiento pasaron dos años. Cuatro millones en 2010, otros tres en 2011 más un refuerzo de 9,2 millones de pesos en el mismo ejercicio. Y la Biblioteca siguió paralizada. En 2012, peor: se le asignaron 14 millones, que tampoco se gastaron. Para el año 2013, la Corte ni siquiera fatigó el lápiz: proyectó exactamente la misma cantidad de dinero que no gastó en 2012, unos 14.246.768 pesos. El colmo: como la Corte sabe que tampoco en este año utilizará esos fondos, ya proyectó un incremento de 5 millones para el ejercicio 2014.
No es el único caso. En el edificio de Lavalle al 1400 las licitaciones se cayeron debido a las demoras en su ejecución. El inmueble de Tucumán al 1500, donde deberían trabajar los abogados que asesoran en forma gratuita a los ciudadanos que no tienen los recursos suficientes para costearse la asistencia legal, está en ruinas, lo mismo que el emblemático edificio proyectado como futura sede de la Morgue Judicial, que se llamará Instituto Cecilia Grierson. Flaco homenaje de la Corte a la primera médica recibida en el país, cuyo rostro habita el Salón Mujeres Argentinas del Bicentenario, en la Casa Rosada.


Esto en lo que hace estrictamente a los edificios que dependen de la Corte. Si Marchi es lento para gestionar lo que le compete a la infraestructura del Máximo Tribunal, resulta casi negligente en lo que hace a inmuebles que dependen del Consejo de la Magistratura. A saber: demoras en el Juzgado Federal número 2 de Resistencia, Chaco; grandes retrasos en la construcción del edificio para la Cámara Federal y el Tribunal Oral de la misma ciudad. 


Idéntica situación en las entrerrianas Paraná y Victoria. En esta última, el Poder Judicial dispuso hace cuatro años el alquiler de un edificio para un juzgado que nunca fue puesto en funcionamiento. Lo mismo en Rafaela. Allí el Poder Judicial alquiló al Correo un local hace tres años para un juzgado que nunca abrió sus puertas. Al menos nadie podrá decir de Marchi y Lorenzetti, oriundos de esa ciudad santafesina, que traficaron influencias para privilegiar su pago chico.

Situaciones análogas se dan en Posadas, Mendoza, Jujuy, y Capital Federal, no obstante lo cual, y mientras el Congreso discutía las leyes de Democratización de la Justicia, la Corte Suprema aumentaba en 310 millones de pesos el dinero que destina periódicamente a incrementar su fondo anticíclico.


Ese fondo fue creado en el año 2008 mediante la Acordada 34. En verdad, son dos fondos. Uno Anticíclico, y el otro, de Infraestructura, instituido dos Acuerdos antes, bajo el número 32/08. El marco de ambas resoluciones era la notable crisis mundial, por entonces en ciernes, y cuya profundidad sigue hasta hoy conmoviendo los cimientos del capitalismo mundial. La finalidad del recurso creado por la Corte era "atenuar los impactos violentos que suelen generar los ciclos económicos y con ello asegurar un planeamiento con reducción de riesgos". Ambos Fondos permitían, además, disimular el déficit de gestión, encubrir los errores de administración y mantener cautivo del Poder Judicial todo ese caudal de dinero, que no regresa al Tesoro. Esa millonada de pesos está bien guardada en plazos fijos, convertibles en hasta un 50% en moneda extranjera.


En el inciso 3 de su artículo 114, que establece la naturaleza y las funciones del Consejo de la Magistratura, la Constitución le ordena "administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia". El texto es claro; los límites, precisos. Las interpretaciones sobre ese párrafo no dejan mucho margen para la imaginación. Sin embargo, no se cumple. ¿Cómo justificar semejante excepción a la norma siendo tan decepcionantes los resultados de gestión demostrados por la Corte Suprema? Ni la excusa de la  "independencia judicial", siempre a mano, alcanza para tanto.
aguafuertes de campaña electoral

Moyano y los desclasados

Insólitamente, Elisa Carrió se muestra coincidente con el "sucesor de Yabrán", como conceptuó a Moyano dos años atrás.

El 29 de abril de 2011, ante medio millón de trabajadores reunidos en la avenida 9 de Julio, Hugo Moyano dijo: "Compañera Cristina Fernández de Kirchner: le pedimos (que busque la reelección), queremos pedírselo porque (usted) es la garantía de profundizar este modelo económico que permita seguir recuperando la dignidad de los trabajadores."

Fue entonces cuando Julio Piumato lanzó su célebre declaración en Twitter: "Nadie se suicida, y menos la jefa." El "suicidio" no era la declinación de Cristina a una nueva candidatura, sino su firme negativa a dejarse presionar por los dirigentes moyanistas que le reclamaban cargos expectantes en las listas electivas. Evidentemente, no la conocían todavía.


Dos años más tarde, y ante una plaza raleada, incluso más despoblada que en junio del año pasado, el camionero se arrepiente, regresa vacilante a la arena electoral y exhorta a los pocos trabajadores que se dispersan escuchándolo, a saber "bien a quién vamos a votar el 27 de octubre, no volvamos a equivocarnos, eso sería imperdonable".
El perfil liberal tardío que exhibió Moyano el lunes es la perfecta continuidad de aquel que decretó un paro nacional de camioneros en los estudios de TN, resuelto en vivo con las bases representadas por Marcelo Bonelli. De ahí a objetar superficial y prejuiciosamente la entrega de computadoras portátiles hay un solo paso.


El colombiano Francisco de Narváez debe haberse sentido muy satisfecho con el reclamo de su candidato número 35: que los trabajadores no paguen Ganancias. En una de esas, las patronales tampoco. Insólitamente, Elisa Carrió se muestra coincidente con el "sucesor de Yabrán", como conceptuó a Moyano dos años atrás. "Los empresarios quieren hacer un esfuerzo para pagar más pero el gobierno se lo lleva", sobreabunda el camionero, para quedar bien con su patrón en la lista de precandidatos a diputado nacional. No era necesario.


¿Cuántos de esos trabajadores votarán en octubre por los candidatos del Frente para la Victoria? ¿Cuántos de sus hijos habrán recibido del gobierno nacional su primera netbook? ¿Cuántos de esos centenares de camioneros que mitigan el frío de julio bebiendo sorbos de fernet con cola tendrán un familiar cercano, un amigo íntimo, cuyo único ingreso es el "plan descansar", como se burla Moyano, lejísimo de la clase obrera, ajeno a sus sueños y frustraciones más inmediatos? ¿Sabrá Moyano que ya no existe el Plan Trabajar, y que toda la ayuda del Estado tiende a concentrarse en un único recurso asistencial: la Asignación Universal por Hijo, que los argentinos que la perciben no tramitan ante el puntero barrial, sino ante las oficinas de la ANSES? ¿Tendrá algo para decir sobre esa medida revolucionaria, inclusiva, estratégica del gobierno nacional, que ni siquiera es criticada por los candidatos de la oposición más inteligentes que el oportunismo a destiempo de Moyano?


El camionero indudablemente no leyó el editorial del diario Clarín del 17 de junio último. "La oposición debería mirarse en el espejo de Capriles en Venezuela. El hombre que perdió por 10 puntos con Chávez, apenas quedó un punto y medio debajo de Maduro unos meses después. ¿Qué pasó?", se preguntaba en la página 2 del matutino Osvaldo Pepe, ansioso. Y se respondía inmediatamente: "Capriles le quitó al chavismo banderas propias de aquello que se había hecho bien. Le bastó una frase ante más de 100 mil personas en un acto de campaña: 'No vamos a sacarle a ningún venezolano uno solo de los planes y beneficios sociales que dio Chávez.' (...) Asumir un compromiso público entre los líderes opositores más notorios de mantener y mejorar las políticas sociales del gobierno que hayan mostrado eficacia, como la Asignación Universal por Hijo, es correrle el arco al kirchnerismo. Sacarlo de su lógica confrontativa. Y avisarle al electorado cautivo de ese y otros beneficios que nadie le quitará nada."


Massa sí leyó el vademécum. Pero se le nota. Difícil que Mirta Tundis haga creer a sus votantes que apoya la estatización de los fondos jubilatorios: desde las pantallas de TN fue una de sus más fervientes detractoras, siempre en defensa de las AFJP.


Está visto: la campaña electoral inaugura un tiempo vertiginoso. Todo se enfatiza por demás, se sobreactúa, se exagera. Mentir se vuelve parte del juego. Pero todo tiene un límite, también. Moyano lo cruzó hace rato. No es el único.


La operación de Jorge Lanata contra Luis D'Elía supera todo lo conocido. ¿Se imagina alguien a Aramburu comprándole a Julio Troxler una versión totalmente diferente a la narrada por Rodolfo Walsh? ¿A algún sobreviviente de la Masacre de Trelew desmintiendo ante Lanusse la entrevista-libro de Paco Urondo? Lanata ya compró dos veces, y en ambas la mercancía vino en mal estado. Sus presentaciones televisivas totalmente guionadas, más propias de un teatro de revistas que de una investigación periodística, sorprenden, menos por su contenido que por lo estrepitosas que resultan sus desmentidas. Si la credibilidad del emisor que debiera ser el kilómetro cero de cualquier labor periodística o comunicacional siguiera siendo un valor en sí mismo, previo al mensaje, entonces Lanata tendría que abandonar sin más trámite el oficio. O asumir definitivamente el que probó en el Maipo, en 2008, cuando despuntó el vicio por la farándula. Pero no. Insiste. No le alcanzó con el culebrón Fariña, va por más.


En septiembre del año pasado, Lanata decía que el gobierno quería "partidizarlo" para desacreditarlo ante la opinión pública. Pero seis meses después reclamaba sin rodeos "terminar con este gobierno en las urnas". Textual del presentador: "Hay que lograr en las urnas que esta gente se vaya. Tenemos que sacar a esta gente votando a otra gente. Pero esta historia no da para más. Que pierdan de una vez el inconmensurable poder que tienen y que nos está haciendo mierda. Hay que cambiar. Yo voy a hacer todo lo posible para que eso pase." Se entiende: hacer "todo lo posible" comprende la grosera operación de prensa, el vulgar apriete, las mentiras más flagrantes. Todo.


Juan Gelman se preguntaba en un poema, hace 40 años: "¿Quién ha visto a la paloma casándose con el gavilán / al recelo con el cariño / al explotado con el explotador?" Difícil prever el maridaje de Moyano con De Narváez; de Piumato con Recondo; de Lanata con Magnetto; de Massa con la Embajada. "Falsas son esas bodas / incontables desastres nacen de esas bodas / desavenencias / tristezas", concluía.

jueves, 4 de julio de 2013

aguafuertes peronistas



A Massa, Estados Unidos no le retendría el avión

Complicados ante el afianzamiento del kirchnerismo, insisten otra vez con un peronismo chic, concheto, marquetinero, cual perfume: Massa.

Sergio Massa ocupa hoy el mismo cono de sombra que en 2009 habitó la humanidad de Francisco De Narváez. Es un mérito político del proceso que atraviesa la Argentina desde 2003 que las cosas se hayan puesto así de claras. Tanto, que a veces se oscurecen.

A poco de andar la campaña, el esfuerzo del tigrense por no parecer De Narváez y la sobreactuación del multiempresario por diferenciarse de sí mismo, incluso aliándose con el sindicalismo opositor, desdibujan la oferta electoral del pejotismo de derecha, y consiguen lo que querían evitar: potenciar la calidad e identidad de la propuesta kirchnerista.


En el campo de la "nueva política" que propone Massa brillan con estrella propia intendentes tan modernos en la gestión y tolerantes con sus críticos como el de Malvinas Argentinas, el duhaldista residual Jesús Cariglino; opinadores televisivos todoterreno, y hasta una doctora en jubilación que confunde el rojo del socialismo con el pelo colorado del ex dueño de Casa Tía.


Está visto: a la derecha no le bastó con el Ricardo Fort de la política nacional para conducir al peronismo. Fracasó con total éxito, incluso mediando su triunfo por escasísimo margen en junio de 2009. Complicados ante el afianzamiento del kirchnerismo, insisten otra vez con un peronismo chic, concheto, marquetinero, cual perfume: Massa.


No la entienden: esa versión oligárquica del justicialismo se convirtió, una vez superada la estafa ideológica de los años '90, en una simple nota al pie, nostálgica, como una borrachera triste, que ya no puede impedir la otra narración, ese gran relato de la historia social y política argentina, de la que el movimiento peronista ha escrito sus páginas más vibrantes, sintetizando de mejor modo las multiplicidades de la clase obrera.
No es un giro lingüístico, sino una verdad de época: las luchas sociales dejaron atrás la década del noventa. A caballo de esa ofensiva popular se montó el proyecto nacional iniciado en 2003, que todavía cabalga. Ambos se contienen, se habitan, como la palabra en el lenguaje. Con los años, aquella ofensiva logró superar el escollo desarticulador del tejido social que cimentó el menemato. Se produjeron cambios drásticos y alentadores en la gestión de lo público. Fue relegitimada la práctica política. Regresó la historia. Fueron reivindicados para el buen desarrollo y la vida en sociedad, el legítimo conflicto por intereses materiales y la disputa política, que nada tienen de oscurantistas, sino que, por el contrario, vuelven ágiles, palpitantes y vivas a las sociedades modernas, única garantía de que no se estanquen y mueran. La ofensiva popular, incluso, tomó por asalto al gran partido sostenedor del statu quo, revitalizando todo lo que pudo sus anquilosadas estructuras, y creando otras nuevas.


En estos años todos entendimos que la política sirve para contener lo que de otro modo se desmadraría y anarquizaría la convivencia social, tornando al poderoso aun más poderoso, y al pobre definitivamente un pordiosero. Esa también es una enseñanza histórica, de la que la Corte Suprema, que se creía progresista y de avanzada, ha decidido prescindir. Es una lástima.


La política, que es la lucha por el poder, resuelve los entuertos sociales. Educa a la comunidad. Es a través de la disputa política, entre intereses contrapuestos, que se puede proyectar más o menos previsiblemente el rumbo económico y cultural más correcto para el desarrollo armónico de la sociedad. No hay otra.
Cada vez que hay elecciones, todo aquello que ya fuera superado por la historia y las luchas sociales intenta regresar. Siempre quiere volver. Está en gateras. Subyace. Como ayer el colombiano, ahora Massa. Viene de la mano de una derecha poderosa y versátil, que asume discursos rancios pero patinados de marketing último modelo.


"Vamos hacia una dictadura", repite sin mirar Fabián Gianola, habituado a interpretar libretos que otros escriben. En el relato que vuelven a concertar los medios dominantes, queda otra vez afuera el derecho social a intervenir en los conflictos. Ahora es hora del "consenso" –dicen–, del "diálogo” de sordos que sólo dialogan los garantes del viejo orden, convertidos por esos medios de alcance masivo en "grandes demócratas", "libre pensadores", con amplias dosis de "responsabilidad ciudadana" y "conciencia cívica". "Independientes", como le gusta a Lorenzetti. Si los fondos buitre embargan ilegítimamente la Fragata Libertad, su manual de procedimientos indica una colecta para comprar con dinero la soberanía que el kirchnerismo conquistó con política. Massa sin dudas complacería a EE UU con tal de que no le detengan el avión. 


Y todo esto sin contar lo que pasa de General Paz para adentro. Ya se acerca la insoportable campaña con el botón play sobre un fondo rabioso de amarillo. ¿Adónde quieren llevar la cultura política argentina los publicistas de la derecha? ¿Cómo explicar que el distrito más pudiente del país, con mayor acceso al conocimiento, a la oferta de bienes culturales, sea gobernado por una fuerza en cuyos avisos de campaña no hay ni una sola consigna, una idea, una reflexión siquiera sobre la política, la historia, la economía, los derechos humanos, el mundo del trabajo, la crisis internacional, el nuevo orden mundial, nada? Pura imagen. Cero ideología. O, más bien, ideología del consumo. Candidatos-gerentes. Administradores-country. PRO por "propietarios". 


Las elecciones del presente año son determinantes en tanto lo que se pone en discusión son dos alternativas de construcción social absolutamente opuestas por el vértice. Todo acto eleccionario es plebiscitario. Si bien no concluyen nada, inclinan. Toman la fiebre en medio de la noche e indican novalgina o deportes. Ya lo dijo el viejo Marx: si se repite, la historia que supo ser tragedia regresa como farsa. Pareciera no haber lugar para eso en la Argentina de hoy. Pero mejor que lo digan las urnas, eso a lo que tanto le teme la derecha.

judiciales denuncian persecución sindical



 

Costos de no pertenecer a la familia judicial

 

El sindicato de trabajadores judiciales cumplió un triste papel mientras el Congreso de la Nación debatía las leyes de democratización.

 

La corporación judicial ganó por puntos de dudosa legitimidad. Su triunfo por penales tiene un costo elevadísimo. No tanto para el juez Recondo y Cía., quienes se anotaron un poroto con el fallo cortesano y sobrevivirán políticamente hasta el segundo tiempo, sino mucho más para la hegemonía disimulada de "progre" que Lorenzetti construyó trabajosamente en el Máximo Tribunal.

El fallo a lo Lorenzetti tiene menos suspenso y carga dramática que el voto no positivo de Julio Cobos. La resolución es igualmente reñida con la democracia, pero menos flagrante. No se trata de un mérito de la Corte, sino del tiempo político y sociohistórico que vivimos los argentinos desde aquel voto no positivo: cuando las cosas se ponen claras, un dictamen semejante sorprende menos. La sentencia de la Corte, como cabeza del Poder Judicial, dándose razón a sí misma, es tan forzada como salir campeón en un escritorio de la AFA.


Lorenzetti volvió a mostrarse enérgico ante el pueblo, y prescindente ante el escenario más dramático de la democracia: las corporaciones que insisten en querer cogobernar. Si algún día la cosa se pusiera paraguaya u hondureña, ya todos sabemos de qué lado ha de situarse la Corte. A partir de ahora serán muchos más quienes desconfíen del cuidado interés del juez de Rafaela por los jubilados y el pueblo qom.


El Tribunal renovado en 2003 expresa así su techo, lo estrecho de sus límites y lo férreos que terminaron siendo los compromisos que la atan con pernos oxidados a lo más rancio de la juricatura argentina. Con la honrosa excepción de Raúl Eugenio Zaffaroni, el fallo corrió al Poder Judicial un paso más afuera de la historia. El pueblo sigue.


La Corte no demostró tener razón, sino, apenas, tener poder. Por ahora a la derecha le alcanza. Pero sabe que con el tiempo será insuficiente. La grieta abierta en la comunidad judicial es ostensible. Y tenderá a profundizarse. La resolución fue el último gesto de prepotencia, autoridad y autoprotección de una casta en retroceso, de un sistema en crisis terminal, y que como tal asume su rostro más peligroso cuanto más en retirada se encuentra. Ejemplo: la purga ordenada por Julio Piumato al interior del gremio que todavía conduce, la UEJN.


Se sabe: el sindicato de trabajadores judiciales cumplió un triste papel mientras el Congreso de la Nación debatía las leyes de democratización. Como los jueces no podían clausurar Tribunales, ni adelantar su opinión sobre lo que estaba en juego (precisamente, para poder hacerlo en las demandas sobre constitucionalidad de la reforma), fue Piumato quien puso a su disposición las facultades legales del gremio para llamar a "paro nacional" durante diez jornadas en menos de un mes y cerrar ad hoc la justicia. La carta de la Corte a Cristina reclamándole el manejo de los fondos del Poder Judicial para que la actividad no se vea paralizada en los juzgados, incluía un delicado apriete: el paro de Piumato.


Desde luego, el brutal giro ideológico de la UEJN trajo consecuencias en su interior. Un creciente número de trabajadores alzó fuerte la voz para denunciar que las huelgas en rechazo a la reforma eran en verdad un lock-out de los magistrados, sus empleadores.


Una vez concretado el fallo de la Corte, Piumato cumple su parte en el acuerdo tácito con la corporación: mientras se les suspenden contratos a los trabajadores que participaron de Justicia Legítima, como María Gabriela Ratti, del área de Notificaciones, la Comisión Directiva de la UEJN expulsa de su seno a los dos únicos miembros de la conducción nacional que hasta ahora se animaron a levantar la cabeza y cuestionar al secretario general, Carlos Minella y Víctor Hugo Dellarosa. Paradojas de un precandidato a diputado por el ala sindical de la derecha peronista: su primer acto de campaña es la expulsión de disidentes gremiales.


La parodia de "congreso extraordinario" que hoy viernes va a refrendar la decisión tomada por Piumato constituye un compendio de las manías de la vieja burocracia sindical. En vez de realizarse en las cómodas instalaciones del hotel propio del gremio, el Congreso se hará en el salón Felipe Vallese de la CGT. El escenario es el mensaje: qué difícil será para los congresales que no estén dispuestos a acompañar la maniobra alzar su mano y su voz para denunciarla ante la celosa mirada de los normales habitués del edificio de la calle Azopardo. Camioneros, por ejemplo.


Por supuesto, la irregular convocatoria no ahorró la delicadeza de exceptuar de la correspondiente notificación formal a los congresales que Piumato considera de riesgo. Nunca pasó que los representantes que deseen asistir a una asamblea extraordinaria –varios de los cuales se enterarán de su realización al leer esta nota– deban pasar previamente por las oficinas de la UEJN a obtener su acreditación. Como suele hacer cuando quiere que no todo el mundo se entere, Piumato no mandó a promocionar el "congreso" en las carteleras de los edificios de Tribunales. Como un heredero que quiere cobrar sin más trámite una sucesión, el único llamado público lo hizo a través de un aviso en el porteño diario La Prensa, tan centenario como desconocido entre la militancia judicial. Naturalmente, les será muy difícil enterarse y concurrir a los opositores que trabajen en dependencias judiciales del interior del país, alejadísimas de Buenos Aires. 


¿Cómo harán los congresales de Resistencia o Tucumán para solicitarle al juez la licencia gremial tan sólo un día antes de la asamblea? ¿Cómo viajar a Buenos Aires el último día hábil del mes, antes de cobrar el sueldo, sin haber percibido todavía el aguinaldo, sin el pasaje y la estadía pagos por el gremio, como solía ocurrir en la UEJN?

Las disidencias en el gremio crecen, las desobediencias se multiplican; Piumato teme perder a manos de quienes hoy ningunea y/o expulsa la conducción de un gremio que dirige desde hace un cuarto de siglo. Sabe que la democratización de la justicia, y también de las organizaciones de trabajadores, son sólo cuestión de tiempo. Está visto: contra el viento de la historia no alcanzan las polleras de una corporación a la que entró tarde y por la puerta que sale al patio.