Las corporaciones vienen por todo
En un híbrido entre el deseo y la necesidad,
las corporaciones económicas vuelven a creer que "la pelota está picando
y hay que agarrarla antes que la recuperen los Kirchner", como aconsejó
en julio de 2009 Hugo Biolcati, por entonces titular de la Sociedad
Rural. El representante de la más recalcitrante derecha argentina estaba
llamando veladamente a un golpe de Estado. Como hoy. El estanciero
creía que el resultado de las elecciones del 28 de junio abría en el
país un escenario político resbaloso, impredecible y, a la vista de sus
espesos intereses económicos, esperanzador. El mismo "fin de ciclo" que
creen inaugurar los protagonistas de la derecha tras las elecciones
Primarias.
Datos personales
- Demetrio Iramain
- Buenos Aires, Argentina
- Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.
jueves, 22 de agosto de 2013
viernes, 16 de agosto de 2013
MASSA, DUHALDE Y TODOS LOS
DEMÁS
Despechados del mundo, ¡uníos!
Apenas dos días después de las PASO, Hugo
Moyano vaticina que “cuando los intendentes o gobernadores que se arriman tanto
al Gobierno empiecen a sentir más profundamente el olor a cala, tomarán
distancia”. Quizás lo diga por experiencia propia.
El gran sondeo nacional del domingo 11 de
agosto dejó al camionero definitivamente adentro del cementerio. Nada lo
amedrenta, sin embargo: aspira a salir por la puerta grande, colándose entre los
vivos. “Si los muchachos me lo piden no me voy a negar” a ser candidato de
presidente en 2015, anuncia, cayendo en el ridículo y el descrédito totales. Con
Clarín detrás, cual guardaespaldas, cualquiera es un valiente.
Proporcionalmente, a los candidatos de
Moyano los votó menos gente que la que, con mucho esfuerzo y aparato, había
logrado reunir en su última manifestación a Plaza de Mayo. Ninguno de sus
alfiles alcanzó posiciones electivas al menos expectantes, y en el caso de Julio
Piumato, ni siquiera entró en la liguilla. Pese a todo, el jefe sindical de la
fracción cegetista más afín al Grupo Clarín, cree estar disputando el oro
olímpico. Para Moyano, las PASO fueron su QEPD.
A propósito, ahora que el soberano
electorado de la capital dejó a Piumato fuera de competencia en octubre, y
siendo que el massismo (por el que Moyano aconsejará veladamente votar) tiene un
acuerdo cada vez más obvio con Mauricio Macri, ¿veremos a las camionetitas del
gremio de trabajadores judiciales repartiendo merchandising PRO?
El exagerado escenario que tras las
Primarias del último domingo montó la derecha política y mediática, en sus
múltiples manifestaciones, es inmejorable para la rica herencia maldita del
kirchnerismo. La leyenda del aguafiestas, al palo. Un campeón que se sabe
retador ante sus batallas más desafiantes es doblemente campeón. Si la repentina
muerte física de su líder no pudo con el kirchnerismo, ¿cómo habría de
liquidarlo el susurro de su pueblo, con el que el oficialismo conversa
asiduamente porque se sabe parte intrínseca de él?
Totalmente cebados, en La Nación uno recrea
la novela del botellazo que Néstor Kirchner habría arrojado contra la pared en
2009, cuando conoció los resultados de la elección, la noche del 28 de junio. En
el mismo diario, otra cronista dice haber visto llorar al intendente de Morón,
Lucas Ghi. Lástima que nadie había allí para tomarle una fotografía a sus ojos
vidriosos. Historias de autoayuda.
Clarín, peor: el inefable Van der Kooy dice
que Cristina lloró en soledad durante media hora seguida. “Fue recién, entonces,
cuando los encuestadores y tres funcionarios debieron correrle el telón de la
verdad. Cristina se apartó para llorar”, escribe con la prosa de un mal
novelista de la tarde. No es, sin embargo, lo más extravagante del grotesco
folletín en que se convirtió el Gran Diario Argentino: “Esa trastienda
justificaría por qué razón la Presidenta bajó tan tarde al salón donde la
aguardaban estoicos militantes. Explicaría, además, el grueso maquillaje que
cubría sobre todo la zona de sus ojos”, continúa. Textual. Fábulas
automasturbatorias.
El maquillaje. ¿Tomará dimensión Magnetto
sobre las cosas que escriben sus argumentadores estrella, de cuál fuente se dan
de tomar? ¿Estaremos otra vez a las puertas del regreso de los agudos
politólogos de los tacos aguja, los teóricos de las carteras Louis Vuitton, los
filósofos de la bipolaridad? ¿Qué consejo médico tendrá para darnos el doctor
Nelson Castro?
Despechados del mundo, ¡uníos! Massa, que es
Duhalde y Magnetto, abre el portón para que ingresen en fila india, de a uno en
vez, Peralta, Moyano y Das Neves. Barrionuevo ya estaba; su esposa también. Los
seguidores de Luis Abelardo Patti ya cuidaban las espaldas hacia el norte,
expresados por el intendente Sandro Guzmán (que no es el ex arquero de Boca). Ya
basta de confrontación. Como quien ofrece una parcela de tierra en un camposanto
privado, resucitados y nuevos muertos tienen prometido su lugar bajo el cielo
del nuevo ciclo. Suturemos la grieta y que haya lugar para todos. “2011 tiene
que parir un gobierno para los que quieren a Videla y los que no”, reclamó
Duhalde en febrero de 2010. Con cuatro años de retraso, Massa lo promete para
2015.
Yo, desconfiaría. La borrachera posterior al
triunfo en las PASO no debiera hacerlos prescindir de algunos datos concretos,
duros, que ofrece la realidad política. A saber: agosto no es octubre todavía. A
Cristina le restan dos años de mandato. Las expectativas económicas son
favorables. El nivel de consumo continúa alto. La desocupación conserva bajos
sus indicadores. Las reservas se mantienen. No hay amenazas a la solidez
moneteria. La recaudación tributaria bate mes a mes su propio
récord.
“Ya nos sentimos campeones”, dijo en los
medios el DT del Palmeiras brasileño antes de disputar la final con Boca, en San
Pablo. Corría el mes de junio del año 2000. El exabrupto le sirvió a Carlos
Bianchi para motivar a sus dirigidos y obtener, contra todos los pronósticos, la
primera copa Libertadores en su paso por el club xeneize. Saturada de
obviedades, la naturaleza se prepara para imitar otra vez al arte.
las caras del neoliberalismo
El peronismo no perdona la derrota", escribió
un editorialista de Clarín la noche del 28 de junio de 2009. El leve
triunfo de Francisco De Narváez sobre Néstor Kirchner tenía apenas unas
horas. Por entonces, decenas de comentarios, notas editoriales, columnas
de opinión, daban vueltas como un perro buscándose la cola, alrededor
de un concepto núcleo, fundante: el kirchnerismo estaba definitivamente
muerto; la Argentina arribaba, inexorablemente, a un nuevo "fin de
ciclo". Cuatro años después, Clarín no espera el resultado de las PASO y
titula: "Elección clave para el tramo final de Cristina." Otro,
sobreexcitado, augura "el post kirchnerismo". No aprenden más.
Le gusta conjugar el verbo "terminar" a Magnetto, especialmente cuando de sus enemigos se trata. Corre con ventaja: Justicia corporativa mediante, su posición dominante e ilegal en el mercado mediático no acaba nunca. Cuatro años después de sancionada la Ley de Medios, las múltiples licencias de más que concentra el Grupo Clarín SA pronto van a cumplir tantos años de sobrevida como un mandato presidencial. Así, cualquiera es un valiente.
En la gran encuesta nacional del domingo 11 de agosto el kirchnerismo cayó en distritos muy numerosos, al igual que en 2009. La merma no le impidió, sin embargo, seguir siendo la primera fuerza a nivel nacional, ampliando, incluso, la brecha conseguida cuatro años atrás. No es poco tras diez años consecutivos de gobierno, con un proyecto consolidado ideológicamente, capacidad demostrada de movilización, amplio anclaje social, y claro liderazgo político, si lo que subyace en todas las especulaciones es la elección de 2015. Esa sola cualidad del kirchnerismo, ratificada una vez más en las urnas, relativiza el desmedido festejo opositor de Massa (un novato en las grandes ligas), de Cobos (que ganó en su cuadra), y de los porteños Solanas y Carrió (difícil encontrar en el país otro escenario más cambiante, histérico, imposible de transpolar mecánicamente al resto del país, que el capitalino).
Así las cosas, Magnetto corre el severo riesgo de creer haber ganado la final cuando se trata de la primera ronda. Error de principiantes, aunque previsible: la suya es una tentación muy característica en quienes se creen dueños de la pelota. Si ganara la elección de medio término, legislativa (y tanto más si se trata de una interna abierta), eso no indicaría, per se, la construcción de un liderazgo aglutinador, con proyección nacional, tal como vienen reclamando con urgencia las corporaciones agraviadas por el kirchnerismo. No olvidar que Mauricio Macri y De Narváez, grandes triunfadores en aquel 28 de junio, no la pasaron nada bien este domingo. El Colorado cayó al cuarto lugar en Buenos Aires, y el PRO, cuyo único botín es el gobierno de la ciudad cenicienta del país, ni siquiera ganó en la capital del Metrobus.
Debieran saberlo sus enemigos: cada vez que lo dieron derrotado, el oficialismo respondió con sus mejores páginas. Profundizó su política. Amplió su base de sustentación. Ya se ha dicho que si se proyectara maquinalmente el resultado del domingo a octubre, el FPV mantendría intacta su capacidad legislativa, y hasta podría mejorarla un poco. No es un dato menor. Para empezar, neutraliza antes de su nacimiento el eventual resurgimiento del fallido Grupo A, con el que, más allá de alguna variante de forma, insistirá la variopinta oposición.
Si las denuncias de corrupción a la bartola, si los cacerolazos con rasgos entre violentos y fascistoides, si el claro rol opositor asumido cada vez más abiertamente por la Corte Suprema, si la perenne campaña psicológica de la poderosa cadena mediática privada, tienen por toda expresión electoral los resultados del domingo, el kirchnerismo puede dormir destapado todavía.
En otro orden, la fallida performance electoral del moyanismo sugiere alguna conclusión que, probablemente, sus estrategas omitirán. Hasta ayer aliado estratégico, y hoy acérrimo opositor, ese espectro gremial dio el mal PASO. Piumato tuvo más seguidores en la red social Twitter que votos. Al relator de la posición de corporación acerca de las leyes de democratización de la justicia, no lo votaron ni siquiera los jueces. Quienes se autoproclaman la voz política de la clase obrera no deberían obviar el mensaje de las urnas: el solcito opositor no calienta en la vereda de los trabajadores.
Previsiblemente, la derecha ahora se escandalizará porque "Cristina minimizó la derrota". Sus comunicadores ansiaban que la dramatice, cambiando radicalmente de rumbo político y económico. Quienes jamás se ciñeron al 54% del kirchnerismo en 2011, exigen a gritos cambios ante el saldo de las PASO. Sintomático.
De ahí la fiebre mediática actual por mostrarla arrodillada, humillada, encerrada en su debilidad. En Clarín, uno gasta una carilla entera en el maquillaje con que habría recubierto la "crisis de llanto" de Cristina, al tiempo que la compara, sugestivamente, con Fernando De la Rúa: "En octubre de 2001, el mandatario radical también sufrió un severo traspié en las legislativas (…) Dos meses más tarde se derrumbó", sermonea. Desde los medios que ya sabemos insistirán en reclamarle al kirchnerismo la bandera blanca de la rendición incondicional, y que la mandataria se siente a negociar a la defensiva, como pidiendo perdón, con los grupos más concentrados de la economía. No la conocen todavía.
Cuanto más profundos son los cambios que operan en las sociedades, más paradigmáticos resultan los intentos de restaurar lo anterior. Pero si esas transformaciones son evidencia de fuerzas sociales en ascenso, puestas en perspectiva histórica, acaban imponiéndose. La política es un cine en continuado, que puede desmentir en la siguiente escena la fotografía inmediatamente previa. ¿Cuánto tiempo podrá sostenerse en el árbol el fruto tardío del neoliberalismo argentino sin caerse pesadamente al suelo, morado de tan podrido que lo subieron allí, forzadamente? En cualquier caso, vuelve a surgir con claridad la disyuntiva en la que se bate el proyecto regional desde que se inició: lo nuevo que no termina de nacer rivaliza con lo viejo que no se resigna a morir. En la Argentina saltaron el domingo apenas algunas astillas de esa inevitable colisión. Seguimos.
Lo viejo que no termina de morir
Magnetto corre el severo riesgo de creer haber ganado la final cuando se trata de la primera ronda.
Le gusta conjugar el verbo "terminar" a Magnetto, especialmente cuando de sus enemigos se trata. Corre con ventaja: Justicia corporativa mediante, su posición dominante e ilegal en el mercado mediático no acaba nunca. Cuatro años después de sancionada la Ley de Medios, las múltiples licencias de más que concentra el Grupo Clarín SA pronto van a cumplir tantos años de sobrevida como un mandato presidencial. Así, cualquiera es un valiente.
En la gran encuesta nacional del domingo 11 de agosto el kirchnerismo cayó en distritos muy numerosos, al igual que en 2009. La merma no le impidió, sin embargo, seguir siendo la primera fuerza a nivel nacional, ampliando, incluso, la brecha conseguida cuatro años atrás. No es poco tras diez años consecutivos de gobierno, con un proyecto consolidado ideológicamente, capacidad demostrada de movilización, amplio anclaje social, y claro liderazgo político, si lo que subyace en todas las especulaciones es la elección de 2015. Esa sola cualidad del kirchnerismo, ratificada una vez más en las urnas, relativiza el desmedido festejo opositor de Massa (un novato en las grandes ligas), de Cobos (que ganó en su cuadra), y de los porteños Solanas y Carrió (difícil encontrar en el país otro escenario más cambiante, histérico, imposible de transpolar mecánicamente al resto del país, que el capitalino).
Así las cosas, Magnetto corre el severo riesgo de creer haber ganado la final cuando se trata de la primera ronda. Error de principiantes, aunque previsible: la suya es una tentación muy característica en quienes se creen dueños de la pelota. Si ganara la elección de medio término, legislativa (y tanto más si se trata de una interna abierta), eso no indicaría, per se, la construcción de un liderazgo aglutinador, con proyección nacional, tal como vienen reclamando con urgencia las corporaciones agraviadas por el kirchnerismo. No olvidar que Mauricio Macri y De Narváez, grandes triunfadores en aquel 28 de junio, no la pasaron nada bien este domingo. El Colorado cayó al cuarto lugar en Buenos Aires, y el PRO, cuyo único botín es el gobierno de la ciudad cenicienta del país, ni siquiera ganó en la capital del Metrobus.
Debieran saberlo sus enemigos: cada vez que lo dieron derrotado, el oficialismo respondió con sus mejores páginas. Profundizó su política. Amplió su base de sustentación. Ya se ha dicho que si se proyectara maquinalmente el resultado del domingo a octubre, el FPV mantendría intacta su capacidad legislativa, y hasta podría mejorarla un poco. No es un dato menor. Para empezar, neutraliza antes de su nacimiento el eventual resurgimiento del fallido Grupo A, con el que, más allá de alguna variante de forma, insistirá la variopinta oposición.
Si las denuncias de corrupción a la bartola, si los cacerolazos con rasgos entre violentos y fascistoides, si el claro rol opositor asumido cada vez más abiertamente por la Corte Suprema, si la perenne campaña psicológica de la poderosa cadena mediática privada, tienen por toda expresión electoral los resultados del domingo, el kirchnerismo puede dormir destapado todavía.
En otro orden, la fallida performance electoral del moyanismo sugiere alguna conclusión que, probablemente, sus estrategas omitirán. Hasta ayer aliado estratégico, y hoy acérrimo opositor, ese espectro gremial dio el mal PASO. Piumato tuvo más seguidores en la red social Twitter que votos. Al relator de la posición de corporación acerca de las leyes de democratización de la justicia, no lo votaron ni siquiera los jueces. Quienes se autoproclaman la voz política de la clase obrera no deberían obviar el mensaje de las urnas: el solcito opositor no calienta en la vereda de los trabajadores.
Previsiblemente, la derecha ahora se escandalizará porque "Cristina minimizó la derrota". Sus comunicadores ansiaban que la dramatice, cambiando radicalmente de rumbo político y económico. Quienes jamás se ciñeron al 54% del kirchnerismo en 2011, exigen a gritos cambios ante el saldo de las PASO. Sintomático.
De ahí la fiebre mediática actual por mostrarla arrodillada, humillada, encerrada en su debilidad. En Clarín, uno gasta una carilla entera en el maquillaje con que habría recubierto la "crisis de llanto" de Cristina, al tiempo que la compara, sugestivamente, con Fernando De la Rúa: "En octubre de 2001, el mandatario radical también sufrió un severo traspié en las legislativas (…) Dos meses más tarde se derrumbó", sermonea. Desde los medios que ya sabemos insistirán en reclamarle al kirchnerismo la bandera blanca de la rendición incondicional, y que la mandataria se siente a negociar a la defensiva, como pidiendo perdón, con los grupos más concentrados de la economía. No la conocen todavía.
Cuanto más profundos son los cambios que operan en las sociedades, más paradigmáticos resultan los intentos de restaurar lo anterior. Pero si esas transformaciones son evidencia de fuerzas sociales en ascenso, puestas en perspectiva histórica, acaban imponiéndose. La política es un cine en continuado, que puede desmentir en la siguiente escena la fotografía inmediatamente previa. ¿Cuánto tiempo podrá sostenerse en el árbol el fruto tardío del neoliberalismo argentino sin caerse pesadamente al suelo, morado de tan podrido que lo subieron allí, forzadamente? En cualquier caso, vuelve a surgir con claridad la disyuntiva en la que se bate el proyecto regional desde que se inició: lo nuevo que no termina de nacer rivaliza con lo viejo que no se resigna a morir. En la Argentina saltaron el domingo apenas algunas astillas de esa inevitable colisión. Seguimos.
sin “grieta” no hay historia
Al
fin arribamos los argentinos, y por segunda vez, a las PASO. Llegamos
al comicio, sin embargo, con una carencia vital: la frustrada elección
popular de los miembros del Consejo de la Magistratura. Una verdadera
lástima. "No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió",
canta Joaquín Sabina. Es dramáticamente cierto en nuestra democracia de
treinta años.
Se sabe: la corporación judicial se puso en guardia, mostró las uñas y falló sobre sí misma, impidiéndole a la ciudadanía que participe del único poder del Estado democrático adonde tiene vedado expresamente el ingreso, y que insiste en gobernarse solo, sin la legitimidad que da el voto universal, libre y secreto. Si en la vida hay que elegir, la Corte lo hizo: optó por desechar la histórica posibilidad de encabezar la democratización del Poder del Estado del cual es su máxima autoridad.
Es una pena que la democracia no haya podido todavía prender la luz y descubrir, sin otro esfuerzo que mirar, las oscuras vinculaciones de varios de nuestros jueces con el poder real. Y no sólo los jueces: basta ver el caso adelantado por este diario el sábado 3 de agosto, en el que queda claro que los compromisos de la justicia con los genocidas exceden a los magistrados y llegan hasta instancias auxiliares del Poder Judicial, como lo es el sensible Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema.
Que los jueces insistan en querer cogobernar no hace sino presagiar nuevos conflictos: el de un pueblo que, inexorablemente, redoblará su esfuerzo hasta terminar imponiendo su derecho a decidir los destinos del país. Los jueces son los grandes voyeuristas de la democracia. Intervienen en la política, pero no dejan que la política se entrometa en su quehacer. Son activos jugadores, pero juegan de telespectadores pasivos, que escrutan el mundo desde lejos, por control remoto. Ya nadie les cree.
¿Cómo explicar que Guillermo Moreno sea llamado a declarar justo cuando la Secretaría de Comercio Interior manda a clausurar supermercados por violación al acuerdo de precios y se dispone a aplicar la Ley de Abastecimiento contra los productores que esconden el trigo en sus campos?
Fue realmente una pena aquel fallo de la Corte, el último –hasta estas horas– de su cosecha 2013. Sergio Massa hubiera podido candidatear con total libertad a su fiscal Julio Novo, por caso. Los radicales habrían blanqueado su favoritismo por Ricardo Recondo. El fiscal Marijuan podría haberse probado el traje del fervor popular, y Lorenzetti el de la oratoria. El lamentable fallo en la causa Schoklender, dictado un jueves por la tarde, mientras las Madres marchaban en la Plaza donde lo hacen desde hace 37 años, dado a conocer a los medios periodísticos antes que a las partes, hubiese sido leído sin demasiadas adjetivaciones como lo que definitivamente fue: un vulgar acto de campaña electoral de la variopinta oposición.
Pero no. Habrá que seguir construyendo poder popular, acumulando experiencias, arribando a nuevas síntesis, logrando consensos, para concretar en la institucionalidad democrática los cambios que hace rato crujen en nuestra cultura política. No es verdad que el kirchnerismo abrió entre los argentinos una "grieta" insalvable, nueva, que nos divide irreductiblemente en bandos irreconciliables, eternamente enemigos. Esa "grieta" –si tal cosa existe– siempre estuvo. Supura todavía. La abrió brutalmente el genocidio provocado por la dictadura cívico-militar. Mide treinta mil ausencias para siempre de profundidad. Pero la hegemonía político-cultural que sus mandantes económicos construyeron luego la volvió perfectamente invisible. Parecían naturales, como caídos del cielo, la dominación y los perversos mecanismos para perpetuarla. Por suerte, desde el año 2003 esos pernos comenzaron a hacerse perceptibles. Fácilmente identificables. Quedaron desnudos.
Esa fisura social que algunos interesadamente parecen descubrir recién ahora, es un accidente intrínseco, inexorable, en una democracia que se sabe transformadora. Sin conflicto, sin "grieta", sin resolución del choque de intereses, no hay historia. Si la democracia deja de ser un mero mecanismo institucional para tener fundamento en la base material de la sociedad de su tiempo, si deja huella en la cultura, si afecta un poco a los poderosos para favorecer mucho a los eternos marginados, entonces la fractura se vuelve obvia. Y para algunos, intolerable.
Lo que sucede en la Argentina desde hace diez años es que esa "grieta" –como le llaman– se hizo imposible de ser pasada por alto. Enhorabuena. Lo necesitábamos. ¿Cómo desmentir a los argentinos que durante esta década consiguieron trabajo, pudieron enviar a sus hijos al colegio a estudiar y no a comer, accedieron a las nuevas tecnologías, viajaron por primera vez en avión, salieron del país, con los fantasmas de la "crispación", la "división", la bendita "grieta"?
Es exactamente al revés a cómo lo ven algunos: pocos años hubo más aptos y más ricos que estos para hacer periodismo. No es cierto que son tiempos difíciles para ser periodistas, cientistas, juristas, poetas, políticos, como se victimizan algunos presentadores estrella al momento de recibir un Martín Fierro. Es al contrario: son los mejores. La "grieta" aparece a poco de andar.
No queda atrás del horizonte. No hay que buscarla por entre los discursos a medida de lo políticamente correcto. No se aleja dos pasos cada uno que damos en camino de ella. Viene hacia nosotros. Nos interpela. Apura nuestras definiciones. Nos inquieta. Adquiere las formas de una saludable disyuntiva ética y moral, la misma que hace andar al mundo por los caminos de la historia: se está a favor del pueblo, o en contra de él. Tensiona la paz de cementerios en la que históricamente se hizo periodismo, ciencia, justicia, poesía y política en este país. Se escribe, se comunica, se investiga, se falla a favor del pueblo, o favor de quienes viven de su esfuerzo y usufructúan su trabajo. Ya no existen "verdad" objetiva ni pretendida "neutralidad" que justifiquen evitar ese dilema.
Bienvenido ese quiebre para siempre en nuestra cultura política. Aunque algunos intimen al reloj para que atrase y nos regrese a las cavernas de donde salimos los argentinos hace una década, el futuro es ahora. La historia es aquí. El domingo 11 de agosto se juega una parada importante. Todas lo son. A no dramatizar: restan varias todavía.
La justicia, un PASO atrás de la democracia
La democracia no ha podido todavía descubrir las vinculaciones de varios jueces con el poder real.
Se sabe: la corporación judicial se puso en guardia, mostró las uñas y falló sobre sí misma, impidiéndole a la ciudadanía que participe del único poder del Estado democrático adonde tiene vedado expresamente el ingreso, y que insiste en gobernarse solo, sin la legitimidad que da el voto universal, libre y secreto. Si en la vida hay que elegir, la Corte lo hizo: optó por desechar la histórica posibilidad de encabezar la democratización del Poder del Estado del cual es su máxima autoridad.
Es una pena que la democracia no haya podido todavía prender la luz y descubrir, sin otro esfuerzo que mirar, las oscuras vinculaciones de varios de nuestros jueces con el poder real. Y no sólo los jueces: basta ver el caso adelantado por este diario el sábado 3 de agosto, en el que queda claro que los compromisos de la justicia con los genocidas exceden a los magistrados y llegan hasta instancias auxiliares del Poder Judicial, como lo es el sensible Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema.
Que los jueces insistan en querer cogobernar no hace sino presagiar nuevos conflictos: el de un pueblo que, inexorablemente, redoblará su esfuerzo hasta terminar imponiendo su derecho a decidir los destinos del país. Los jueces son los grandes voyeuristas de la democracia. Intervienen en la política, pero no dejan que la política se entrometa en su quehacer. Son activos jugadores, pero juegan de telespectadores pasivos, que escrutan el mundo desde lejos, por control remoto. Ya nadie les cree.
¿Cómo explicar que Guillermo Moreno sea llamado a declarar justo cuando la Secretaría de Comercio Interior manda a clausurar supermercados por violación al acuerdo de precios y se dispone a aplicar la Ley de Abastecimiento contra los productores que esconden el trigo en sus campos?
Fue realmente una pena aquel fallo de la Corte, el último –hasta estas horas– de su cosecha 2013. Sergio Massa hubiera podido candidatear con total libertad a su fiscal Julio Novo, por caso. Los radicales habrían blanqueado su favoritismo por Ricardo Recondo. El fiscal Marijuan podría haberse probado el traje del fervor popular, y Lorenzetti el de la oratoria. El lamentable fallo en la causa Schoklender, dictado un jueves por la tarde, mientras las Madres marchaban en la Plaza donde lo hacen desde hace 37 años, dado a conocer a los medios periodísticos antes que a las partes, hubiese sido leído sin demasiadas adjetivaciones como lo que definitivamente fue: un vulgar acto de campaña electoral de la variopinta oposición.
Pero no. Habrá que seguir construyendo poder popular, acumulando experiencias, arribando a nuevas síntesis, logrando consensos, para concretar en la institucionalidad democrática los cambios que hace rato crujen en nuestra cultura política. No es verdad que el kirchnerismo abrió entre los argentinos una "grieta" insalvable, nueva, que nos divide irreductiblemente en bandos irreconciliables, eternamente enemigos. Esa "grieta" –si tal cosa existe– siempre estuvo. Supura todavía. La abrió brutalmente el genocidio provocado por la dictadura cívico-militar. Mide treinta mil ausencias para siempre de profundidad. Pero la hegemonía político-cultural que sus mandantes económicos construyeron luego la volvió perfectamente invisible. Parecían naturales, como caídos del cielo, la dominación y los perversos mecanismos para perpetuarla. Por suerte, desde el año 2003 esos pernos comenzaron a hacerse perceptibles. Fácilmente identificables. Quedaron desnudos.
Esa fisura social que algunos interesadamente parecen descubrir recién ahora, es un accidente intrínseco, inexorable, en una democracia que se sabe transformadora. Sin conflicto, sin "grieta", sin resolución del choque de intereses, no hay historia. Si la democracia deja de ser un mero mecanismo institucional para tener fundamento en la base material de la sociedad de su tiempo, si deja huella en la cultura, si afecta un poco a los poderosos para favorecer mucho a los eternos marginados, entonces la fractura se vuelve obvia. Y para algunos, intolerable.
Lo que sucede en la Argentina desde hace diez años es que esa "grieta" –como le llaman– se hizo imposible de ser pasada por alto. Enhorabuena. Lo necesitábamos. ¿Cómo desmentir a los argentinos que durante esta década consiguieron trabajo, pudieron enviar a sus hijos al colegio a estudiar y no a comer, accedieron a las nuevas tecnologías, viajaron por primera vez en avión, salieron del país, con los fantasmas de la "crispación", la "división", la bendita "grieta"?
Es exactamente al revés a cómo lo ven algunos: pocos años hubo más aptos y más ricos que estos para hacer periodismo. No es cierto que son tiempos difíciles para ser periodistas, cientistas, juristas, poetas, políticos, como se victimizan algunos presentadores estrella al momento de recibir un Martín Fierro. Es al contrario: son los mejores. La "grieta" aparece a poco de andar.
No queda atrás del horizonte. No hay que buscarla por entre los discursos a medida de lo políticamente correcto. No se aleja dos pasos cada uno que damos en camino de ella. Viene hacia nosotros. Nos interpela. Apura nuestras definiciones. Nos inquieta. Adquiere las formas de una saludable disyuntiva ética y moral, la misma que hace andar al mundo por los caminos de la historia: se está a favor del pueblo, o en contra de él. Tensiona la paz de cementerios en la que históricamente se hizo periodismo, ciencia, justicia, poesía y política en este país. Se escribe, se comunica, se investiga, se falla a favor del pueblo, o favor de quienes viven de su esfuerzo y usufructúan su trabajo. Ya no existen "verdad" objetiva ni pretendida "neutralidad" que justifiquen evitar ese dilema.
Bienvenido ese quiebre para siempre en nuestra cultura política. Aunque algunos intimen al reloj para que atrase y nos regrese a las cavernas de donde salimos los argentinos hace una década, el futuro es ahora. La historia es aquí. El domingo 11 de agosto se juega una parada importante. Todas lo son. A no dramatizar: restan varias todavía.
el juez Rozanski ya lo había denunciado
La Corte defiende a su Cuerpo Médico Forense
La denuncia sobre la inconducta en la que habría incurrido el Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema en el caso del genocida Leopoldo Héctor Flores –revelada el sábado por Tiempo Argentino– se suma a una lista de casos que, incluso, merecieron una investigación por parte del máximo tribunal, aunque sus resultados fueron desconcertantes: en junio la Corte resolvió archivar las actuaciones en las que se investigaba la presunta colaboración que los peritos médicos oficiales estarían brindando a los acusados por delitos de lesa humanidad.
patéticas escenas de campaña electoral
El Papa les aconseja a los jóvenes reunidos
en Río de Janeiro ser rebeldes, hacer lío, ir contra la corriente. Por
estos lares del sur, algunos se entusiasman al dorso de sus palabras.
Justo cuando el proyecto nacional en curso –tras una década de
transformaciones sociales, culturales, económicas– encara su etapa de
cristalización institucional, se autoexige ser orgánico e insta a no
construir únicamente sobre la contradicción (especialmente en tiempos de
campaña electoral), ¿creerán sus contrincantes tener derecho a portarse
mal para ganarse así el cielo?
Macri se fanatiza y asegura que la exhortación vaticana a salir a la calle está íntimamente relacionada con el cacerolazo del 8-A. Pero, claro: para La Nación, la impía, la que manipula a su conveniencia y usa electoralmente el discurso papal es Cristina. ¿Mauri no? Clarín titula que Cristina compara al Papa con su marido por la heterodoxia de ambos. Pero no hace lo mismo cuando Francisco dice que la política es una de las formas más altas de la caridad. ¿Se olvidaron ya cuando en mayo la presidenta convocó a las formaciones de base de la Iglesia Católica a sumarse al plan Mirar para cuidar porque "todo forma parte de ocuparse de los que tienen mayores necesidades (…) El gobierno quiere que la sociedad se organice, que esto es lo importante"?
Es entonces cuando Beatriz Sarlo descubre, entre sorprendida y pasmada, que la derecha macrista –que Gaby Michetti expresa con una ductilidad de la que Macri adolece por completo– disfraza su ideología, esconde sus prejuicios, y que eso es antipolítico y está mal. Diez años tardó la heroína del pensamiento libre, la que se animó a ir sola a 6,7,8, en darse cuenta; mientras tanto asistía a los actos más emblemáticos del kirchnerismo para sugestionar a los cultos y paquetes lectores de La Nación que el reclamo de "mucha unidad" formulado por la dirigencia K en Huracán 2011 "puede tomarse como una advertencia".
A su turno, Sergio Massa le agrega pimienta a su sal de bajo sodio PRO, y dice "si quieren pelea, entonces vamos a pelear". A mitad del río, y sobre todo advirtiendo que las encuestas empiezan a nublarle el panorama, se arremanga y levanta el tono de la confrontación. Le sale chirle: su perfil da un De Narváez con gripe.
Sucede apenas unos días después de que Jorge Lanata citara un discurso de Rafael Correa para darle crédito a su "investigación" televisiva, y pusiera como ejemplo de soberanía política a la Revolución Ciudadana, otorgándole al proceso ecuatoriano (tan similar al nuestro, tan intrínseco al que recorre de punta a punta América Latina) la misma carga de valor que a Leonardo Fariña en aquella tristemente cámara oculta que inauguró la presente temporada de café concert.
Se entiende: el problema es que Chevron no invirtió en "servicios de consultoría estratégica", como sí hacía Repsol con Alberto Fernández, Joaquín Morales Solá y Marcelo Bonelli, entre otros. Cuántos "periodistas" estarán poniéndose precio ante las oficinas de recursos humanos de la compañía. Con una excepción: la invicta Margarita Stolbizer, quien muy suelta de cuerpo declara que Massa es el candidato de las corporaciones como lo fue Francisco de Narváez en 2009, sin hacerse cargo que su compañero de fórmula, Ricardo Alfonsín, fue coequiper del Colorado en 2011. Detalles.
Los militares no deben politizarse y los jueces, tampoco, dice el manual de procedimientos neoliberal. La política: una técnica. Gestión. Con ser "profesionales" (las Fuerzas Armadas) e "independientes" (los jueces) del gobierno, y no importa si sí o si no de los poderes económicos y los conglomerados mediáticos, alcanza.
Y ojo, no estamos haciendo aquí un juicio de valor sobre las formas que asumen los mensajes de campaña, sino sobre sus contenidos. Cada cual sabe cómo vestir la marquesina y también cómo disimularla cuando hay poco o nada que ofrecerle al cliente. "Mi comercial", dijo una vez De Narváez (¿o era su imitador en El Gran Cuñado?) para referirse a un aviso de campaña de su partido.
Que el kirchnerismo no tenga que desnudar a sus candidatos en Plaza de Mayo como sí lo hizo un aspirante de izquierda, no implica, per se, que la propuesta de Bodart tenga mojada la pólvora ideológica, sino apenas, que la del oficialismo está lo suficientemente clara y definida, lo cual no hace sino potenciar su mensaje. De ahí la desesperación de Clarín por callar la voz y la presencia de la presidenta en la campaña: conducción política, cohesión, y sobre todo proyecto de país, es lo que trasuntan los candidatos del FPV, atributos imprescindibles para ejercer una política de transformación, y de los que adolecen las multiplicidades opositoras.
Debieran tomar nota y preocuparse los enemigos del proyecto nacional: el esfuerzo que a ellos les demanda alcanzar el mínimo común múltiplo de su oposición senil, el oficialismo lo emplea en delinear cada vez más claramente el perfil de su proyecto, circunstancia que le proporciona aún mayores adhesiones.
El capitalismo en su versión neoliberal, financiero y excluyente, legitimó su hegemonía mundial en la economía con un discurso único, hegemónico también, que pretendió invisibilizar la lucha política. Ningunearla. Naturalizar las condiciones que hacían posible su supremacía, negando la puja de intereses entre clases sociales contrapuestas y clausurando por decreto, incluso, a la propia historia. Impugnando la práctica política, la formación política, la ideología política. Tirándolas al tacho de los productos descartables por perecederos. Y junto a ellas, la militancia, la entrega desinteresada a una causa justa y noble, la noción de altruismo. No hubiera sido posible el Consenso de Washington sin el brutal despojo ideológico, expresado en la alteración de valores y globalización de consumos culturales, que arrasaron con las diversidades y riquezas de las múltiples y complejas sociedades contemporáneas, muchas de ellas milenarias. La derecha insiste en todo aquello. La vaguedad expresiva, la imprecisión ideológica, a las que recurre en sus variados formatos electorales, convierten a la política en eso que el Papa no quiere para su Iglesia: apenas una ONG. Tarde piaste, Francisco.
La oposición, una insípida ONG
Sergio Massa le agrega pimienta a su sal de bajo sodio PRO, y dice: "si quieren pelea, entonces vamos a pelear".
Macri se fanatiza y asegura que la exhortación vaticana a salir a la calle está íntimamente relacionada con el cacerolazo del 8-A. Pero, claro: para La Nación, la impía, la que manipula a su conveniencia y usa electoralmente el discurso papal es Cristina. ¿Mauri no? Clarín titula que Cristina compara al Papa con su marido por la heterodoxia de ambos. Pero no hace lo mismo cuando Francisco dice que la política es una de las formas más altas de la caridad. ¿Se olvidaron ya cuando en mayo la presidenta convocó a las formaciones de base de la Iglesia Católica a sumarse al plan Mirar para cuidar porque "todo forma parte de ocuparse de los que tienen mayores necesidades (…) El gobierno quiere que la sociedad se organice, que esto es lo importante"?
Es entonces cuando Beatriz Sarlo descubre, entre sorprendida y pasmada, que la derecha macrista –que Gaby Michetti expresa con una ductilidad de la que Macri adolece por completo– disfraza su ideología, esconde sus prejuicios, y que eso es antipolítico y está mal. Diez años tardó la heroína del pensamiento libre, la que se animó a ir sola a 6,7,8, en darse cuenta; mientras tanto asistía a los actos más emblemáticos del kirchnerismo para sugestionar a los cultos y paquetes lectores de La Nación que el reclamo de "mucha unidad" formulado por la dirigencia K en Huracán 2011 "puede tomarse como una advertencia".
A su turno, Sergio Massa le agrega pimienta a su sal de bajo sodio PRO, y dice "si quieren pelea, entonces vamos a pelear". A mitad del río, y sobre todo advirtiendo que las encuestas empiezan a nublarle el panorama, se arremanga y levanta el tono de la confrontación. Le sale chirle: su perfil da un De Narváez con gripe.
Sucede apenas unos días después de que Jorge Lanata citara un discurso de Rafael Correa para darle crédito a su "investigación" televisiva, y pusiera como ejemplo de soberanía política a la Revolución Ciudadana, otorgándole al proceso ecuatoriano (tan similar al nuestro, tan intrínseco al que recorre de punta a punta América Latina) la misma carga de valor que a Leonardo Fariña en aquella tristemente cámara oculta que inauguró la presente temporada de café concert.
Se entiende: el problema es que Chevron no invirtió en "servicios de consultoría estratégica", como sí hacía Repsol con Alberto Fernández, Joaquín Morales Solá y Marcelo Bonelli, entre otros. Cuántos "periodistas" estarán poniéndose precio ante las oficinas de recursos humanos de la compañía. Con una excepción: la invicta Margarita Stolbizer, quien muy suelta de cuerpo declara que Massa es el candidato de las corporaciones como lo fue Francisco de Narváez en 2009, sin hacerse cargo que su compañero de fórmula, Ricardo Alfonsín, fue coequiper del Colorado en 2011. Detalles.
Los militares no deben politizarse y los jueces, tampoco, dice el manual de procedimientos neoliberal. La política: una técnica. Gestión. Con ser "profesionales" (las Fuerzas Armadas) e "independientes" (los jueces) del gobierno, y no importa si sí o si no de los poderes económicos y los conglomerados mediáticos, alcanza.
Y ojo, no estamos haciendo aquí un juicio de valor sobre las formas que asumen los mensajes de campaña, sino sobre sus contenidos. Cada cual sabe cómo vestir la marquesina y también cómo disimularla cuando hay poco o nada que ofrecerle al cliente. "Mi comercial", dijo una vez De Narváez (¿o era su imitador en El Gran Cuñado?) para referirse a un aviso de campaña de su partido.
Que el kirchnerismo no tenga que desnudar a sus candidatos en Plaza de Mayo como sí lo hizo un aspirante de izquierda, no implica, per se, que la propuesta de Bodart tenga mojada la pólvora ideológica, sino apenas, que la del oficialismo está lo suficientemente clara y definida, lo cual no hace sino potenciar su mensaje. De ahí la desesperación de Clarín por callar la voz y la presencia de la presidenta en la campaña: conducción política, cohesión, y sobre todo proyecto de país, es lo que trasuntan los candidatos del FPV, atributos imprescindibles para ejercer una política de transformación, y de los que adolecen las multiplicidades opositoras.
Debieran tomar nota y preocuparse los enemigos del proyecto nacional: el esfuerzo que a ellos les demanda alcanzar el mínimo común múltiplo de su oposición senil, el oficialismo lo emplea en delinear cada vez más claramente el perfil de su proyecto, circunstancia que le proporciona aún mayores adhesiones.
El capitalismo en su versión neoliberal, financiero y excluyente, legitimó su hegemonía mundial en la economía con un discurso único, hegemónico también, que pretendió invisibilizar la lucha política. Ningunearla. Naturalizar las condiciones que hacían posible su supremacía, negando la puja de intereses entre clases sociales contrapuestas y clausurando por decreto, incluso, a la propia historia. Impugnando la práctica política, la formación política, la ideología política. Tirándolas al tacho de los productos descartables por perecederos. Y junto a ellas, la militancia, la entrega desinteresada a una causa justa y noble, la noción de altruismo. No hubiera sido posible el Consenso de Washington sin el brutal despojo ideológico, expresado en la alteración de valores y globalización de consumos culturales, que arrasaron con las diversidades y riquezas de las múltiples y complejas sociedades contemporáneas, muchas de ellas milenarias. La derecha insiste en todo aquello. La vaguedad expresiva, la imprecisión ideológica, a las que recurre en sus variados formatos electorales, convierten a la política en eso que el Papa no quiere para su Iglesia: apenas una ONG. Tarde piaste, Francisco.
viernes, 9 de agosto de 2013
chevron, militares y política nacional
Los militares siempre fueron un punto de
tensión en la política argentina. A veces conflictivo, otras menos, pero
siempre tirante. Las Fuerzas Armadas tienen un peso específico
considerable: presencia territorial, armas, organización y estructura de
mando. La regla básica del ser militar es más bien simple,
rudimentaria: recibir órdenes y obedecerlas. Cuando el poder político
que ejerce la comandancia en jefe no los conduce, no les dice qué hacer,
no les da tareas específicas y concretas, los uniformados se mandan
ellos mismos. Se inventan oficios, por ejemplo: conspirar.
Después de un siglo de intervencionismo militar en la vida institucional del país, y mediando un genocidio, resulta una chiquilinada aspirar a que las Fuerzas Armadas prescindan solas de la política y se dediquen únicamente a prepararse para la guerra. ¿Cómo blindar el debate sobre el rol de los militares en el actual contexto histórico argentino y latinoamericano? ¿Cómo volver "profesionales" y "ascéticas" a unas FF AA que nacieron sanmartinianas pero que fueron convertidas por las clases dominantes en fuerzas de ocupación, de estilo prusiano, cuyos aviones de combate tuvieron su bautismo de fuego en la Plaza de Mayo, contra su propio pueblo, y la única "guerra" de la que salieron victoriosos la libraron en una sala de torturas?
Desde el año 2003 la Argentina viene reconstruyendo firme y sostenidamente el poder del Estado. Existe un liderazgo político, social y estratégico claro, y rige un proyecto nacional. Si las FF AA no se sumaran a ese plan de desarrollo endógeno e integración continental crecientemente revalidado en las urnas; si no recibieran órdenes en función de ese proyecto, ¿dónde estarían? Si no fueran leales a esa "facción", como redujo el senador radical Gerardo Morales, ¿a qué otra "facción" le serían leales o cuanto menos funcionales, por acción u omisión?
Cuando Néstor Kirchner pasó a retiro a Ricardo Brinzoni, el entonces jefe del Ejército dio un discurso de despedida en el que alertó a sus camaradas sobre una "vuelta riesgosa de las intrigas políticas sobre los cuarteles". Algo parecido dijo hace unos días Adolfo Pérez Esquivel. Para el Nobel, no se puede "partidizar las Fuerzas Armadas; eso sería peligroso, porque si eso ocurre no se sabe cuál puede ser su posición ante cualquier tipo de conflicto". ¡Es justamente al revés! Todo el pueblo debe saber de qué lado se situarán los militares en caso de un conflicto: por ejemplo, de poderes, como los que perfilan ciertos fallos demasiado preocupantes de la Corte.
El debate alrededor de Milani empezó cuando el jefe del Ejército enfatizó el "compromiso" de su fuerza con "las políticas de transformación emprendidas que apuntan a la construcción de una nación en paz, autónoma y democrática, definitivamente vinculada a América Latina, socialmente integrada y con igualdad de oportunidades para todos". En los años posteriores al genocidio nunca un jefe del Ejército había llegado tan lejos.
La Justicia dirá si Milani tiene manchadas de sangre sus manos. ¿No siente vergüenza el radical Ricardo Gil Lavedra al denunciar a Martín Fresneda, hijo de desaparecidos, militante de HIJOS y actual secretario de Derechos Humanos? ¿Habrá olvidado la política hacia el poder militar llevada adelante por el gobierno de la Alianza, del que él fue su ministro?
El ahora diputado era titular de la cartera de Justicia cuando el represor Jorge Olivera, fugado días atrás del Hospital Militar, fue detenido en Italia por orden de un juez francés, acusado de la desaparición de la ciudadana de ese país Marie Anne Erize Tisseau. Para Brinzoni, titular del Ejército nombrado por De la Rúa y mantenido en su cargo por Duhalde, la detención constituía "un atropello a la política (y) la justicia nacional".
El militar estuvo cuarenta días preso en Roma. Fue liberado de la noche a la mañana cuando sus abogados presentaron sorpresivamente ante la Cámara de Apelaciones de Roma un documento fraudulento que precisaba una supuesta fecha de defunción de la joven. Si estaba muerta, entonces no estaba desaparecida y no había razón judicial para mantener preso a Olivera.
Durante su detención, y a pesar de las evidencias en su contra –de las que Olivera se mantenía a salvo en el país por la vigencia de la ley de Obediencia Debida–, el Estado argentino brindó al represor la misma ayuda que se le presta a cualquier connacional en similar situación. Quizás más: siempre quedará la duda de dónde sacaron los abogados del represor ese documento salvador que la familia de Erize había tramitado ante las oficinas de la burocracia estatal argentina.
Así como los militares deben ser conducidos políticamente porque si no se conducen solos, con los grupos económicos pasa exactamente lo mismo. Es intrínseco al capitalismo: las corporaciones buscan el autogobierno. Quieren reducir el Estado a su mínima expresión, para volverlo un títere a su exclusivo servicio. La comparación viene a cuento del acuerdo estratégico firmado por YPF con Chevron. Ahora resulta que para algunos medios dominantes argentinos Rafael Correa es el nuevo Leonardo Fariña. Pero omiten una sensible diferencia: la contaminación de Texaco en la Amazonía ecuatoriana se produjo hace veinte años, cuando el neoliberalismo hacía estragos en ese país que supo contratar como asesor económico a Domingo Cavallo. Correa echó a Chevron del mismo modo que lo hizo con la constructora Odebrecht, en octubre 2008. Dos años después, con la Revolución Ciudadana mucho más consolidada, en expansión y fortalecida electoralmente, la mayor constructora brasileña volvió a Ecuador. Pero las condiciones eran otras. Tan otras como las que hoy imperan en la Argentina, y a las que Chevron no tendrá más remedio que ajustarse. Nuestro país ya no es el páramo de las privatizaciones menemistas. Pero el corsé capitalista sigue exigiéndoles a nuestros procesos emancipatorios esas inversiones, de las que nuestro desarrollo productivo adolece. No son "contradicciones del relato", como las presentan, sino la respuesta nueva, propia, latinoamericana, al viejo problema de la soberanía política y la independencia económica. Después de todo, tan mal no nos está yendo.
Manual de conducción política
Así como los militares deben ser conducidos políticamente porque si no se conducen solos, con los grupos económicos pasa exactamente lo mismo.
Después de un siglo de intervencionismo militar en la vida institucional del país, y mediando un genocidio, resulta una chiquilinada aspirar a que las Fuerzas Armadas prescindan solas de la política y se dediquen únicamente a prepararse para la guerra. ¿Cómo blindar el debate sobre el rol de los militares en el actual contexto histórico argentino y latinoamericano? ¿Cómo volver "profesionales" y "ascéticas" a unas FF AA que nacieron sanmartinianas pero que fueron convertidas por las clases dominantes en fuerzas de ocupación, de estilo prusiano, cuyos aviones de combate tuvieron su bautismo de fuego en la Plaza de Mayo, contra su propio pueblo, y la única "guerra" de la que salieron victoriosos la libraron en una sala de torturas?
Desde el año 2003 la Argentina viene reconstruyendo firme y sostenidamente el poder del Estado. Existe un liderazgo político, social y estratégico claro, y rige un proyecto nacional. Si las FF AA no se sumaran a ese plan de desarrollo endógeno e integración continental crecientemente revalidado en las urnas; si no recibieran órdenes en función de ese proyecto, ¿dónde estarían? Si no fueran leales a esa "facción", como redujo el senador radical Gerardo Morales, ¿a qué otra "facción" le serían leales o cuanto menos funcionales, por acción u omisión?
Cuando Néstor Kirchner pasó a retiro a Ricardo Brinzoni, el entonces jefe del Ejército dio un discurso de despedida en el que alertó a sus camaradas sobre una "vuelta riesgosa de las intrigas políticas sobre los cuarteles". Algo parecido dijo hace unos días Adolfo Pérez Esquivel. Para el Nobel, no se puede "partidizar las Fuerzas Armadas; eso sería peligroso, porque si eso ocurre no se sabe cuál puede ser su posición ante cualquier tipo de conflicto". ¡Es justamente al revés! Todo el pueblo debe saber de qué lado se situarán los militares en caso de un conflicto: por ejemplo, de poderes, como los que perfilan ciertos fallos demasiado preocupantes de la Corte.
El debate alrededor de Milani empezó cuando el jefe del Ejército enfatizó el "compromiso" de su fuerza con "las políticas de transformación emprendidas que apuntan a la construcción de una nación en paz, autónoma y democrática, definitivamente vinculada a América Latina, socialmente integrada y con igualdad de oportunidades para todos". En los años posteriores al genocidio nunca un jefe del Ejército había llegado tan lejos.
La Justicia dirá si Milani tiene manchadas de sangre sus manos. ¿No siente vergüenza el radical Ricardo Gil Lavedra al denunciar a Martín Fresneda, hijo de desaparecidos, militante de HIJOS y actual secretario de Derechos Humanos? ¿Habrá olvidado la política hacia el poder militar llevada adelante por el gobierno de la Alianza, del que él fue su ministro?
El ahora diputado era titular de la cartera de Justicia cuando el represor Jorge Olivera, fugado días atrás del Hospital Militar, fue detenido en Italia por orden de un juez francés, acusado de la desaparición de la ciudadana de ese país Marie Anne Erize Tisseau. Para Brinzoni, titular del Ejército nombrado por De la Rúa y mantenido en su cargo por Duhalde, la detención constituía "un atropello a la política (y) la justicia nacional".
El militar estuvo cuarenta días preso en Roma. Fue liberado de la noche a la mañana cuando sus abogados presentaron sorpresivamente ante la Cámara de Apelaciones de Roma un documento fraudulento que precisaba una supuesta fecha de defunción de la joven. Si estaba muerta, entonces no estaba desaparecida y no había razón judicial para mantener preso a Olivera.
Durante su detención, y a pesar de las evidencias en su contra –de las que Olivera se mantenía a salvo en el país por la vigencia de la ley de Obediencia Debida–, el Estado argentino brindó al represor la misma ayuda que se le presta a cualquier connacional en similar situación. Quizás más: siempre quedará la duda de dónde sacaron los abogados del represor ese documento salvador que la familia de Erize había tramitado ante las oficinas de la burocracia estatal argentina.
Así como los militares deben ser conducidos políticamente porque si no se conducen solos, con los grupos económicos pasa exactamente lo mismo. Es intrínseco al capitalismo: las corporaciones buscan el autogobierno. Quieren reducir el Estado a su mínima expresión, para volverlo un títere a su exclusivo servicio. La comparación viene a cuento del acuerdo estratégico firmado por YPF con Chevron. Ahora resulta que para algunos medios dominantes argentinos Rafael Correa es el nuevo Leonardo Fariña. Pero omiten una sensible diferencia: la contaminación de Texaco en la Amazonía ecuatoriana se produjo hace veinte años, cuando el neoliberalismo hacía estragos en ese país que supo contratar como asesor económico a Domingo Cavallo. Correa echó a Chevron del mismo modo que lo hizo con la constructora Odebrecht, en octubre 2008. Dos años después, con la Revolución Ciudadana mucho más consolidada, en expansión y fortalecida electoralmente, la mayor constructora brasileña volvió a Ecuador. Pero las condiciones eran otras. Tan otras como las que hoy imperan en la Argentina, y a las que Chevron no tendrá más remedio que ajustarse. Nuestro país ya no es el páramo de las privatizaciones menemistas. Pero el corsé capitalista sigue exigiéndoles a nuestros procesos emancipatorios esas inversiones, de las que nuestro desarrollo productivo adolece. No son "contradicciones del relato", como las presentan, sino la respuesta nueva, propia, latinoamericana, al viejo problema de la soberanía política y la independencia económica. Después de todo, tan mal no nos está yendo.
subejecución del presupuesto judicial
El martes pasado este diario informó en una
columna de su periodista Gabriel Morini que la Corte Suprema resolvió
arancelar los servicios de medicina laboral que el Máximo Tribunal
extendía a los miembros de las fiscalías y defensorías. Como se verá más
adelante, el motivo del recorte no se debe a una urgencia financiera.
Con fecha 27 de junio, la Corte emitió su informe mensual de Ejecución
Presupuestaria hasta mayo del corriente año. El detalle de gestión
suministrado por el Máximo Tribunal es público y su acceso a él es
sencillo. Basta entrar al sitio web de la Corte y hacer doble clic en el
campo "Presupuesto" del apartado "Secretaría General de
Administración", cuya máxima autoridad es el contador Héctor Daniel
Marchi, hombre de extrema confianza del titular de la Corte, Ricardo
Lorenzetti. Honestidad brutal, al decir de Calamaro.
En el detalle del informe puede leerse claramente que de los 2151 millones de pesos y chirolas asignados por el Parlamento al Poder Judicial para su normal funcionamiento, la Corte lleva ejecutados hasta el mes de mayo inclusive, sólo 102 millones. De esos 102 millones, 75 corresponden a gastos de Personal.
No hace falta ser contador público para advertir que hasta el mes de mayo la Corte desembolsó menos del 5% del dinero previsto para el total del año. ¿Ocurrirá el milagro de que tras la feria de julio la Corte ejecute el 95% restante? Difícil.
La ecuación se agrava al observar el desagregado de la información. En la categoría Bienes de Uso, la Corte tiene un crédito vigente de casi 247 millones de pesos, pero ha ejecutado sólo 5 millones. El apartado corresponde al dinero que debiera emplearse en construir nuevos edificios que den respuesta al notable incremento de la actividad judicial, y a las mejoras en los locales ya disponibles, muchas de ellas urgentes.
¿Cuáles son esos edificios pendientes de ser puestos en condiciones? Uno de ellos es la flamante Biblioteca. El coqueto edificio que ocuparán los libros de la Corte se encuentra ubicado en la calle Rivadavia al 700. Ex sede de la imprenta Cogtal, la Corte Suprema lo compró en 2008 para instalar allí la Biblioteca Judicial más importante de América Latina, pensada como una oficina de investigación en Derecho comparado y jurisprudencia. Invirtió 7,7 millones de pesos para adquirir el inmueble, que desde entonces se encuentra abandonado a su suerte, sin las obras necesarias para su indispensable puesta a punto.
Entre la fecha de compra y el primer presupuesto asignado por la Corte para ponerla en funcionamiento pasaron dos años. Cuatro millones en 2010, otros tres en 2011 más un refuerzo de 9,2 millones de pesos en el mismo ejercicio. Y la Biblioteca siguió paralizada. En 2012, peor: se le asignaron 14 millones, que tampoco se gastaron. Para el año 2013, la Corte ni siquiera fatigó el lápiz: proyectó exactamente la misma cantidad de dinero que no gastó en 2012, unos 14.246.768 pesos. El colmo: como la Corte sabe que tampoco en este año utilizará esos fondos, ya proyectó un incremento de 5 millones para el ejercicio 2014.
No es el único caso. En el edificio de Lavalle al 1400 las licitaciones se cayeron debido a las demoras en su ejecución. El inmueble de Tucumán al 1500, donde deberían trabajar los abogados que asesoran en forma gratuita a los ciudadanos que no tienen los recursos suficientes para costearse la asistencia legal, está en ruinas, lo mismo que el emblemático edificio proyectado como futura sede de la Morgue Judicial, que se llamará Instituto Cecilia Grierson. Flaco homenaje de la Corte a la primera médica recibida en el país, cuyo rostro habita el Salón Mujeres Argentinas del Bicentenario, en la Casa Rosada.
Esto en lo que hace estrictamente a los edificios que dependen de la Corte. Si Marchi es lento para gestionar lo que le compete a la infraestructura del Máximo Tribunal, resulta casi negligente en lo que hace a inmuebles que dependen del Consejo de la Magistratura. A saber: demoras en el Juzgado Federal número 2 de Resistencia, Chaco; grandes retrasos en la construcción del edificio para la Cámara Federal y el Tribunal Oral de la misma ciudad.
Idéntica situación en las entrerrianas Paraná y Victoria. En esta última, el Poder Judicial dispuso hace cuatro años el alquiler de un edificio para un juzgado que nunca fue puesto en funcionamiento. Lo mismo en Rafaela. Allí el Poder Judicial alquiló al Correo un local hace tres años para un juzgado que nunca abrió sus puertas. Al menos nadie podrá decir de Marchi y Lorenzetti, oriundos de esa ciudad santafesina, que traficaron influencias para privilegiar su pago chico.
Situaciones análogas se dan en Posadas, Mendoza, Jujuy, y Capital Federal, no obstante lo cual, y mientras el Congreso discutía las leyes de Democratización de la Justicia, la Corte Suprema aumentaba en 310 millones de pesos el dinero que destina periódicamente a incrementar su fondo anticíclico.
Ese fondo fue creado en el año 2008 mediante la Acordada 34. En verdad, son dos fondos. Uno Anticíclico, y el otro, de Infraestructura, instituido dos Acuerdos antes, bajo el número 32/08. El marco de ambas resoluciones era la notable crisis mundial, por entonces en ciernes, y cuya profundidad sigue hasta hoy conmoviendo los cimientos del capitalismo mundial. La finalidad del recurso creado por la Corte era "atenuar los impactos violentos que suelen generar los ciclos económicos y con ello asegurar un planeamiento con reducción de riesgos". Ambos Fondos permitían, además, disimular el déficit de gestión, encubrir los errores de administración y mantener cautivo del Poder Judicial todo ese caudal de dinero, que no regresa al Tesoro. Esa millonada de pesos está bien guardada en plazos fijos, convertibles en hasta un 50% en moneda extranjera.
En el inciso 3 de su artículo 114, que establece la naturaleza y las funciones del Consejo de la Magistratura, la Constitución le ordena "administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia". El texto es claro; los límites, precisos. Las interpretaciones sobre ese párrafo no dejan mucho margen para la imaginación. Sin embargo, no se cumple. ¿Cómo justificar semejante excepción a la norma siendo tan decepcionantes los resultados de gestión demostrados por la Corte Suprema? Ni la excusa de la "independencia judicial", siempre a mano, alcanza para tanto.
¿Para esto quería la Corte el dinero de la justicia?
El inmueble donde deberían trabajar los abogados que asesoran en forma gratuita a los ciudadanos que no tienen los recursos suficientes para costearse la asistencia legal está en ruinas.
En el detalle del informe puede leerse claramente que de los 2151 millones de pesos y chirolas asignados por el Parlamento al Poder Judicial para su normal funcionamiento, la Corte lleva ejecutados hasta el mes de mayo inclusive, sólo 102 millones. De esos 102 millones, 75 corresponden a gastos de Personal.
No hace falta ser contador público para advertir que hasta el mes de mayo la Corte desembolsó menos del 5% del dinero previsto para el total del año. ¿Ocurrirá el milagro de que tras la feria de julio la Corte ejecute el 95% restante? Difícil.
La ecuación se agrava al observar el desagregado de la información. En la categoría Bienes de Uso, la Corte tiene un crédito vigente de casi 247 millones de pesos, pero ha ejecutado sólo 5 millones. El apartado corresponde al dinero que debiera emplearse en construir nuevos edificios que den respuesta al notable incremento de la actividad judicial, y a las mejoras en los locales ya disponibles, muchas de ellas urgentes.
¿Cuáles son esos edificios pendientes de ser puestos en condiciones? Uno de ellos es la flamante Biblioteca. El coqueto edificio que ocuparán los libros de la Corte se encuentra ubicado en la calle Rivadavia al 700. Ex sede de la imprenta Cogtal, la Corte Suprema lo compró en 2008 para instalar allí la Biblioteca Judicial más importante de América Latina, pensada como una oficina de investigación en Derecho comparado y jurisprudencia. Invirtió 7,7 millones de pesos para adquirir el inmueble, que desde entonces se encuentra abandonado a su suerte, sin las obras necesarias para su indispensable puesta a punto.
Entre la fecha de compra y el primer presupuesto asignado por la Corte para ponerla en funcionamiento pasaron dos años. Cuatro millones en 2010, otros tres en 2011 más un refuerzo de 9,2 millones de pesos en el mismo ejercicio. Y la Biblioteca siguió paralizada. En 2012, peor: se le asignaron 14 millones, que tampoco se gastaron. Para el año 2013, la Corte ni siquiera fatigó el lápiz: proyectó exactamente la misma cantidad de dinero que no gastó en 2012, unos 14.246.768 pesos. El colmo: como la Corte sabe que tampoco en este año utilizará esos fondos, ya proyectó un incremento de 5 millones para el ejercicio 2014.
No es el único caso. En el edificio de Lavalle al 1400 las licitaciones se cayeron debido a las demoras en su ejecución. El inmueble de Tucumán al 1500, donde deberían trabajar los abogados que asesoran en forma gratuita a los ciudadanos que no tienen los recursos suficientes para costearse la asistencia legal, está en ruinas, lo mismo que el emblemático edificio proyectado como futura sede de la Morgue Judicial, que se llamará Instituto Cecilia Grierson. Flaco homenaje de la Corte a la primera médica recibida en el país, cuyo rostro habita el Salón Mujeres Argentinas del Bicentenario, en la Casa Rosada.
Esto en lo que hace estrictamente a los edificios que dependen de la Corte. Si Marchi es lento para gestionar lo que le compete a la infraestructura del Máximo Tribunal, resulta casi negligente en lo que hace a inmuebles que dependen del Consejo de la Magistratura. A saber: demoras en el Juzgado Federal número 2 de Resistencia, Chaco; grandes retrasos en la construcción del edificio para la Cámara Federal y el Tribunal Oral de la misma ciudad.
Idéntica situación en las entrerrianas Paraná y Victoria. En esta última, el Poder Judicial dispuso hace cuatro años el alquiler de un edificio para un juzgado que nunca fue puesto en funcionamiento. Lo mismo en Rafaela. Allí el Poder Judicial alquiló al Correo un local hace tres años para un juzgado que nunca abrió sus puertas. Al menos nadie podrá decir de Marchi y Lorenzetti, oriundos de esa ciudad santafesina, que traficaron influencias para privilegiar su pago chico.
Situaciones análogas se dan en Posadas, Mendoza, Jujuy, y Capital Federal, no obstante lo cual, y mientras el Congreso discutía las leyes de Democratización de la Justicia, la Corte Suprema aumentaba en 310 millones de pesos el dinero que destina periódicamente a incrementar su fondo anticíclico.
Ese fondo fue creado en el año 2008 mediante la Acordada 34. En verdad, son dos fondos. Uno Anticíclico, y el otro, de Infraestructura, instituido dos Acuerdos antes, bajo el número 32/08. El marco de ambas resoluciones era la notable crisis mundial, por entonces en ciernes, y cuya profundidad sigue hasta hoy conmoviendo los cimientos del capitalismo mundial. La finalidad del recurso creado por la Corte era "atenuar los impactos violentos que suelen generar los ciclos económicos y con ello asegurar un planeamiento con reducción de riesgos". Ambos Fondos permitían, además, disimular el déficit de gestión, encubrir los errores de administración y mantener cautivo del Poder Judicial todo ese caudal de dinero, que no regresa al Tesoro. Esa millonada de pesos está bien guardada en plazos fijos, convertibles en hasta un 50% en moneda extranjera.
En el inciso 3 de su artículo 114, que establece la naturaleza y las funciones del Consejo de la Magistratura, la Constitución le ordena "administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de justicia". El texto es claro; los límites, precisos. Las interpretaciones sobre ese párrafo no dejan mucho margen para la imaginación. Sin embargo, no se cumple. ¿Cómo justificar semejante excepción a la norma siendo tan decepcionantes los resultados de gestión demostrados por la Corte Suprema? Ni la excusa de la "independencia judicial", siempre a mano, alcanza para tanto.
aguafuertes de campaña electoral
El 29 de abril de 2011, ante medio millón de
trabajadores reunidos en la avenida 9 de Julio, Hugo Moyano dijo:
"Compañera Cristina Fernández de Kirchner: le pedimos (que busque la
reelección), queremos pedírselo porque (usted) es la garantía de
profundizar este modelo económico que permita seguir recuperando la
dignidad de los trabajadores."
Fue entonces cuando Julio Piumato lanzó su célebre declaración en Twitter: "Nadie se suicida, y menos la jefa." El "suicidio" no era la declinación de Cristina a una nueva candidatura, sino su firme negativa a dejarse presionar por los dirigentes moyanistas que le reclamaban cargos expectantes en las listas electivas. Evidentemente, no la conocían todavía.
Dos años más tarde, y ante una plaza raleada, incluso más despoblada que en junio del año pasado, el camionero se arrepiente, regresa vacilante a la arena electoral y exhorta a los pocos trabajadores que se dispersan escuchándolo, a saber "bien a quién vamos a votar el 27 de octubre, no volvamos a equivocarnos, eso sería imperdonable".
El perfil liberal tardío que exhibió Moyano el lunes es la perfecta continuidad de aquel que decretó un paro nacional de camioneros en los estudios de TN, resuelto en vivo con las bases representadas por Marcelo Bonelli. De ahí a objetar superficial y prejuiciosamente la entrega de computadoras portátiles hay un solo paso.
El colombiano Francisco de Narváez debe haberse sentido muy satisfecho con el reclamo de su candidato número 35: que los trabajadores no paguen Ganancias. En una de esas, las patronales tampoco. Insólitamente, Elisa Carrió se muestra coincidente con el "sucesor de Yabrán", como conceptuó a Moyano dos años atrás. "Los empresarios quieren hacer un esfuerzo para pagar más pero el gobierno se lo lleva", sobreabunda el camionero, para quedar bien con su patrón en la lista de precandidatos a diputado nacional. No era necesario.
¿Cuántos de esos trabajadores votarán en octubre por los candidatos del Frente para la Victoria? ¿Cuántos de sus hijos habrán recibido del gobierno nacional su primera netbook? ¿Cuántos de esos centenares de camioneros que mitigan el frío de julio bebiendo sorbos de fernet con cola tendrán un familiar cercano, un amigo íntimo, cuyo único ingreso es el "plan descansar", como se burla Moyano, lejísimo de la clase obrera, ajeno a sus sueños y frustraciones más inmediatos? ¿Sabrá Moyano que ya no existe el Plan Trabajar, y que toda la ayuda del Estado tiende a concentrarse en un único recurso asistencial: la Asignación Universal por Hijo, que los argentinos que la perciben no tramitan ante el puntero barrial, sino ante las oficinas de la ANSES? ¿Tendrá algo para decir sobre esa medida revolucionaria, inclusiva, estratégica del gobierno nacional, que ni siquiera es criticada por los candidatos de la oposición más inteligentes que el oportunismo a destiempo de Moyano?
El camionero indudablemente no leyó el editorial del diario Clarín del 17 de junio último. "La oposición debería mirarse en el espejo de Capriles en Venezuela. El hombre que perdió por 10 puntos con Chávez, apenas quedó un punto y medio debajo de Maduro unos meses después. ¿Qué pasó?", se preguntaba en la página 2 del matutino Osvaldo Pepe, ansioso. Y se respondía inmediatamente: "Capriles le quitó al chavismo banderas propias de aquello que se había hecho bien. Le bastó una frase ante más de 100 mil personas en un acto de campaña: 'No vamos a sacarle a ningún venezolano uno solo de los planes y beneficios sociales que dio Chávez.' (...) Asumir un compromiso público entre los líderes opositores más notorios de mantener y mejorar las políticas sociales del gobierno que hayan mostrado eficacia, como la Asignación Universal por Hijo, es correrle el arco al kirchnerismo. Sacarlo de su lógica confrontativa. Y avisarle al electorado cautivo de ese y otros beneficios que nadie le quitará nada."
Massa sí leyó el vademécum. Pero se le nota. Difícil que Mirta Tundis haga creer a sus votantes que apoya la estatización de los fondos jubilatorios: desde las pantallas de TN fue una de sus más fervientes detractoras, siempre en defensa de las AFJP.
Está visto: la campaña electoral inaugura un tiempo vertiginoso. Todo se enfatiza por demás, se sobreactúa, se exagera. Mentir se vuelve parte del juego. Pero todo tiene un límite, también. Moyano lo cruzó hace rato. No es el único.
La operación de Jorge Lanata contra Luis D'Elía supera todo lo conocido. ¿Se imagina alguien a Aramburu comprándole a Julio Troxler una versión totalmente diferente a la narrada por Rodolfo Walsh? ¿A algún sobreviviente de la Masacre de Trelew desmintiendo ante Lanusse la entrevista-libro de Paco Urondo? Lanata ya compró dos veces, y en ambas la mercancía vino en mal estado. Sus presentaciones televisivas totalmente guionadas, más propias de un teatro de revistas que de una investigación periodística, sorprenden, menos por su contenido que por lo estrepitosas que resultan sus desmentidas. Si la credibilidad del emisor que debiera ser el kilómetro cero de cualquier labor periodística o comunicacional siguiera siendo un valor en sí mismo, previo al mensaje, entonces Lanata tendría que abandonar sin más trámite el oficio. O asumir definitivamente el que probó en el Maipo, en 2008, cuando despuntó el vicio por la farándula. Pero no. Insiste. No le alcanzó con el culebrón Fariña, va por más.
En septiembre del año pasado, Lanata decía que el gobierno quería "partidizarlo" para desacreditarlo ante la opinión pública. Pero seis meses después reclamaba sin rodeos "terminar con este gobierno en las urnas". Textual del presentador: "Hay que lograr en las urnas que esta gente se vaya. Tenemos que sacar a esta gente votando a otra gente. Pero esta historia no da para más. Que pierdan de una vez el inconmensurable poder que tienen y que nos está haciendo mierda. Hay que cambiar. Yo voy a hacer todo lo posible para que eso pase." Se entiende: hacer "todo lo posible" comprende la grosera operación de prensa, el vulgar apriete, las mentiras más flagrantes. Todo.
Juan Gelman se preguntaba en un poema, hace 40 años: "¿Quién ha visto a la paloma casándose con el gavilán / al recelo con el cariño / al explotado con el explotador?" Difícil prever el maridaje de Moyano con De Narváez; de Piumato con Recondo; de Lanata con Magnetto; de Massa con la Embajada. "Falsas son esas bodas / incontables desastres nacen de esas bodas / desavenencias / tristezas", concluía.
Moyano y los desclasados
Insólitamente, Elisa Carrió se muestra coincidente con el "sucesor de Yabrán", como conceptuó a Moyano dos años atrás.
Fue entonces cuando Julio Piumato lanzó su célebre declaración en Twitter: "Nadie se suicida, y menos la jefa." El "suicidio" no era la declinación de Cristina a una nueva candidatura, sino su firme negativa a dejarse presionar por los dirigentes moyanistas que le reclamaban cargos expectantes en las listas electivas. Evidentemente, no la conocían todavía.
Dos años más tarde, y ante una plaza raleada, incluso más despoblada que en junio del año pasado, el camionero se arrepiente, regresa vacilante a la arena electoral y exhorta a los pocos trabajadores que se dispersan escuchándolo, a saber "bien a quién vamos a votar el 27 de octubre, no volvamos a equivocarnos, eso sería imperdonable".
El perfil liberal tardío que exhibió Moyano el lunes es la perfecta continuidad de aquel que decretó un paro nacional de camioneros en los estudios de TN, resuelto en vivo con las bases representadas por Marcelo Bonelli. De ahí a objetar superficial y prejuiciosamente la entrega de computadoras portátiles hay un solo paso.
El colombiano Francisco de Narváez debe haberse sentido muy satisfecho con el reclamo de su candidato número 35: que los trabajadores no paguen Ganancias. En una de esas, las patronales tampoco. Insólitamente, Elisa Carrió se muestra coincidente con el "sucesor de Yabrán", como conceptuó a Moyano dos años atrás. "Los empresarios quieren hacer un esfuerzo para pagar más pero el gobierno se lo lleva", sobreabunda el camionero, para quedar bien con su patrón en la lista de precandidatos a diputado nacional. No era necesario.
¿Cuántos de esos trabajadores votarán en octubre por los candidatos del Frente para la Victoria? ¿Cuántos de sus hijos habrán recibido del gobierno nacional su primera netbook? ¿Cuántos de esos centenares de camioneros que mitigan el frío de julio bebiendo sorbos de fernet con cola tendrán un familiar cercano, un amigo íntimo, cuyo único ingreso es el "plan descansar", como se burla Moyano, lejísimo de la clase obrera, ajeno a sus sueños y frustraciones más inmediatos? ¿Sabrá Moyano que ya no existe el Plan Trabajar, y que toda la ayuda del Estado tiende a concentrarse en un único recurso asistencial: la Asignación Universal por Hijo, que los argentinos que la perciben no tramitan ante el puntero barrial, sino ante las oficinas de la ANSES? ¿Tendrá algo para decir sobre esa medida revolucionaria, inclusiva, estratégica del gobierno nacional, que ni siquiera es criticada por los candidatos de la oposición más inteligentes que el oportunismo a destiempo de Moyano?
El camionero indudablemente no leyó el editorial del diario Clarín del 17 de junio último. "La oposición debería mirarse en el espejo de Capriles en Venezuela. El hombre que perdió por 10 puntos con Chávez, apenas quedó un punto y medio debajo de Maduro unos meses después. ¿Qué pasó?", se preguntaba en la página 2 del matutino Osvaldo Pepe, ansioso. Y se respondía inmediatamente: "Capriles le quitó al chavismo banderas propias de aquello que se había hecho bien. Le bastó una frase ante más de 100 mil personas en un acto de campaña: 'No vamos a sacarle a ningún venezolano uno solo de los planes y beneficios sociales que dio Chávez.' (...) Asumir un compromiso público entre los líderes opositores más notorios de mantener y mejorar las políticas sociales del gobierno que hayan mostrado eficacia, como la Asignación Universal por Hijo, es correrle el arco al kirchnerismo. Sacarlo de su lógica confrontativa. Y avisarle al electorado cautivo de ese y otros beneficios que nadie le quitará nada."
Massa sí leyó el vademécum. Pero se le nota. Difícil que Mirta Tundis haga creer a sus votantes que apoya la estatización de los fondos jubilatorios: desde las pantallas de TN fue una de sus más fervientes detractoras, siempre en defensa de las AFJP.
Está visto: la campaña electoral inaugura un tiempo vertiginoso. Todo se enfatiza por demás, se sobreactúa, se exagera. Mentir se vuelve parte del juego. Pero todo tiene un límite, también. Moyano lo cruzó hace rato. No es el único.
La operación de Jorge Lanata contra Luis D'Elía supera todo lo conocido. ¿Se imagina alguien a Aramburu comprándole a Julio Troxler una versión totalmente diferente a la narrada por Rodolfo Walsh? ¿A algún sobreviviente de la Masacre de Trelew desmintiendo ante Lanusse la entrevista-libro de Paco Urondo? Lanata ya compró dos veces, y en ambas la mercancía vino en mal estado. Sus presentaciones televisivas totalmente guionadas, más propias de un teatro de revistas que de una investigación periodística, sorprenden, menos por su contenido que por lo estrepitosas que resultan sus desmentidas. Si la credibilidad del emisor que debiera ser el kilómetro cero de cualquier labor periodística o comunicacional siguiera siendo un valor en sí mismo, previo al mensaje, entonces Lanata tendría que abandonar sin más trámite el oficio. O asumir definitivamente el que probó en el Maipo, en 2008, cuando despuntó el vicio por la farándula. Pero no. Insiste. No le alcanzó con el culebrón Fariña, va por más.
En septiembre del año pasado, Lanata decía que el gobierno quería "partidizarlo" para desacreditarlo ante la opinión pública. Pero seis meses después reclamaba sin rodeos "terminar con este gobierno en las urnas". Textual del presentador: "Hay que lograr en las urnas que esta gente se vaya. Tenemos que sacar a esta gente votando a otra gente. Pero esta historia no da para más. Que pierdan de una vez el inconmensurable poder que tienen y que nos está haciendo mierda. Hay que cambiar. Yo voy a hacer todo lo posible para que eso pase." Se entiende: hacer "todo lo posible" comprende la grosera operación de prensa, el vulgar apriete, las mentiras más flagrantes. Todo.
Juan Gelman se preguntaba en un poema, hace 40 años: "¿Quién ha visto a la paloma casándose con el gavilán / al recelo con el cariño / al explotado con el explotador?" Difícil prever el maridaje de Moyano con De Narváez; de Piumato con Recondo; de Lanata con Magnetto; de Massa con la Embajada. "Falsas son esas bodas / incontables desastres nacen de esas bodas / desavenencias / tristezas", concluía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)