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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

martes, 21 de junio de 2011

Las Madres y Rodolfo Walsh

PREMIO a HEBE DE BONAFINI

 

Publicado el 18 de Junio de 2011




El premio “Rodolfo Walsh” por su labor en Comunicación y Derechos Humanos concedido a las Madres de Plaza de Mayo, en la persona de Hebe de Bonafini, y en reconocimiento de la organización que ella preside desde 1979, destaca una trayectoria de 34 años de entrega apasionada por la comunicación, la libertad y la superación del hombre y la mujer contemporáneos.

Es inaceptable que el mérito de las Madres para recibir el galardón quiera ser desvirtuado por las últimas quince portadas del diario Clarín.

La marcha en la Plaza de Mayo y el pañuelo blanco fueron las primeras herramientas de comunicación forjadas por las Madres en pleno horror dictatorial, para conjurar la censura con que las trataba el régimen. Esas armas fueron sostenidas hasta hoy, y ampliadas a múltiples soportes.

Quienes impugnan la cualidad de Hebe para recibir el premio, seguramente desconocen sus formidables entrevistas a personajes de nuestra cultura en su revista Sueños Compartidos, ni han oído su estilo personalísimo y muy efectivo en la conducción de Pariendo Sueños, su ciclo radial en la AM 530.

El énfasis con que ahora se pretende deslegitimar a Hebe y a la facultad que la premia, no se empleó para desautorizar a quienes en el año 2000 dispusieron desde la misma casa de altos estudios similar distinción para el periodista de TN y La Nación , Joaquín Morales Solá.

¿No se inquietó entonces la hija de Rodolfo Walsh con el reconocimiento, como sí lo hace ahora para gusto de los medios que sostuvieron el genocidio que se cobró la vida de su padre, entre otros treinta mil argentinos? Seguramente sí, mas su queja no fue replicada con tanta rimbombancia como ahora, que hasta merece la tapa del diario Clarín del día de la ceremonia de entrega.

El recuerdo de aquel hombre que durante su vida encaró una lucha desigual contra un enemigo criminal y poderoso, desde una trinchera montada en su máquina de escribir; que fue orgánico y aceptó formar parte de una estructura política alzada en armas, a pesar de no conducirla y con la cual discrepó internamente; que dio valientemente un ejemplo de ética profesional, de coraje cívico y de actitud militante, no puede pertenecer sólo a quienes portan su mismo apellido. Sería un acto egoísta y traicionero para con su memoria.

El ejemplo de Rodolfo Walsh no es un título de nobleza. Sus herederos de sangre podrán disponer con absoluta soberanía de los derechos de autor de sus obras, pero no del sentimiento que inspira una vida entregada generosamente a los demás, cuyo último acto lo hizo “sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso asumido hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.

Las Madres de Plaza de Mayo, que durante su recorrido ideológico-político arribaron al concepto de “socialización de la maternidad”, a la reivindicación de todos los hijos e hijas desaparecidos, sin distinción alguna por pertenencia tal o cual organización u opción partidaria; que pasaron del reclamo individual a la lucha colectiva, se reconocen, ahora, y hace ya varios años, “Madres de todos los desaparecidos”. También de Rodolfo Walsh.

Los une una ligadura mucho más inquebrantable que el vínculo filial: su amor al pueblo, su pertenencia a la clase trabajadora, su común sueño de comunicación en libertad y socialismo.

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