La creciente soledad del juez Recondo
El camarista cree seguir cumpliendo un rol sindical e insiste en comportarse como un operador de la oposición.
Hace tres años, el camarista en lo Civil y Comercial Federal Ricardo Gustavo Recondo oficiaba de presidente del gremio de los Señorías, la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional. Por entonces, así titulaba el editorial de su publicación bimensual: "¡Qué te pasa, Argentina!" Cualquier parecido con el célebre: "¿Qué te pasa, Clarín, estás nervioso?", es mucho más que simple coincidencia.
Aquel texto editorial de la revista Y considerando correspondía a la edición inmediatamente posterior a las elecciones legislativas del 28 de junio de 2009, que el oficialismo perdió, aunque por escasísimo margen, en la provincia de Buenos Aires. Para Recondo era suficiente.
En la proclama, el titular del sindicato de los jueces sacaba cuentas del resultado del comicio y recomendaba acudir al Congreso Nacional, porque "es el lugar donde deben confluir las ideas y los intereses". Para Recondo, el Poder Legislativo ya había dejado de ser una "escribanía", como alertaban insistentemente los dirigentes de la oposición, y vuelven a advertir hoy, cuando la correlación de fuerzas en ambas Cámaras se les presenta otra vez esquiva.
El remate de aquella arenga era aun más esclarecedor: en tono imperativo, más parecido a un volante de la Sociedad Rural que a un considerando jurídico, el gremio de los jueces exhortaba sin ningún prurito a los legisladores de la oposición: "Hagámoslo hoy. Ya. El tiempo apremia. Mañana no será tarde –que siempre es mejor que nunca– pero habremos desperdiciado (¡otra vez!) un tiempo vital." La división de poderes: bien, gracias. Recondo quería acción.
De recorrida por los medios, el camarista encomendaba "cirugía mayor y no estética" a la oposición triunfante en los comicios de 2009, que debía regresar el Consejo de la Magistratura a su composición previa a la ley de 2006, que lo había reformado en detrimento del interés corporativos de los jueces.
Desde luego, la demanda de que los juzgados sean cubiertos con nombramientos definitivos, vitalicios, de salarios intangibles, es una vieja bandera de la Asociación de Magistrados. También de cuando la dirigía Recondo. Se recordará cuando en septiembre de 2010 los medios hegemónicos armaron una burda operación política, por la "poda" que el Ejecutivo habría realizado al presupuesto pedido por la Corte para el ejercicio 2011 y que, en opinión del camarista de Clarín, demoraría hasta la eternidad el nombramiento de jueces en los tribunales vacantes. Ahora Recondo ya no tiene tanto apuro.
Ya en 2005, la Corte Suprema había "invitado" al Ejecutivo y al Consejo a que aceleraran los concursos y nombramientos, a fin de disminuir "la gravedad de las situaciones de conflicto" y para "evitar el caos institucional sin precedentes" de los juzgados subrogantes, "que generarían nulidades indiscriminadas".
Tres años después de aquel editorial, Recondo cree seguir cumpliendo un rol sindical, e insiste en comportarse como un operador de la oposición política y mediática. Nadie le pide a Recondo que cambie de opinión, pero sí que cuide las formas, respete la investidura del Consejo, y cumpla con la alta función institucional que supone su cargo.
El énfasis de Recondo es inversamente proporcional a su creciente soledad en el mundo judicial. La actual conducción de la Asociación de Magistrados apenas si distribuyó en la prensa un comunicado meramente formal, el Nº 091/2012, firmado por su presidente Luis María Cabral, y el secretario Marcelo Gallo Tagle, en el que sólo expresa "preocupación" por la recusación impuesta contra Recondo, al tiempo que insta a respaldar a los representantes de los jueces ante el Consejo de la Magistratura. Incluidos, claro, Mario Fera y Alejandro Sánchez Freytes, que dejaron sólo en su movida al camarista de la oposición. La declaración, por cierto, no destila el entusiasmo militante de las que solía firmar Recondo: sólo se limita el acompañamiento a los representantes de los jueces, y se cuida de no emitir opinión alguna sobre el fondo de la cuestión: el concurso 258. Algo es algo.
Alguna vez Julio Piumato, cuando no era opositor, reconstruyó el pasado radical del juez Recondo, que ahora calla a prudente distancia de los hechos, desde la vereda a la sombra donde estacionó el camión su jefe político, Hugo Moyano.
En una columna de opinión en Página/12, el gremialista recordó que Recondo fue subsecretario de Justicia en el gobierno de Raúl Alfonsín, bajo las órdenes del secretario Ideler Tonelli, luego ascendido a ministro de Trabajo por los servicios prestados en la redacción del texto de la ley de Obediencia Debida.
Si su síntesis fue el radicalismo, la dictadura fue su primera escuela. Tonelli y Recondo fueron camarista y funcionario judicial, respectivamente, durante el Terrorismo de Estado. Recondo ocupó un destacado lugar en la Procuración General de la Nación. Como secretario letrado, secundó al procurador general de la dictadura, Mario Justo López. Eran los tiempos en que la Procuración era custodiada por la Fuerza Aérea en la sede de la calle Guido al 1500, en La Recoleta. Es que en la división general del trabajo que hizo la dictadura, a la Aeronáutica le tocó justicia.
En marzo de 2011, Recondo fue denunciado ante el Consejo de la Magistratura por mal desempeño en el cumplimiento de sus funciones y su falta de independencia del monopolio Clarín, por haber fallado junto a la doctora Graciela Medina a favor de la ONG Asociación para la Defensa de la Competencia, integrada por miembros del estudio Bouzat, Rosenkrantz & Asociados, entre cuyos principales clientes figuraban Cablevisión.
En aquel controvertido fallo de la Sala III de la Cámara Civil y Comercial Federal, Recondo y Medina ordenaban al Estado Nacional abstenerse de ejecutar la Resolución N° 100/2010 de la Secretaría de Comunicaciones, por la cual se declaraba la caducidad de la licencia otorgada a Fibertel.
La inquietud expresada por la Corte Suprema y su deseo de que sea encontrada prontamente una salida a la grave crisis institucional en la justicia suma, por de pronto, zozobra al plan insurreccional montado por la derecha judicial en el Consejo de la Magistratura. El tiempo corre, el 7D se acerca, y a Recondo sólo le sirve quien quiera, como él, tirar el mantel al suelo llevándose consigo toda la cristalería. Y, salvo Magnetto, no lo encuentra. Aunque, claro: tratándose de la justicia y estando Clarín de por medio, esta boca no es mía
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