Datos personales

Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

la (des)memoria del diario la nación
 

El doble discurso de un newspaper militante

 

Para algunos la memoria colectiva debe conservarse adentro de sus rituales de muerte. 

 

De tanto en tanto, las operaciones de prensa que se proponen manchar la política oficial en materia de Derechos Humanos regresan con fuerza. Es una astilla que la derecha tiene clavada en el medio del espinazo. Su intencionalidad entre obvia y previsible navega en aguas tempestuosas: a un lado, la urgencia por revertir el resultado de la batalla cultural; al otro, el oportunismo típico de la campaña. No exagera quien afirma que la irrupción del kirchnerismo en la historia contemporánea de los argentinos dejó una huella imborrable en nuestra cultura democrática, que todavía supura. La política referida a los hechos de la década del setenta es, quizás, lo más representativo, lo más sintético, de esa novedad socio-histórica que es el movimiento político arribado al gobierno un 25 de mayo de 2003.

Es curioso que un día después de haber falseado los hechos de la historia, ninguneado groseramente la prepotencia militar, y reivindicado implícitamente el golpe de Estado que en 1955 desalojó del poder al peronismo, el diario La Nación sobreactúe algo parecido a la vergüenza y se rasgue las vestiduras porque en la ex ESMA los hijos de desaparecidos insisten en hacer actividades formativas y recreativas que incluyen –Santo Dios– almuerzos de carne a la parrilla.


Nadie va a cometer la torpeza de exigirle al diario La Nación que sea peronista, ni favorable a los intereses populares. Sería una ingenuidad. Con que deje de tramar conspiraciones golpistas alcanza. Es una condición básica que debe cumplir en democracia un periódico centenario, de circulación nacional, copropietario de la única fábrica de papel para hacer diarios, que se propone –como dice– "informar" a los argentinos, aun haciéndolo desde su notoria "tribuna de doctrina", eufemismo para encubrir que estamos ante un newspaper militante, como diría Eliseo Verón.


La derrota cultural y política de la dictadura cívico-militar expresada en la expropiación de ese predio a la Marina de Guerra argentina, y su posterior entrega al pueblo y sus organizaciones más activas en la defensa de los Derechos Humanos, es un hecho simbólico de grandes implicancias concretas. ¿Qué tiene que ver la poesía con la revolución? Todo.


Seguramente los editorialistas de La Nación desconocen que un día de marzo de 2011 Hebe de Bonafini cortó en la ex ESMA una tanqueta militar para hacer con sus pedazos retorcidos puré de fierros y esculpir luego bustos de José de San Martín, Manuel Belgrano y Mariano Moreno. Memoria Fértil, le llaman las Madres de Plaza de Mayo a ese saludable y vital gesto político, que las distingue en el mundo desde hace tantos años.


Hay más: el día que las Madres "desembarcaron" en ese predio, el 31 de enero de 2008, convocaron al pueblo a acompañarlas y a hacerlo bajo una sola condición: llevar marcadores y pinceles, para pintar sobre las paredes de ese tenebroso lugar soles rojos y flores de todos los colores, que barrerían la inmundicia militar. Iban a tomar posesión de lo que el ex presidente Néstor Kirchner les había concedido, arrebatándoselos justicieramente a los marinos: el ex Liceo Naval, seguramente uno de los sitios más simbólicos de la ESMA, pues era precisamente allí donde los genocidas se doctoraban en la aplicación de tormentos. Las Madres de Plaza de Mayo fueron muy criticadas cuando resolvieron instalar en ese antro de muerte y maldad el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), donde crecería vida a través de la creación artística, la formación ideológica y el compromiso ético y político con el mismo sueño revolucionario que perseguían, cada uno a su manera, los miles y miles que allí acabaron su último misterio físico.


Para algunos la memoria colectiva debe conservarse adentro de sus rituales de muerte. Ser guardada con sumo cuidado en una caja de madera lustrada, con pompa y circunstancia. Otros piensan diferente: una memoria así, tan fría, quieta, ensimismada en su dolor, limita peligrosamente con lo que, a priori, rivaliza y busca conjurar, el olvido. ¿Para qué sirve la "memoria" si ella no se dispone a protagonizar el presente y proyectar desde ese choque en la subjetividad un futuro infinitamente mejor, menos sombrío, más edificante?
Ciertas lógicas de la poesía son similares a las de la política. La lucha política es, por sobre todas las cosas, cultural. Muchos años antes del kirchnerismo, las Madres ya se habían propuesto penetrar de tal modo en los jóvenes que no experimentaran espanto ante el genocidio sino emoción por la lucha de sus hijos e hijas, y se conmovieran sin paralizarse, adquiriendo conciencia crítica, pero jamás memoria estéril sobre la experiencia más traumática de los 200 años argentinos.


Así como la poesía trabaja el tiempo de descuento de la palabra, el intervalo entre lo que nombra y lo que es, lo mismo sucede con la memoria: reflexiona en el presente sobre el pasado incluso más inmediato, para modificar el futuro, incluido el mañana menos próximo.   


Pero la memoria, como el arte, tampoco es neutral. Como todo lo que está vivo y forma parte de la realidad concreta, en su seno también se libra una lucha sin cuartel entre clases sociales contrapuestas, que la desangra y a la vez la dinamiza. Mientras hay quienes velan por una "memoria" compungida, de la contrición, eternamente apesadumbrada, otros insisten en utilizarla como una herramienta determinante al servicio de la lucha contra un sistema social injusto, que fetichiza el dinero, cosifica las relaciones entre las personas, y las incomunica a través de perversos mecanismos basados en el olvido, el silencio y la despasión.


Ante la canilla de una callejuela interior de la ex ESMA, una fila de 10, 12 chicas y varones de no más de 25 años espera pacientemente su turno para cargar agua en botellitas plásticas de gaseosa. Están en ojotas. 


Hace calor. Quizás desconocen los pliegues de la historia trágica que los precede, y que allí se vuelven espesos. Con el tiempo, esa imagen que en 2007 era todo un hallazgo, se volvería frecuente: el pueblo, victorioso, vivo a pesar de tantas veces que quiso ser asesinado, está adentro del mayor campo de concentración de la historia nacional; se pasea por allí libremente, como quien pasa por el jardín de una casa vecina y arranca un jazmín para llevarle a la novia. Come asados. Hace arte. Reflexiona desde la práctica concreta. No nos han vencido.

domingo, 1 de septiembre de 2013

 democracia o corporaciones


Corte: lo que tengas que hacer, hazlo pronto

El pueblo va a la Plaza, los grupos económicos, a la justicia. En la vida hay que elegir.






Lo que tengas que hacer, hazlo pronto." Se sabe: dos mil años después de la delación de Judas Iscariote a Jesucristo, el senador Pichetto emplea aquella cita bíblica para conjurar la traición del vicepresidente Cobos en el Senado, quien vota contra el oficialismo al que representa en la Cámara Alta, y a favor de los intereses de las patronales agrosojeras. Se desata una crisis política de grandes proporciones, que los relatores mediáticos tratan de "saludable gesto de civilidad", "valentía", "madurez democrática", entre otros calificativos semejantes. Por estos días, los mismos opinadores adjetivan parecido al momento de contar las intrigas opositoras que auguran para después de octubre quedarse con la presidencia de la Cámara de Diputados (y por qué no la provisional del Senado). Otra vez un candidato propio en la línea sucesoria.
La traición no pasa de moda. Nunca. Especialmente, en el capitalismo. 


Acompaña al hombre y a la creación colectiva que muy a su pesar compone (y que lo compone): la sociedad de su tiempo. Capitalismo y traición se habitan como el río en la correntada.


Pero hete aquí un problema: la dominación no funciona si no se legitima. No aguanta demasiado si no maquilla, engaña, ilusiona de algún modo sus frecuentes y necesarias "traiciones", entre otros daños colaterales. El concepto de "libertad de empresa" embellece la natural tendencia del capital a convertirse en monopolio. El capital no respeta fronteras, ni Estados. "No hacer la amistad", como cantan las hinchadas de fútbol, es un insumo de la tasa de ganancia. Lo mismo con la "libertad de expresión", derecho que se vuelve muy vago e impreciso debido a una férrea condición: en el capitalismo el Derecho Humano a comunicarse es lo que resulta de una "libertad" previa, anterior, que tutela toda la vida en sociedad: la libertad del capital. En resumen: en la democracia burguesa (aunque con excepciones –el kirchnerismo es una de ellas– más burguesa que democrática), -aquella "traición", ese "engaño" tan necesarios para que el capital se multiplique, fagocitándose a otros, adquieren, últimamente, grafías muy particulares: la fría letra constitucional.

Cuando la derecha mediática ridiculiza a quienes denuncian un plan desestabilizador en ciernes, se está acusando a sí misma. Tomar el pelo también es destituyente. Cuando dicen que para que haya un golpe de Estado tiene que haber tanques en la calle, o bombardeos como los de 1955, nos están gastando. Basta ver la inmediata experiencia histórica en el continente: Venezuela (siempre latente), Bolivia (fallida), Ecuador (fallida), Paraguay (exitosa), Honduras (re exitosa, aunque muy cara). La sutileza rinde más, y sale más barata. El capital sabe cómo hacerlo. Fatiga institucional, conflicto intrapoderes, y adentro. Pero antes, el desgaste. La feroz campaña de desprestigio contra el mandatario a remplazar y, necesariamente, toda su línea sucesoria.

Después del genocidio de la última dictadura la vía militar está clausurada con siete candados en nuestro país. Las clases dueñas de todo ya no contratan militares. Ahora alquilan los servicios de los jueces. Arriendan periodistas. Extenúan todo lo que pueden la institucionalidad. Fuerzan sus formas de tal modo que vuelven inviable un gobierno que se niega a ser títere de aquellos intereses.

A ver: si de la noche a la mañana empezaran a escaparse muchos más que 13 presos de las cárceles de máxima seguridad, ¿Cuánto tardaría Mariano Grondona en pedir la renuncia de una presidenta “corrupta”, como afirman todos los domingos por la noche cada vez con más énfasis y montaje cinematográfico? ¿Qué nueva enfermedad del poder diagnosticaría Nelson Castro para justificar una salida elegante, blanca, aséptica, por ejemplo: una licencia por enfermedad de Cristina, que Lanata llamaría luego "autogolpe"? El "azar objetivo", diría André Breton.

Fijate este título de La Nación: "Resignado, el Gobierno ya da por perdida la reforma de la Justicia. Tras los últimos reveses en la Corte, ni siquiera hubo reacción oficial". Recalculando: para ese diario el kirchnerismo ya fue. De sus batallas culturales que le dieron identidad ideológica, cohesión política y razón de ser histórica, quedan apenas cenizas. Pobres…

Si un gobierno que la derecha quiere mostrar contra las cuerdas, derrotado, con un árbitro que le cuenta los diez segundos de gracia en la mitad del tiempo, todavía tiene la fuerza suficiente para ponerle los puntos a LAN, ¿se imaginan el daño que todavía podría causarles Cristina a las corporaciones económicas actuando de contragolpe? Magnetto sí lo sabe.

La democratización de la justicia es otra de las grandes épicas del kirchnerismo. Los sucesivos fallos de la Corte, el lock-out de los jueces, la sedición de las Cámaras de apelaciones, demuestran que la reforma judicial iba en serio. No era cosmética. De acuerdo: en los papeles el gobierno perdió ante los jueces, pero, a poco de andar, ganó una grieta al interior de los tribunales totalmente impensada hasta hace muy poco tiempo atrás: el movimiento por una Justicia Legítima. Los jueces perdieron para siempre su aura, ese hipócrita hálito de neutralidad y ascetismo bajo el cual tejieron sus –hasta ayer nomás– invisibles telarañas. Sin dudas el tiempo y la historia están a favor de esas urgentes e inexorables transformaciones, por ahora suspendidas.

Hubiera estado bueno que el procedimiento de escuchar en audiencia pública los argumentos de una y otra parte respecto de la Ley de Medios, la Corte lo hubiera replicado al momento de fallar sobre las leyes que hacen a sí misma.

 No pudo ser. El riesgo a ceder poder y privilegios no admitía demoras. Era demasiado para el Poder Judicial tener que soportar un debate abierto, televisado en directo, con miles de personas en la calle, entre una Madre de Plaza de Mayo y el juez Recondo, o entre el titular de la Asociación de Magistrados y la madre de Marita Verón. Cuántos circunspectos magistrados se habrían puesto colorados. El pueblo va a la Plaza; los grupos económicos, a la justicia. En la vida hay que elegir. Señores jueces de la Corte Suprema: lo que tengan que hacer, háganlo pronto. Cuando termine este pleito ya resuelto en la conciencia de millones de argentinos, otro juicio está esperando: el de la historia.

jueves, 22 de agosto de 2013

Las corporaciones vienen por todo

El lóbulo emocional de Héctor Magnetto

 

Cuando la derecha reclama "correcciones", le está exigiendo al kirchnerismo que pida perdón a los grupos económicos.

En un híbrido entre el deseo y la necesidad, las corporaciones económicas vuelven a creer que "la pelota está picando y hay que agarrarla antes que la recuperen los Kirchner", como aconsejó en julio de 2009 Hugo Biolcati, por entonces titular de la Sociedad Rural. El representante de la más recalcitrante derecha argentina estaba llamando veladamente a un golpe de Estado. Como hoy. El estanciero creía que el resultado de las elecciones del 28 de junio abría en el país un escenario político resbaloso, impredecible y, a la vista de sus espesos intereses económicos, esperanzador. El mismo "fin de ciclo" que creen inaugurar los protagonistas de la derecha tras las elecciones Primarias. 

Quienes desean ver muerto al kirchnerismo desde el primer día de su asunción se aprestan a arrinconar con títulos catástrofe a Cristina para que de una buena vez por todas acepte sin condicionamientos el pliego de demandas que ya en mayo de 2003 había exigido José Claudio Escribano.

Cada cuatro años, más o menos, la derecha se entusiasma con salir campeona después de ver los resultados de la primera fecha. Habrá que ver si su derrotero acaba finalmente en un exitoso fracaso, o todo lo contrario; en cualquier caso, la experiencia indica que lo intentará. Quienes no trepidaron en provocar un genocidio físico en los '70, y otro cultural y económico en los '90, es difícil que acepten los límites que les impone una democracia imperfecta todavía, pero ágil, dinámica, dispuesta a superarse. Las corporaciones siempre vienen por todo: es condición intrínseca al capitalismo.

Asistimos con asombro, y sin ninguna sorpresa, a un obsceno apriete mediático. El mal de Hubris, el lóbulo emocional de la presidenta, la inexorable transición, el pase de facturas internas, la sangría progresista en el kirchnerismo, etcétera. Cristina no tiene un plan para los dos años de mandato que le restan, informará en forma reservada Sergio Massa a la Embajada, como ya hizo en 2009, y en unos años lo revelará WikiLeaks. Magnetto sí lo tiene.

Ojo: de tanto insistir con que la mandataria perdió su capacidad de interpretar la realidad, o la desconoce por completo, van a querer hacernos creer que las acciones de gobierno carecen de legitimidad y están viciadas de lesa fantasía. Por ejemplo, el llamado al diálogo con industriales, banqueros y trabajadores para discutir mano a mano qué país están proyectando. Lo mismo con su estado de salud. Cuando la derecha reclama "correcciones", le está exigiendo al kirchnerismo que pida perdón a los grupos económicos. Cuidado con la "autocrítica": ante una derecha que viene de atropellada, agacharse a atar los cordones puede equivaler a un suicidio político.

A propósito, el antojadizo análisis sobre la patología clínica de la presidenta formulado por un neurólogo que hace su residencia en TN es singular. Para empezar adolece de una contingencia determinante en la práctica médica: revisar al paciente. El mandato ético de un médico debe ser dar prioridad a la salud del doliente, no privilegiar el interés político de los enemigos del enfermo. Paradojas de la libertad de prensa a la Argentina. Nelson Castro mató ya dos veces a Cristina. En ambas falló. Ni la glándula tiroides ni el virus del poder terminan de darle la razón. La presidenta insiste en recomponerse, pero mientras tanto los titulares de las corporaciones toman aire fresco y definen estrategias. El 28 de agosto, cumpleaños de Clarín, los encontrará unidos y organizados como no lo estuvieron en todos estos años. He ahí el último servicio prestado a los prepotentes económicos por la "justicia independiente", como se hace llamar a sí misma.

"Cuatro millones de votos menos para Cristina", se engolosina Clarín como un niño, aunque no dice "dos diputados más para el Frente para la Victoria", como limitaría un adulto. La titularidad de la Cámara de Diputados para la oposición, la presidenta de las Comisiones para la oposición, la economía para las corporaciones, para Clarín la Corte Suprema, y unas cuantas cosas más también. En el medio, el dueño del Ingenio Ledesma, Carlos Pedro Blaquier, aprovecha la volada electoral para plantear la nulidad de la causa que lo investiga por su responsabilidad en crímenes de lesa humanidad durante el genocidio cívico-militar, citando un fallo de la Corte contra Alejandra Gils Carbó. Sintomático. Y la presión contra la moneda nacional que no cesa.
El objetivo es obvio: impedir que el kirchnerismo mejore en octubre su caudal de votos, se consolide como primera fuerza en todo el país, y hasta aumente la brecha con la segunda minoría. El desafío es forzar un escenario en el que Cristina aparezca derrotada, sin margen alguno de maniobra, impedida de intervenir en la continuación presidencial, acosada por intrigas palaciegas, rencillas internas y múltiples disputas. La estrategia, que no es nueva, esta vez viene recargada. Fracasado el intento en 2009, cuando todavía contaba con un vicepresidente propio en la línea de sucesión presidencial, la derecha explora otros caminos. Julio Cobos es hoy Jorge Lanata. Las operaciones de prensa sobre la corrupción K se escalonan y apuntan, ya sin ningún prurito, a Néstor y Cristina Kirchner. La cadena mediática es tan imponente que no repara en el detalle de que sus "falacias verdaderas" son desmentidas simultáneamente a su publicación. Si lo apuran, Lanata hasta reconocerá que se equivocó en algún dato central, pero eso a quién le importa. El daño ya está hecho.

La pelota sigue picando en el área. Magnetto quiere empujarla al fondo de la red antes que vuelva a controlarla Cristina. En el apuro por convertir se pone en offside. Él se cree el salvador de la patria, el garante de la libertad de expresión, el héroe de los ofendidos por la "intolerancia K". Desde la cima de su poderío mediático, confunde los intereses de la Nación con los suyos propios. Su "natural tendencia narcisística a ver el mundo primariamente como una arena en la cual ejercer el poder y buscar la gloria", como diagnosticó Nelson Castro, lo lleva a la torpeza de demandar civilmente a un periodista que lo contradice desde su micrófono. Aislado de la realidad, ajeno a ella, confundido, patea creyendo estar ante al arco vacío y… la tira afuera. No hay duda: padece el síndrome de Hubris.