Datos personales

Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Viviremos y venceremos

Cansan tantos rodeos infinitos, previsibles rebusques, explicaciones mitad clínicas, mitad zodiacales, para confundir lo evidente. La espera entre impaciente y comedida a que lo sugiera otro –si es un profesional médico, mejor– para decirlo luego envuelto en el celofán de periodistas-brujos, políticos-chamanes, golpistas-demócratas. El giro predecible y obvio sobre un mismo punto como un adolescente que no sabe cómo decir el amor. Perro que da vueltas sobre su cola, deliberada y torpemente, antes de ponerse a cagar.
 
Se les nota, sin embargo. Bailan un minué sin gracia, infinitamente más lento que el compás. Sonríen por lo bajo mientras otean a la pareja de al lado. Vigilan, expectantes. Siempre están al acecho.
 
Se gastan un rollo entero en Spinetta en suecos, flaquísimo como un pescado rabioso, para insinuar al mismo tiempo que la muerte siempre anda rondando por ahí, en un cuerpo u otro, saltando de un pulmón a una garganta, según le plazca.
 
¿Qué te pasa, sur, que llueve cáncer en pleno capricornio? No hay caso; este país parece que es así, nomás: contragolpeador.
 
Cuando Néstor murió, sus enemigos más notorios en los medios que ya sabemos evitaron la primicia. Se pellizcaron antes de subirlo a sus sitios digitales. Tardaron unos minutos más que el resto. Ahora, igual. Les encanta conjugar esa palabra tremenda, como una maldición, en sus títulos de portada, a prudente distancia, “objetiva y veraz”, de quienes difundieron velozmente la información, por mensajes de texto o mirándose al fondo de su iris, acaso como un exorcismo, y no pegan un ojo desde entonces.  
 
Y después, el pronóstico falluto: curable en 9 de cada 10 casos, cuando resulta obvio que le prenden la vela al 10 por ciento restante.
 
La democracia de los buenos modales ha inventado otra plaga para los que osen cuestionar al poder fáctico: stress más depresión post traumática, igual: enfermedad del poder. “La tragedia de los presidentes peronistas”, como decía ayer el zócalo de una pantalla que ya conocemos. Sabelotodos que demandan prudencia. Equilibrio. Maestros ciruelas que repiten, como una tía solterona: “Yo te dije”. Como si los dueños de la guita no ejercieran el poder. Como si el poder fuera exclusiva propiedad o atributo de la mandataria que el pueblo eligió, y no de los poderes concretos, del dinero puro y duro, que no votó ninguno, pero estructuran nuestras vidas en sociedad desde que nacimos: las corporaciones, los propietarios de los medios donde sus empleados tras los micrófonos festejan a sueldo. Cáncer y aguinaldo. ¡Fuera la Gendarmería de Cablevisión!
 
Se equivocan, sin embargo. Erran otra vez. Insisten en el mismo error de otras veces, de otras circunstancias incluso más dramáticas que una cirugía programada.
 
Cuanto más duro y difícil se le haga, más cuesta abajo en la pendiente, más sola y débil parezca, hipotensa, afónica, más néctar saldrá de esta mujer. El pueblo, simplemente, la acompaña. La banca. Le cree. La ama. Su silencio es un grito que golpea contra las ventanas. Dice que está para lo que sea necesario. Ordene nomás, señora Presidenta. Compañera, que se dice. Nosotros: sus partisanos, como dijo Hebe, en la Plaza, el último jueves del año que ya termina. 


Demetrio Iramain

jueves, 17 de noviembre de 2011

Ni civiles ni militares: Estado o grupos económicos

AEROLÍNEAS Y PROYECTO NACIONAL
 Publicado el 17 de Noviembre de 2011

El gobierno nacional ha vuelto a enfatizar sus objetivos estratégicos: la defensa a ultranza del patrimonio público, la optimización de sus facultades legales, y la confirmación de su rumbo económico, político y social. 
 
El conflicto desatado por un sector de los trabajadores de Aerolíneas subraya la necesidad de abordar un debate central, ciertamente impostergable: el rol del Estado en la actual circunstancia histórica que atraviesa el país. Ese debate debe formar parte de la agenda diaria de los argentinos y no sólo ser materia opinable entre los funcionarios públicos y los analistas políticos.

 En rigor, importa poco si los controladores de tráfico aéreo deben ser civiles o militares, como falsamente plantea el argumento opositor, resaltando la contramarcha a una medida dispuesta en su oportunidad por Néstor Kirchner. Eso es casi anecdótico. Nota al pie. Lo cardinal en el decreto presidencial, que el lunes transfirió con autoridad y decisión al área de Defensa las tareas que cumplían los operadores de la torre de control de Ezeiza afiliados al sindicato de Cirielli, es que el gobierno nacional ha vuelto a enfatizar sus objetivos estratégicos: la defensa a ultranza del patrimonio público, la optimización de sus facultades legales, y la confirmación de su rumbo económico, político y social por sobre cualquier prejuicio. 

 A propósito, el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, hizo sus primeras armas en la militancia política en el gremio de empleados judiciales. Los trabajadores nucleados en la UEJN (por Unión de Empleados de la Justicia de la Nación ) tienen una consigna que sirve para pensar lo estatal, tanto más en un proceso como el que recorre la Argentina desde 2003: “Los judiciales somos la última garantía de justicia para los argentinos”, especialmente los de flacos recursos económicos y culturales, que no tienen dinero suficiente para pagar buenas defensas técnicas ni grandes contactos en las corporaciones que estructuran la vida en la sociedad capitalista.

 Los judiciales tienen muchas razones para protestar, tanto que no cuentan todavía con un Convenio Colectivo de trabajo que los habilite a discutir formalmente con sus empleadores (la Corte Suprema, en última instancia) todo lo que hace a su relación laboral: desde el salario hasta el horario de la jornada. Sin embargo, nunca boicotearon el servicio de justicia. ¿Se imagina alguien qué pasaría si los trabajadores judiciales sabotearan los juicios penales a los genocidas como respuesta a las deficientes condiciones edilicias en las que deben cumplir su labor? Cada vez que llaman a paro de actividades (y en los últimos años esto ha ocurrido poquísimas veces), aclaran en los volantes que los convocan, que quedan exceptuados del compromiso gremial los trabajadores que prestan servicio en los tribunales federales abocados a la tarea de juzgar el terrorismo de Estado. Es un gesto político, hacia adentro de los tribunales y hacia la sociedad toda, que los engrandece.

 Porque los trabajadores que cumplen tareas en empresas o áreas del Estado tienen un doble cargo: al tiempo que deben observar el buen cumplimiento de sus quehaceres por imposición propia de su función, también deben hacerlo por la demanda social que ese empleo está llamado a satisfacer. “Los estatales” (genérico que no alude a un encuadramiento de tipo sindical, claro, sino en tanto su pertenencia a la supestructura del Estado, cualquiera sea el poder del que dependan) tienen que hacerse cargo de esa responsabilidad. Es intransferible e intrínseca a su función. No cumplirla es un agravante. Sus objetivos gremiales deben exceder lo estrictamente salarial y comprender motivaciones políticas, siempre con responsabilidad e inteligencia, que aporten a la visión de país de ese segmento de la clase trabajadora, y no al mezquino e inmediato interés de ciertos dirigentes.

 El Estado es un área sensible por definición. Terreno de disputa entre clases, siempre está en tensión. El Estado que ahora es inclusivo, hasta 2003 era todo lo contrario. Sólo se dedicaba a satisfacer intereses privados y privativos, y a armarse hasta los dientes, con leyes y balas, para enfrentar con rigor y brutalidad a quienes los resistieran. En el caso de Aerolíneas Argentinas estas tensiones resultan evidentes. No son pocos los que se montan al conflicto para regresar al debate político los mitos y obsesiones más rancios de los años noventa: ineficiencia estatal, rentabilidad empresarial vs. perfil social de la compañía, dirección técnica (un director-gerente que, esencialmente, sepa manejar un avión) por sobre la gestión política y estratégica, en sintonía con un determinado proyecto nacional, encarada por un abogado y militante.
Nunca como ahora (un escenario signado por la fuerte crisis financiera en los países europeos, el golpe de mercado que se intenta dar en nuestro país, el envío de divisas que las multinacionales en aprietos en sus casas matrices exigen a sus filiales en las regiones periféricas) resulta más inoportuno y contraproducente privilegiar el interés sectorial en detrimento del general.

 ¿Qué mundo están proyectando quienes juegan con fuego queriendo correr por izquierda al oficialismo? Quienes comparan a La Cámpora con López Rega, al tiempo que avizoran cierto stalinismo franquista que confiscará los ahorros ¿dónde viven? Afuera del Estado de la inclusión social, de la generación de riquezas y, principalmente, de su equitativa distribución, no está la revolución socialista. Por el contrario, hay lobos capitalistas, voraces intereses financieros y usureros de todos los colores frotándose las manos, esperando que el mercado les dé la oportunidad perdida por goleada en los comicios. Creen que la crisis mundial les abrirá la puerta que la región les cerró en la cara cierto día de noviembre de 2005, cuando la Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Se equivocan.

Fortalecer al Estado, maximizar sus recursos, simplificar sus pliegues y contradicciones, armonizar la conducción de quien acaba de ser reelecta con un porcentaje de votos casi desconocido por nuestro sistema democrático, deben ser el reto y desafío a encarar por quienes ansían profundizar el proyecto iniciado en 2003, tal como lo demandó el pueblo en las urnas, menos de un mes atrás.

jueves, 10 de noviembre de 2011

La calle “30 de abril de 1977”

La primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo
Publicado el 10 de Noviembre de 2011
Por Demetrio Iramain
 
No hay distribución de la riqueza ni transformación material que perdure, si las luchas concretas en pos de conseguirlas no se proponen cambios simbólicos. Ninguna de las dos disputas puede prescindir de la otra.
 
Hay una calle en La Paternal que cruza la Avenida San Martín, poco antes (o después) del puente. No obstante sus pocas cuadras, su nombre, que corresponde a una determinada fecha, es emblemático. Y remite a un hecho francamente desgraciado de la civilización humana. Ese día sigue siendo feriado en el calendario oficial, pero desde el año pasado ha visto alterado sensiblemente su alusión simbólica. El 12 de octubre ya no es más el Día de la Raza, sino el del Respeto a la Diversidad Cultural.
 
¿Quién podría estar en contra de seguir reescribiendo la historia de nuestro pueblo, cambiando ahora el nombre de esa calle por el de otra fecha: 30 de abril de 1977, día que recuerda la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo, como instancia previa a declarar feriado nacional inamovible esa jornada? Ya llegará el día en que una calle larga, céntrica, cercana a su sede en el barrio de Congreso, o contigua al Palacio de Justicia, lleve el nombre de esa organización.
Por cierto, La Paternal es un barrio de trabajadores. El más importante club de la zona, Argentinos Juniors, donde debutó Maradona, fue fundado en una biblioteca anarquista, cierto día de agosto de 1904. Inicialmente, el club se llamó Mártires de Chicago, en honor a los obreros ahorcados en esa ciudad norteamericana el 1 de mayo de 1886. Un día después del 30 de abril. “Mente sana en cuerpo sano”, es el lema del club campeón de América. Consigna dialéctica si las hay, propia de otra sociedad superadora de la actual, ya vieja, que todavía hoy insiste en abordar ambos componentes de lo humano por separado, enfrentados uno con el otro. También las Madres han unido conceptos que el capitalismo presenta antojadizamente inconexos: ética y política, teoría y práctica, acción y reflexión.
Algo estará mejor, “más sano” en la salud cívica de La Paternal, el día que una de sus calles recuerde la última gran epopeya de los argentinos, y no la marca en el calendario que señala el comienzo de uno de los mayores genocidios que soportó la especie humana: el de la colonización de nuestro continente por las naciones más poderosas de Europa.
Aunque las Madres que ese día marcharon por primera vez en Plaza de Mayo no lo sabían por entonces, a partir de esa fecha cambió para siempre la historia de esta parte Sur del mundo. Las Madres dejaron una huella profunda, no sólo en la herencia de lucha de este pueblo, también en la cultura de Occidente.
Como en ninguna otra experiencia similar y contemporánea a la suya, las Madres convirtieron su particular vínculo filial en vital lazo político. Hicieron del dolor único e intransferible que la ausencia del hijo o hija provoca, una profunda relación política con su pueblo. Socializaron la maternidad y se reconocieron como Madres “políticas” de todos los desaparecidos, “hijas” de sus hijos e hijas, “paridas” a la lucha por el ejemplo de ellos y ellas. Lograron lo que parecía un imposible: que un grupo de mujeres, madres de hijos arrancados para siempre de la vida, sin experiencia política alguna, totalmente heterogéneo en la formación ideológica de sus integrantes, absolutamente desconocedor del tamaño del enemigo a enfrentar, hiciera de su lucha un planteo revolucionario, humanista como pocos, singularmente eficaz y claramente vencedor de las mayores perversiones del capitalismo, que recorrió el mundo e inspiró a otros colectivos de mujeres.
El próximo 30 de abril (apenas dentro de seis meses) se cumplirán 35 años de ese día. Tres décadas y media protagonizando las Madres de Plaza de Mayo hechos emblemáticos de nuestra realidad cultural y política, nacional y latinoamericana.
La cifra redonda del aniversario subraya la pertinencia del reconocimiento hacia ellas. Y no sólo: que muchas de estas heroínas contemporáneas estén vivas todavía; que a pesar de sus 97 años, como tiene la Madre de edad más avanzada, aún continúen marchando; que cada jueves a la hora de la siesta cualquiera de nosotros pueda verlas en la Plaza de Mayo, o acercarse para conversar con ellas, justifica que ocurra eso que pocas veces sucede en la vida institucional de nuestra democracia: el homenaje en vida.
Seguramente, ciertas voces de la derecha residual y la vieja oligarquía resistirán la modificación catastral. Precisamente, porque entienden que el cambio excedería la mera variación en el registro de calles y avenidas. Son los mismos que le siguen diciendo Canning a la Avenida Scalabrini Ortiz, y que se regocijan con que la calle que recuerda a Juan Domingo Perón se llame por su grado militar y no por la condición que alcanzó con el voto de su pueblo: presidente. Hay sutilezas de grandes proporciones.
La derecha sabe, por zorra y por vieja, que un proyecto de transformación como el que transita la Argentina lo es cuando su competencia alcanza el terreno cultural. No hay distribución de la riqueza ni transformación material que perdure, si las luchas concretas en pos de conseguirlas no se proponen cambios simbólicos. Ninguna de las dos disputas puede prescindir de la otra.
No es momento de forzados consentimientos. “¿Quién ha visto al carnicero casándose con la ternera / a la ternura con el capitalismo?”, se preguntaba Juan Gelman hace 40 años. La respuesta tiene vigencia todavía hoy. En la Argentina del futuro las Madres de Plaza de Mayo representan el Km 0 de la unidad nacional. El necesario punto de encuentro de identidades políticas diversas. El puente entre generaciones. El 54% de votos favorables a la profundización de lo ya recorrido, es razón y fuerza fundamental de lo que todavía resta ser alcanzado.
Ojalá los argentinos de bien nos honremos a nosotros mismos al finalizar el mes de abril próximo, rebautizando esa calle con el nombre “30 de abril de 1977”. Homenajearlas a las Madres en vida, a 35 años del comienzo de su lucha, sería un profundo acto de justicia. De reparación histórica. También para con los socialistas y anarquistas que fundaron cerca de esa calle el club Mártires de Chicago, más de un siglo atrás. Uno más en una tierra dolorida pero entusiasmada, arrasada pero en franca reconstrucción, que lenta y decididamente va encontrándose consigo misma. 

lunes, 7 de noviembre de 2011

De dólares y dolores

FALSA CONCIENCIA
Publicado el 3 de Noviembre de 2011

El reto es alcanzar una nueva hegemonía que trascienda el resultado electoral. Que plasme los millones de votos en una construcción social y política de largo alcance.



Algunos comunicadores del establishment quieren instalar forzadamente la idea de que el triunfo arrollador del oficialismo anuncia la próxima llegada del “comunismo estatista”. Recurren a la emoción violenta del egoísmo antisocial para sugerir conductas rayanas en el ridículo o la más elemental de las psicosis. Quieren convencernos de que lo que se viene es una especie muy particular de dictadura del proletariado, o dictadura a secas, cruza de Francisco Franco y Fidel Castro. El mono tremendo del conflicto por el conflicto mismo y la crispación.
 
Extrañamente, algunos prejuicios evitan la objeción irracional a la figura de la Presidenta. La monocromía argumental se frena seca ante el contundente resultado del 23 de octubre. Hay quien prefiere descargar su ira en cierto fetiche a mano de su absurdo: Guillermo Moreno.
 
Algunos se preocupan por la “prepotencia gestual” del secretario de Comercio, como repiten sin pensar. No se detienen a calibrar que sobre el funcionario no pende ni una sola sospecha de coimas, a pesar de que debe lidiar a diario con influyentes empresarios, capaces de formar precios. O de deformarlos, a los precios y a los funcionarios.
 
En la intimidad de sus cabezas sobre la almohada todos esos argentinos que reciben acríticamente los discursos mediáticos, saben que se necesita mucho más que un par de guantes de box para ejemplificar las mil batallas que aún debe librar el proyecto nacional y popular, pero no se hacen cargo del desafío. No se disponen a desandar las opiniones que consumen, ni siquiera desde las conclusiones que les dicta su propia experiencia vital. Si no fuera por el modelo de sustitución de importaciones que Moreno ejecuta eficazmente, múltiples fuentes de trabajo estarían cerradas con siete candados. Todo eso sin contar los aumentos salariales de cada año, que superan con holgura no sólo los índices oficiales de inflación, sino también los privados, que difunden malintencionadamente los opinólogos de la derecha. 
 
Por cierto, el efecto político inmediato de conductas semejantes es casi nulo. Quienes creen sin dudar las constantes operaciones de distracción y/o confusión mediáticas, son cada vez menos. Sus cacerolas suenan huecas. Elecciones mediante, ese drama particular de algunas conciencias es, no obstante, un complejo mundo a descifrar. Lo que falta.
 
¿Y qué es eso que falta? Conciencia y organización. Los desconcertados no son, objetivamente, enemigos del proyecto nacional, sino víctimas de la hegemonía cultural de las clases que los mantuvieron sojuzgados históricamente. La consolidación de otro proyecto para las políticas estatales, superador del que lo mantuvo cautivo durante los 35 años anteriores a hoy, requiere un avance en ese sentido. Que marchen juntas las políticas redistributivas, los resortes de control gubernamental y el desarrollo cognitivo de las clases populares.  
 
De ahí el reclamo de la Presidenta de organizarnos, expresado en su discurso en la misma noche del comicio. La necesidad de formarnos en política, de agruparnos en múltiples frentes que no nos dejen solos ante la vida en sociedad, impávidos ante el televisor, para sobrellevar en mejores condiciones las batallas que indefectiblemente sobrevendrán. Eso también (y quizás esencialmente) es profundización. Sin organización y conciencia no hay medida progresiva que aguante.
 
El proyecto nacional y popular nunca mintió sus intenciones. Desde la campaña del año 2003 propone una “Argentina unida, una Argentina normal, un país serio”, pero en la perspectiva de un “país más justo”, como ya expresara Néstor Kirchner en su discurso ante la Asamblea Legislativa , el 25 de mayo de 2003. ¿De qué se asustan entonces? ¿Acaso quieren volver al Estado bobo del neoliberalismo tardío, que observaba impasible la fuga de capitales que dio el tiro de gracia a la convertibilidad? Ya aprendió este país nuevo, en franca construcción, a resolver los conflictos propios de su desarrollo, a darles el lugar que se merecen en una democracia ágil y dinámica como no conocimos los argentinos al menos desde la postdictadura.  
 
El reto es alcanzar una nueva hegemonía que trascienda el resultado electoral. Que plasme los millones de votos en una construcción social y política de largo alcance. ¿Cómo? Quizás articulando sobre la certeza de que solos no somos nada, que el cambio será colectivo o no ocurrirá nunca, y que sólo trascenderemos en comunidad. O trabajando sobre una condición indispensable: superarnos a diario, para ser mejores personas, más despiertas, solidarias, dispuestas al esfuerzo compartido, comprometidas con un tiempo histórico que es de transición, como lo son todos, porque si estuviera quieto o estanco estaría fuera de la historia.  
 
“El cambio no debe reducirse a lo funcional, debe ser conceptual”, dijo Néstor Kirchner en su mensaje por cadena nacional el 5 de junio de 2003. Son palabras fundacionales de este proyecto, que siguen reconociéndose en los últimos mensajes de Cristina Fernández. Una delgada pero firme línea de conducta los une. ¿O qué es sino una exhortación a cambios conceptuales el reclamo de la mandataria en cuanto a la necesidad de “otras prácticas para las protestas”, pronunciado tras el extemporáneo corte de la Avenida Ricchieri realizado por 50 activistas de la UATRE ? 
 
No es sólo un saber académico lo que hace falta. Los libros instruyen, pero sin la experiencia resultan incompletos. No hace falta ser sociólogo para tener conciencia de la pertenencia a una determinada clase social, con tales y cuales intereses, en un momento muy preciso del mundo, en este lugar de la región latinoamericana. Pero ellos, los sociólogos, también son necesarios, como los torneros y los poetas.   
 
Noviembre es desde hace un año el mes del feriado nacional por el Día de la Soberanía. Buena excusa para repensar la Historia. Para reconocernos en ella y proyectarnos. Para dejar de mirarla con ojos ajenos, y empezar a hacernos cargo de nuestra parte en sus misterios, que no tienen que ver con un pasado color sepia, sino con la más palpitante actualidad. En ese juego andamos.

jueves, 27 de octubre de 2011

Kirchner, un modelo militante siglo XXI

Publicado el 27 de Octubre de 2011

Hay quien mira su fotografía y llora. Todavía hoy. Yo no. Ya no. A este pueblo que componemos le quisieron dar un volantazo en plena curva, y no pudieron. Salió a la calle un 27 de octubre, hace un año, para impedirlo. Se dio cuenta a tiempo. Antes. Lo madrugó como un goleador de área. 

Néstor Kirchner construyó un modelo de militante propio de su época. He ahí, quizás, su mayor aporte. No forzó hasta el grotesco o la antihistoria la versión del militante heroico de los años setenta; creó uno afín a su concreta circunstancia: la de una democracia maltrecha, vacía, que necesitaba generarse a sí misma, nacerse otra vez. Su legado a la cultura política de los argentinos es vasto. Contundente y a la vez sutil.

La presidenta Cristina Fernández destacó en su discurso del domingo 23 de octubre que no hablaba sobre su marido desde su condición de “viuda”, sino desde el perfil que moldeó junto a su esposo durante los 35 años que estuvieron juntos: mujer, militante, parte indisoluble de una pareja política. No es la primera vez que se posiciona en ese sitio tan hostigado por discursos y prácticas de la postdictadura, falsamente reñido con lo institucional, y por fin reconquistado para el acervo social. 

Políticamente, a ninguno de los dos es posible pensarlo sin el otro. Son indivisibles. Se multiplican. Ese rasgo tan particular para una pareja de militantes devuelve al acontecimiento amoroso un atributo que la posmodernidad, el neoliberalismo, la crisis del sujeto, la derrota de la revolución, le hicieron perder dramáticamente: la circunstancia exterior. El proyecto propio, aunque sea de a dos, encarado en función de un colectivo mucho más amplio. El amor de Néstor y Cristina, cocinado en los fuegos de la entrega apasionada a la causa de la Patria, reivindica la noción de humanidad que el sistema intenta desmontar en la subjetividad de las personas que viven en él.

Néstor Kirchner rescató para las nuevas generaciones la Historia, sin grandes sobreactuados, pero sí con los necesarios. Con naturalidad propia de la Historia. Apeló al rasgo generacional para su construcción política, pero sin resignar la herencia. Construyó ilusión en una sociedad que la había perdido.
Reivindicó para la organización social la política, y rigió la gestión del Estado sin escaparle al conflicto. Al tiempo que no regalaba nada, apelaba a “poner la otra mejilla”. Inquietante. Interpreto: avanzar en los momentos justos. Llegado el caso, disponerse sólo para contragolpear. Desde el suelo o las cuerdas, lanzar los más inolvidables mandobles políticos, por su robustez y también por lo inesperado.  

Como pocos, supo resumir las tensiones de su tiempo. Aprendió a hacer de sus carencias su mayor capital. “La fuerza de él”, como dice Cristina replicando su ausencia. Siempre tuvo claro que el capitalismo dependiente que regentea la Argentina se había quedado sin ética, sin principios, sin proyecto de país. Supo que su momento político había llegado ni bien advirtió que las clases dominantes adolecían de plan superador para la sociedad de su tiempo. Un pueblo sin héroes se descubre huérfano y sale a la calle: lo encuentra en Néstor Kirchner y demuestra, en su envés, que el verdadero héroe es él mismo: pueblo movilizado. Lírica y poética nuevas. 

El santacruceño creó su programa cabalgando sobre la rebelión popular de 2001. Leyó como ninguno aquella crisis de representación en que se sumió el orden neoliberal resquebrajado. Tuvo la grandeza de armonizar justas y viejas reivindicaciones populares, complejas demandas de trabajo y justicia, con anquilosadas estructuras que ventiló desde la cúspide del aparato estatal, logrando que también ingrese aire por los zócalos. Tensó hasta lo impensado los estrechos límites de lo posible. 

Se recordará cuando en aquel frío invierno de 2009, tras perder aunque por escaso margen la elección en la provincia de Buenos Aires, Kirchner renunció a la presidencia del PJ, y en vez de desensillar hasta que aclare, se mostró a la semana del comicio junto a los intelectuales de Carta Abierta en Parque Lezama. Anunciaba de ese modo que el camino a recorrer transitaría la profundización de lo realizado hasta entonces. Lo confirmó días después cuando acompañó en un acto a las Madres de Plaza de Mayo. ¿Quién podía vaticinar que en vez de negociar un tránsito ordenado y decoroso hasta el fin del mandato, como le sugerían incluso sectores propios, enviaría al Congreso la Ley de Medios y recuperaría para el proyecto nacional los fondos de los trabajadores cautivos en las cuentas de las AFJP? Nadie. Décadas de posibilismo y pedagogía de la derrota impedían ilusionarse.   

Siempre dobló la apuesta Kirchner. Cada vez que la política le auguró silencio, en lugar de guardar violín en bolsa, tensó la cuerda con intenciones de que cante, no de que se rompa. 

¿Qué pájaro se subió a su pensamiento y voló del pasado al presente, la vez que siendo presidente se declaró compañero de los desaparecidos? ¿Volaba dentro de sí desde hacía años, bajito, suave, imperceptible, para que la sombra no descubriera su vuelo, o rajó de una luz y pasó a otra como fuego? Aunque eso, ¿a quién le importa? ¿Lo invalida, acaso? ¿Pregunta la hora a qué minuto corresponde el próximo segundo, o suma sesenta y a otra cosa mariposa? ¿Existe otra manera de ser tiempo histórico, presente político, en esta parte sur del mundo?

Hace un año que falta y de su agujero en la tierra crece polen de flores que salen por aquí. Néstor Kirchner se fue una primavera y a la siguiente regresó. No se había ido nunca. Hoy es millones de votos. Ayer fue niño que nació de madre bien alimentada. El futuro tiene olor a mañana va a llover.

domingo, 23 de octubre de 2011

Vamos a comer Fabián Casas

BINNER Y SUS PREVISIBLES APOYOS INTELECTUALES





Demetrio Iramain

Poeta



“Vamos a comer Caetano/ vamos a devorarlo, deglutirlo, masticarlo./ Vamos a lamerle la lengua”, canta Adriana Calcanhoto. Así, la cantante gaúcha hace suya cierta tradición antropofágica en la cultura brasileña, muy saludable por cierto, que plantea la necesidad de, en determinado momento de su desarrollo, terminar con lo anterior, “comerse” a Caetano Veloso, para nutrirse y nacer una nueva expresión cultural, renovada y distinta.
En la Argentina no es tan así. El año pasado el poeta Fabián Casas se sintió molesto cuando un grupo de escritores guillotinó uno de sus libros en el acto de presentación de la antología que los reúne. “Si Hamlet duda le daremos muerte”, se titula el libro que da voz a 52 poetas nacidos en los años setenta, algunos de ellos inéditos. Con el provocador gesto, esta suerte de “poetas del Bicentenario” quería representar la necesidad de terminar con la retórica del reviente, los clichés de la antipolítica y los protagonistas de la escena poética de los años noventa, y pasar al frente. 

La firma de Fabián Casas en una solicitada en favor de la candidatura de Hermes Binner lo explica todo. En ese texto, que también suscriben Beatriz Sarlo, Tomás Abraham y Federico Andahazi, entre otros, se justifica el apoyo al todavía gobernador de Santa Fe en la peregrina idea de que aún “persiste una gran deuda social” y que “a pesar del crecimiento económico a tasas formidables de los últimos ocho años, la disparidad en el acceso a los derechos económicos y culturales es dramática y millones de argentinos y argentinas viven en la pobreza y aun en la indigencia”.

Lejos de aceptar ser guillotinado, y junto a su libro el horror social de los años noventa, Casas se dedica a buscar denodada y militantemente rastros de menemismo para justificar en el escenario social de hoy su vieja arte-poética. No acepta bajo ningún concepto que el país ha cambiado sensiblemente en beneficio de las dos terceras partes de la juventud que en aquellos años noventa, cuando él publicó su primer libro, parecía condenada a poner “monedas en las vías, / miran pasar el tren que lleva gente / hacia algún lado. / Entonces corren y sacan las monedas / alisadas por las ruedas y el acero, / se ríen, ponen más / sobre las mismas vías / y esperan el paso del próximo tren./ Bueno, eso es todo”, como escribió en su poema “Paso a nivel en Chacarita”, de su libro Tuca.

Fabián Casas asume así una extraña forma: la de ser el “Pino” Solanas de la poesía, el Lanata de las letras argentinas. Sin dudas, su estética extraña al menemismo. Necesita de él. Pero en vez de cambiar sus formas poéticas, Casas opta por agachar la cabeza ante la nostalgia que siente de aquella devastación social e inventa una situación política a conveniencia de su voz lírica: la que le presta el soporte Binner. Error: esa, y no otra, es la “izquierda demasiado pedagógica” que escribe peor que la derecha, según observara en una entrevista reciente.
Por cierto, muchos pibes y pibas de hoy ya no se quedan al borde de la vía mirando pasar el tren. Arduas luchas mediante, el paraíso marginal de la tuca, la cerveza y el ocio (no el “ocio creador” del que habló Luis Luchi cuarenta años antes), dio paso a otra criatura social mucho más edificante, comprometida con su circunstancia, cercana a la agitación poética que propuso otro vecino de aquel paso a nivel: Roberto Santoro, desaparecido desde junio de 1976, cuyo nombre titula una plaza sobre la avenida Forest.  

Sería ingenuo plantear que todos los postadolescentes de hoy son activos militantes políticos, pero es igualmente falaz no advertir lo evidente: la presencia cada vez más explícita de jóvenes en instancias clave del Estado, en la conformación de centenares de grupos que asumen militancias territoriales y en la definición de un proyecto colectivo para el país, que sea generoso con la gente que lo habita y no sólo con los poetas que luego escribirán sobre él, bebiendo en la fuente de sus desmesuras. ¿El pueblo necesita revolución o bellos poetas malditos?

Así como el descalabro social que inauguró el menemismo fue musa inspiradora para narrar de mil maneras ese desgarramiento, desde 2003 asistimos a un hecho poético de nuevo tipo: la reconstrucción de esa tierra arrasada que fue la Argentina. El 27 de octubre del año pasado, esa nueva épica alcanzó su punto máximo: la salida a la calle en oleadas de un pueblo entero, dolorido pero entusiasta, con un único propósito: sostener a la Presidenta ante la muerte inesperada de su esposo y ex mandatario, y defender contra los noventistas de todos los colores agazapados en las sombras de la institucionalidad y los resortes hegemónicos de la cultura dominante, la alternativa política de las clases subalternas que Cristina Fernández conduce y sintetiza.   
En su poema Ezeiza, Casas se burla sin piedad de su interlocutor, su primo, parte de una generación de argentinos que “se colgaron de los árboles de Gaspar Campos/ y fueron a esperar el Duce a Ezeiza,/ tuvieron que soportar/ que el viejo no les trajera la revolución/ sino la peste”. Parece un berrinche de niño bien ante el fenómeno peronista, pero es bastante más que eso. Apunta al sueño revolucionario de toda una generación. Su primo tranquilamente podría ser Néstor Kirchner. “Príncipes violentos de los setenta/ ¿Qué podemos hacer por ustedes?/ No se convirtieron en políticos/ ni se exiliaron, ni están/ con dos enes en el pecho debajo de la tierra...”, se pregunta unas líneas antes, y algunos versos después concluye “a la gente le gusta pensar/ que la vida cambia. Y muchos viven pendientes/ de cosas que no le van a suceder nunca”.
Mal que les pese a muchos, esa lectura posmoderna de la generación perseguida por el Terrorismo de Estado, encandilada por las luces del centro que irradiaban fin de la historia, muerte de las utopías y caída del Muro de Berlín, fue superada por los propios acontecimientos.
Los versos de Fabián Casas resultan hoy un buen acercamiento para quien quiera leer en clave poética lo que nos pasó a los argentinos durante el menemato. Pero concluidos los años noventa, así como están no sirven más. En esta parte sur del mundo, tan dolorida de injusticias, la necesidad de “matar a los padres” y nacer a lo nuevo no es un asunto de vanguardias literarias, sino un mandato de la historia. No hay otro modo de ser y vivir. Vamos a comer Fabián Casas.

viernes, 14 de octubre de 2011

¡Ni un paso atrás!

SALDRÁ CON TIEMPO ARGENTINO EL PRIMER VIERNES DE CADA MES

Se presentó ¡Ni un paso atrás!, la nueva revista de las Madres de Plaza de Mayo



En un conmovedor acto realizado en el auditorio Juana Azurduy de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini agradeció a quienes con su solidaridad hicieron posible la realización de la revista ¡Ni un paso atrás!, que saldrá el primer viernes de cada mes con Tiempo
Argentino. 
El director de la revista, Demetrio Iramain, contó que las Madres llevan más de 30 años ininterrumpidos editando alguna publicación, desde los primeros boletines, pasando por las sucesivas etapas del Periódico, la revista Locas, Sueños Compartidos y ahora esta nueva iniciativa.

Tras ser presentada por Iramain como “la presidenta de este colectivo tan particular de mujeres luchadoras, madres de revolucionarios, sin las cuales difícilmente la Argentina hubiera podido llegar hasta la instancia política que estamos transitando hoy”, Hebe de Bonafini confesó que había contado “casi 980 años, acá en las primeras dos filas”, mientras sus compañeras y el auditorio reían. Luego recordó cómo fue la producción del primer boletín de las Madres: “Fue el modo en que sentimos que el otro recibía algo de nosotros, de lo que pasaba, de lo que no se contaba.”
Junto a ella, estuvieron en la presentación Iramain, el periodista Víctor Hugo Morales, el secretario general del SUTERH, Víctor Santa María, el poeta Camilo Blajaquis y Lucía García Itzigsohn, la editora general de la nueva publicación.

jueves, 13 de octubre de 2011

COHESIÓN Y PROYECTO NACIONAL
Necesidad de unidad y síntesis nueva
Publicado el 13 de Octubre de 2011

Que falte unidad en el campo popular es indicativo de otra carencia: la necesidad de sintetizar aun más firmemente el proyecto colectivo. De hacerlo carne en todos sus protagonistas.
 
Octubre es un mes por demás simbólico para las luchas populares argentinas. El 8 de octubre la izquierda marxista (aunque no toda, porque ella está compuesta de numerosas variantes) reivindica la figura del Che Guevara, debido a que ese día pero del año 1967 el revolucionario internacionalista, argentino pero cubano (o ambos gentilicios), cayó en Bolivia bajo fuego del imperialismo. El mismo día, la otra gran tradición del movimiento popular de este país recuerda el nacimiento de Juan Domingo Perón.
Por cierto, la unidad efectiva, concreta y vigorosa del vasto entramado de lo popular continúa siendo una asignatura pendiente. Hay avances, pero nunca son del todo eficaces. En este sentido, las Madres de Plaza de Mayo también han hecho un aporte fundamental. Ellas han contado infinidad de veces que al momento de organizarse, bajo las duras condiciones impuestas por el terror dictatorial, era condición indispensable de las integrantes del grupo no indagarse entre ellas sobre las militancias de sus hijos o hijas. Si se hubieran preguntado a cuál partido adherían, el dato habría conspirado contra la necesaria cohesión que debía lograr el movimiento.
Con el tiempo las Madres se reconocieron “madres de revolucionarios” a secas, sin importarles la organización, los puertos ideológicos de donde partieron a la disputa política o la determinada forma de lucha empleada por sus hijos: si las armas o el periódico, la villa o la fábrica, el territorio o la universidad. Comenzaban ellas a transitar el camino de la “socialización de la maternidad”, como le llamaron al proceso subjetivo por el cual se reconocieron más tarde “madres de todos los desaparecidos”, y no del suyo o suya únicamente. Las Madres primero socializaron las militancias de sus hijos, luego el vínculo filial que las unía a ellos.
A propósito, hay unos versos de Juan Gelman escritos hace más de treinta años, en los que el aquel militante, hoy Premio Cervantes, siempre poeta, decía “así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros/ pero todos los miembros del cuerpo siendo muchos/ son un solo cuerpo/ si el pie dijera ‘porque no soy mano no soy del cuerpo’ / o la oreja ‘como no soy ojo no soy del cuerpo’”.
                              
La poesía siempre tiene razón. Suele prender la luz justo cuando la conciencia de los hombres se nubla sola, o bien porque algunos otros cierran las ventanas deliberadamente, oscureciéndolo todo.
Que falte unidad en el campo popular es indicativo de otra carencia: la necesidad de sintetizar aún más firmemente el proyecto colectivo. De hacerlo carne en todos sus protagonistas, por disímiles que ellos sean. Admitir una conducción. Armonizarla asumiendo ese liderazgo por más que no sea propio. Aceptar que la oreja no puede ser mano, ni la columna, cabeza, en cuyo caso dolerían fuertemente las cervicales.
Recurro a un ejemplo burdo, pero cuyas desmesuras podrían ser ilustrativas: ¿qué pasaría si el director de la Biblioteca Nacional dijera que en este país hay poca libertad de expresión porque él no puede opinar despreocupadamente, sin prever consecuencias, sobre un escritor que ganó un Premio Nobel por sus virtudes literarias pero no por sus pensamientos políticos? Seguramente, la cadena de medios privados y hegemónicos adjetivaría positivamente sobre él, y lo tildaría del más tolerante entre el universo de pensadores K.
Es un buen ejercicio intelectual y político, preguntarnos qué pasaría el día que la contradicción principal, no las secundarias, se presentara de modo aún más crudo y visceral en la portada de los diarios. De qué lado se pondrían los titulares de Magnetto si Moyano, las Madres, Carta Abierta, 6-7-8, Yasky, los científicos que regresaron al país, los relatores de Fútbol Para Todos, entraran en contradicción con Cristina Fernández y el gobierno que conduce. 
Tarde o temprano, a todos les llega la prueba del ácido. Siempre está la oportunidad de dejar de ser un paria para los que ya sabemos, ni morocho, ni feo, ni mal hablado. ¿El precio? Alzar la bandera blanca de la rendición ante quienes les tienden un férreo cerco mediático y aceptar objetar con voz cada vez más alta a la Presidenta, conductora y líder indiscutida de la circunstancia histórica que atraviesa el país. Estamos seguros que muchos no estarán dispuestos a pagarlo y no se equivocarán, dándole la espalda a un pueblo que por primera vez en décadas transita una instancia liberadora que la mayoría de los argentinos de hoy nunca ha experimentado.
Generosas, templadas, lúcidas, las Madres de Plaza de Mayo dan, otra vez más, el ejemplo: lejos de victimizarse o echar la culpa a otros, abren las puertas de sus armarios ante los allanamientos a su sede ordenados por el juez, y dicen que la campaña en su contra busca golpearla a Cristina, no a ellas; rasgar el proyecto colectivo, no a su particular concreto.  
Algo no está bien si Clarín festeja como un campeonato la liberación de un delegado ferroviario de izquierda, al tiempo que sitúa en sus títulos principales la existencia de una campaña de persecución a los sindicalistas. Sí, Clarín, el mismo que en 2003 le echó la culpa a la crisis por el asesinato en las propias narices de los argentinos, de Kosteki y Santillán.
Muchos sí tienen derecho a festejar que el juez no haya encontrado pruebas suficientes que vinculen a un delegado sindical de base con un sabotaje al medio de transporte más popular, en el que viajan diariamente a sus empleos millones de trabajadores. Se lo han ganado en la lucha consecuente, con aciertos y errores, acuerdos y diferencias. Pero Clarín no. De ninguna manera.
Apesta el guiso donde los vivos de siempre aderezan el libreto de la “criminalización de la protesta social” y la “escalada contra el sindicalismo”, servido irresponsablemente por algunos que de tanto aclarar, ennegrecen.    
¿Acaso porque la columna vertebral no es la cabeza creerá alguien que del mismo cuerpo no son? Más del cincuenta por ciento de los argentinos ya se dieron cuenta. El 23 de octubre tenemos que ser aun más. Aquel poema de Gelman podría guiarnos si alguien extraviara la estrategia en este laberinto de pasiones de cortísimo plazo.

sábado, 8 de octubre de 2011

 
 Saldrá a la venta con tiempo argentino

Presentaron la nueva revista de las Madres

Publicado el 7 de Octubre de 2011

La publicación ¡Ni un paso atrás! fue lanzada en un emotivo acto convocado en la Plaza de Mayo.
  Llovía y a la vez salía el sol y, como todos los jueves, las integrantes de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo caminaban, lento y con bastones, alrededor de la pirámide.“Cada jueves es mejor”, afirmó Hebe de Bonafini. Ayer, en el habitual escenario de la marcha de cada semana, se lanzó la revista ¡Ni un paso atrás!, la nueva publicación que se venderá en forma opcional junto con este diario todos los primeros viernes de cada mes.

El director de la nueva publicación, Demetrio Iramain, señaló que la plaza “es el mejor lugar para ver nacer una nueva propuesta comunicacional, ya que allí nació la primera estrategia en el peor momento pariendo este espacio político”.
Por su parte, el director de Tiempo Argentino, Roberto Caballero, destacó que “las Madres enseñaron que no hay que tenerle miedo al miedo y salieron a la plaza cuando los diarios aseguraban que nada había pasado”. Y subrayó: “Estos pañuelos nos pusieron en la senda de ser mejores, ustedes nos hicieron a nosotros.”

Por su parte, Bonafini destacó que las Madres tienen “enemigos poderosos que tienen 226 canales de televisión”. “Ellos no tienen al pueblo, sólo tienen plata y maldad. Ahora es hora de construir, de seguir amando a Néstor Kirchner y apoyar en octubre a la presidenta Cristina”, pidió la presidenta de la Asociación.

Bonafini destacó que la nueva publicación “fue posible gracias al decidido apoyo del SUTERH (Sindicato de Trabajadores de Edificios) y del Centro Cultural Caras y Caretas”. La tapa del primer número llevará la foto de una madre envuelta con el pañuelo blanco que desde atrás muestra la leyenda “Aparición con vida de los desaparecidos. Madres de Plaza de Mayo”.

La Asociación había emprendido su primera publicación mensual con la revista Sueños Compartidos, que salió a la venta desde agosto de 2009 hasta junio de este año. Además, la Asociación sostuvo durante años sus propios boletines, el diario de las Madres, con su legendaria sección Galería de Represores. A su vez, emitió programas de radio y desde hace seis años también sale al aire la radio La Voz de las Madres en AM 530.

Ayer, luego del acto de presentación de la revista, las agrupaciones de artistas Brigada Plástica y Cultura Vallese montaron un pequeño escenario en el que, mientras transmitían música electrónica salpicada de frases de los pueblos originarios, pintaban cuadros que luego serán ofrendados a la Asociación. Hebe movía los pies al ritmo y se sacaba fotos con los jóvenes.
 
 
 
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LANZAMIENTO DE ¡NI UN PASO ATRÁS!

¡Basta de atacar a las Madres!

Publicado el 7 de Octubre de 2011


Porota, al igual que sus compañeras de lucha, sabe que la vida, a pesar de todo, siempre da otra oportunidad, que no quita ni siquiera cuando todo se vuelve hostil, injusto, incomparablemente cruel.


Qué más quieren de ellas. Cuántos nuevos sufrimientos para estas mujeres que supieron enfrentar a la dictadura, hasta vencerla, si no a su fría y sanguinaria maquinaria de matar, sí a su huella perversa en la cultura de los argentinos.

Mercedes de Meroño tiene 86 años de edad. Porota, le dicen sus compañeras. Es la vicepresidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Si bien argentina de nacimiento, de muy niña debió viajar a España, expulsada por la dictadura de José Félix Uriburu, el primer golpista que padeció la patria. Corría el año 1931 en el país. En la Navarra de sus padres, sin embargo, no corrió mejor suerte. Tenía once años cuando su papá albañil, anarcosindicalista, fue fusilado en la España del Generalísimo, y a ella la raparon al cero para que todos los vecinos de su pueblo al norte de la Península Ibérica, en plena Pamplona, supieran el pecado mortal que traía consigo, como peste, esa niña. Niñísima, hija de trabajadores, sangre de republicanos: la exacta síntesis del demonio.   

Volvió a la Argentina en la que había nacido, de donde la habían echado junto con sus padres y sobre la que no sabía si pertenecía todavía, a sus 14 años. Apenas regresó, conoció al hombre que sería su marido y con quien tuvo una única hija, Alicia. A través del amor, tras formar su familia, su núcleo íntimo, creyó haber desterrado para siempre la injusticia, el dolor, la muerte, el odio que la perseguía desde la infancia. Sintió que, efectivamente, sí pertenecía a este país al sur del mundo, que parecía abrirle los brazos y darle otra oportunidad sobre la Tierra.

Pero cuando su hija creció y se hizo mujer, entendió que desterrar la injusticia, el dolor, la muerte, el odio de su familia, debía hacerse extensivo a todos sus iguales de clase. No privilegio propio, sino derecho compartido. Alicia fue militante revolucionaria y, como tantos y tantas de su generación, fue secuestrada y posteriormente desaparecida por la dictadura cívico-militar, cierto día de enero de 1978.

La de Alicia y Porota es la historia de vida de tantísimas otras familias argentinas, cuyos hijos pagaron con la muerte la osadía de haber soñado una patria sin dolor, sin injusticia, sin odio de una clase que domina por sobre la otra a la que explota sin compasión alguna. Una Madre: todas las Madres; el hijo o la hija propios: los 30 mil. Socialización de la maternidad, como le dicen ellas.

El caso de Porota, como el de sus compañeras que 35 años después de haber salido a la calle continúan portando el pañuelo blanco en la cabeza, no es igual al de cualquier otra madre de desaparecido que no marcha en Plaza de Mayo cada jueves, ni asume compromisos militantes como si de su esfuerzo y generosidad dependiera la suerte del mundo. Definitivamente, decir Madres de Plaza de Mayo no es lo mismo que aludir a “madres de desaparecidos”. Ni mejor, ni peor; sólo distinto. Otra cosa. Cuestión de clase.

El arrojo militante de Porota debe soportar, 86 años después de haber nacido, ya casi ciega, la carroña de los medios de comunicación del enemigo, que la siguen hasta España para ver qué hace o deja de hacer por entre esas calles donde alguna vez caminó rapada al ras, que tiene la sangre de su padre entre la tierra donde sigue creciendo la papa. “Mi mamá le decía ‘José María, no tenemos para comer’, y mi papá le contestaba ‘patatas para todos, Melchora’”, recordó Porota alguna vez.

Como ocurre todos los años para esta época en que el calor afloja en España y empieza a tirar lentamente de la cuerda en el Sur, Porota viajó al país de sus padres para visitar lo poco que le queda de su familia: los nietos. Para mirar con sus ojos que ya casi no leen, a los hijos de Alicia, su única hija, que ya la hicieron bisabuela. Su única descendencia. Su única descendencia de sangre, porque la otra –la política– hay muchos que la sienten como propia y la honran con su lucha.

¿Y qué dicen los medios que ni siquiera escriben bien su apellido, copiando el chisme que les acerca el ex apoderado de la Fundación? Que Mercedes “Melonio” se encuentra en España ordenando la “millonaria” cuenta bancaria que Schoklender denunció en la revista Noticias.

Nada más falso. Nada más cobarde. Como el extremo de inventar una pelea entre Hebe y su hija María Alejandra, para sugerir conflictos donde no los hay, escándalos donde hay firmeza de dientes apretados, nuevas estafas donde sólo hay dolor por la traición y fuerza para continuar de todos modos, contra todas las adversidades imaginables, la epopeya que conducen las Madres, sin dudas una de las más grandes de Occidente, y que nada ni nadie logra detener.

¿Ejemplo? La nueva revista de las Madres de Plaza de Mayo, que sale a la calle hoy, acompañando la edición de este diario. ¡Ni un paso atrás! se llama la publicación, y nació, como las mejores experiencias de lo humano, en los fuegos de la solidaridad: del Sindicato de Trabajadores de Edificios, y de los periodistas, fotógrafos e ilustradores que acompañan a las Madres, poniéndole el cuerpo a la más inmoral, la más infame, de todas las campañas de desprestigio que hayan sufrido alguna vez los pañuelos blancos y las valientes mujeres que los llevan con dignidad y orgullo atado en doble nudo bajo el mentón, sosteniéndoles la papada.

Porota, al igual que sus compañeras de lucha, sabe que la vida, a pesar de todo, siempre da otra oportunidad, que no quita ni siquiera cuando todo se vuelve hostil, injusto, incomparablemente cruel. Los traidores se arrepienten, defeccionan; la vida no. A los injustos, los despiadados, los incapaces de la mínima lealtad que quieren cobrarse con dinero o mentiras la infinita humanidad de las Madres, ellas, sin embargo, les dan otra revancha. Otra oportunidad sobre la Tierra: el jueves siguiente. Y los vuelven a vencer.