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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 25 de octubre de 2012

A dos años de aquel 27 de octubre

Un recuerdo de Néstor Kirchner

Los luchadores no mueren, nos enseñaron las Madres de Plaza de Mayo. No hay tumba que los encierre.

 

De las Madres de Plaza de Mayo aprendimos que a quienes no están más no hay que llorarlos. Reivindicar sus luchas supone una urgente contraprestación: continuarlas. A fuerza de sangre, olvido, impunidad, y resistencia a quienes sembraron tanta sangre, olvido e impunidad, la lección quedó grabada para siempre en la memoria social de los argentinos. En nuestra manera de ser. Los luchadores no mueren, nos enseñaron las Madres. No hay tumba que los encierre. No es una idea mística: es una necesidad histórica. No es negar la muerte, como los locos; es contradecir su más obvia voluntad. Viven en otros si (y sólo sí) esos otros, en vez de llorarlos, prolongan su lucha. O los lloran, pero en silencio, en un acto de íntima contrición, dejando que de su dolor sólo trascienda fuerza. Como Cristina.

Cuando la presidenta se emociona en público por la ausencia de su compañero de tantos años, su otra mitad política y sentimental, el dolor, extrañamente, la defiende. Saca la cara por ella. La vuelve, paradójicamente, más fuerte


La presidenta ya casi no llora en público. Tuvo que hacer el duelo a la vista de todos, sin descansar de sus obligaciones al frente del Estado. Néstor murió un miércoles, y al lunes siguiente su esposa ya estaba otra vez en la Casa Rosada. Cuando a Cristina se le aparece de repente el recuerdo de Néstor entre las palabras que está pronunciando, hace un silencio, una pausa mínima, los ojos se le humedecen, y entonces continúa. La presidenta se acuerda de Kirchner y todos los que la escuchan se acuerdan también. No hace falta que diga nada. Todos sentimos un poco de su estremecimiento fugaz. Néstor viene, se posa sobre el silencio, sonríe pícaro, jodón, y se va. Sigue camino de donde iba. A dónde iría Kirchner, se queda uno pensando. Sólo Cristina lo sabe
.


Ernesto, un compañero, puso su rostro junto al de Néstor en su foto de portada en Facebook. La imagen está editada. Mi amigo se encontraba a varios metros de donde estaba el ex presidente, en un acto, cuando le sacaron esa fotografía. Él se tomó el trabajo de recortar los rostros de los demás que estaban en el medio, para así tener su foto personal con el santacruceño. El recorte es obvio, deliberado. Ernesto no es diseñador de imágenes, pero no le importa que se note. El quería ser él mismo en su muro de Facebook, y para eso debía incluir necesariamente su foto con Néstor, contar al mundo su premio mayor: haberlo tenido cerca, demasiado cerca, alguna vez. Yo, ni eso.


Miento: sin contar las marchas a las que todos fuimos, una vez lo vi pasar en el auto presidencial camino de la Asamblea Legislativa. Iba en el asiento de atrás, junto a Cristina, que unos minutos después inauguraría el período ordinario de sesiones del Congreso, el 1 de marzo de 2010. Por entonces, se esperaban definiciones de la mandataria sobre el plan desestabilizador en ciernes, instrumentado por el titular del Banco Central y una jueza en lo Contencioso Administrativo Federal, que habían dispuesto sentarse literalmente sobre las reservas en dólares, para evitar que sean utilizadas para el pago de vencimientos de deuda externa, tal como había dispuesto con total soberanía política y estratégica el gobierno nacional. Con el cuento de cuidar "el ahorro de los argentinos", la derecha quería arrinconar a Cristina y obligarla a defoltear su propio quite de deuda, endeudarse con el exterior a intereses usurarios, o usar recursos del presupuesto, descontándolos de la inversión social. Por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo.


Pensaba yo: qué jugada traerían estos bajo la manga, con qué nos sorprenderían esta vez. Ensayé decenas de variantes, pero en ninguna imaginé que Cristina anularía el decreto demorado en el fuero cautelar, y sacaría otros dos casi idénticos, disponiendo exactamente lo mismo, y que para esas horas el pago ya se habría instrumentado. Días después, la presidenta declararía que ella estaba "dispuesta a enfrentar la condena de cualquier juez circunstancial de la Argentina, pero no de la historia". Como tantas otras veces la oposición volvió a quedar pedaleando en el aire. Cristina señaló hacia el poniente, y todos quedaron mirando su dedo, y no la luna que empezaba a asomar por detrás del horizonte.


Kirchner iba atrás ese día, junto a su esposa, en el auto. Estiraba su mano tibiamente para saludar por entre la ventanilla a medio abrir a quienes allí estábamos, sobre la Avenida Rivadavia, a 50 metros del Congreso, bajo el sol de los últimos días del verano. Yo respondí con los dedos en V. Me inventé que me sonrió. Todavía lo creo
.


Es una tontería, en el fondo. Uno está aquí por sus convicciones. La foto es, apenas, un detalle, la palmada en la espalda. Todo lo aprendimos de las Madres de Plaza de Mayo. El último sábado, previo al Día de la Madre, una delegación de ellas regresó desde Catamarca, adonde había estado en un acto junto a la gobernadora Lucía Corpacci, desarrollado el viernes 19, bajo 36 grados de temperatura, de noche, una vez que aflojaron los más de 40 grados que hubo por la tarde. Las Madres viajaron durante todo el sábado en su regreso a Buenos Aires. Salieron de Catamarca en la mañana, y abordaron con retraso su avión en Tucumán, tras recorrer en micro varios kilómetros de montaña, centellantes en la altura, entre las cornisas del Aconquija, bajo un calor insoportable y el polvo espeso del camino. Hebe llegó de noche a su casa en La Plata, y Chela quizás aun más tarde. No les importó que al día siguiente fuera el Día de la Madre. Su día. Simple: había que ir a Catamarca, y ellas fueron a Catamarca. Las Madres tienen entre 75 y 98 de edad, y hace 1800 jueves que no faltan a la Plaza de Mayo.


"Cada cosa es lo que es / Qué difícil es decir esto y decir/ cuánto me alegra y me basta. / Para ser completo existir es suficiente", escribió hace casi un siglo el poeta portugués Fernando Pessoa. El pueblo tiene derecho a extrañar a su líder, pero no a demorar lo que tenemos que hacer: profundizar la unidad y la organización. A eso iba Néstor, seguramente. Cristina lo sabe. 


Nadie que no sea ella puede saberlo mejor. Y contarlo a los demás. Ahora yo también sé a dónde iba Néstor. Que nadie insinúe saber más de kirchnerismo que la propia presidenta. A dos años de haber entrado a la sombra para siempre, este invento del "nestorismo", pero sin Cristina es, apenas, la etapa superior y más sofisticada del viejo gorilismo

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