El nestorismo, etapa superior del magnettismo 
En este video Maia Volvovinsky aparece al minuto y 2 segundos
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De un tiempo a hoy, ha surgido en el escenario político una nueva variante en la multiplicidad de expresiones de la férrea oposición al gobierno nacional, popular y democrático que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: el nestorismo.
Si
 como dice el historiador Norberto Galasso “el evitismo es la etapa 
superior del gorilismo”, la exaltación de la figura de Néstor Kirchner 
en contraposición con la de su esposa y continuadora del mismo proyecto 
emancipador que el ex presidente iniciara en 2003, constituye la etapa 
cúlmine del magnetismo, expresión más sintetizada de la oposición por 
derecha al gobierno, aunque con una conveniente pátina popular.   
Extrañamente,
 tal absurdo político se propone fuente de toda argumentación ideológica
 de los menguantes sectores gremiales que, encabezados por Hugo Moyano, 
parecen haber decidido romper con la conducción de Cristina. 
No
 obstante, de aquí a octubre se verá cuánto de definitiva tiene la 
enemistad. Las declaraciones cruzadas y lecturas contradictorias de la 
actual coyuntura verbalizadas por algunos dirigentes de ese segmento 
sindical, dejaron ver evidentes tensiones en su interior. Si bien 
expresan acuerdos con ciertos puntos del temario sectorial planteado por
 Moyano, algunos se preocupan por dejar en claro que su opción política 
sigue siendo Cristina. Y la presidenta ya dijo: ella quiere una CGT 
unida, en la que estén todos los gremios, también quienes hoy faltan.  
Privilegios gremiales
A
 propósito, días atrás la flamante Secretaria de Juventud de la UEJN, 
gremio de trabajadores judiciales dirigido por Julio Piumato, habló en 
representación de la agrupación Juventud Sindical Peronista en el acto 
que la CGT-Ferro realizó en el salón Felipe Vallese de la histórica sede
 de la calle Azopardo. 
Maia
 Volcovinsky, tal su nombre, dio su discurso minutos antes de que lo 
hiciera Hugo Moyano. Sus fuertes críticas al gobierno nacional, en 
sintonía con las de sus jefes sindicales, dijo formularlas en 
representación de los “trabajadores” de la franja de menor edad. 
Sin
 dudas, nadie podrá desmentir la juventud de Volcovinsky, pero, en 
estricto rigor, su condición de “trabajadora” es más discutible.
Desde
 que ingresó como efectiva al Poder Judicial, este aprendiz de dirigente
 goza de una licencia gremial extendida por el Ministerio Público de la 
Defensa , que le permite no cumplir horario ni prestar servicio laboral 
alguno en su dependencia, y dedicarse el día entero a militar 
sindicalmente para la organización que comanda Piumato. 
Si
 bien muchos luchadores sindicales consideran impropia la dispensa, el 
privilegio de no prestar servicio porque se está en situación de 
representación gremial es una reivindicación conseguida a través de 
arduas luchas obreras y forma parte de los derechos adquiridos por la 
clase trabajadora: el reconocimiento de sus empleadores a la acción 
gremial. 
Sin
 embargo, difícilmente pueda justificarse que tal beneficio sea 
aprovechado por una trabajadora de escasa experiencia sindical, que se 
encuentra en los albores de su carrera como trabajadora y sindicalista. 
Son los trabajadores y activistas  más experimentados quienes debieran 
acceder a la prerrogativa de no cumplir la pesada carga horaria del 
trabajo, para dedicarse enteros a la actividad militante.   
Antes
 de obtener su concesión, Volcovinsky era una “meritoria”, como se 
conocía en la Justicia a los “trabajadores” que prestaban servicio en 
los juzgados sin cobrar salario, ni contar con obra social y seguro ante
 eventuales accidentes de trabajo. Aquella histórica violación a los 
derechos laborales, que muchos aspirantes a ingresar a la Justicia no 
tenían más remedio que aceptar, no rige más en los Tribunales nacionales
 desde el año 2007, cuando la UEJN montó una Carpa en la Plaza Lavalle 
que fue levantada recién cuando la Corte Suprema firmó la Acordada que 
puso fin a tal aberración jurídica.  Desde entonces, Volcovinsky cambió 
su lugar de trabajo y pasó a una Defensoría, que previo acuerdo con la 
conducción del gremio paga mes a mes su salario. 
En
 el resto del Poder Judicial no rige tal beneficio para los activistas 
sindicales. Los pocos representantes que gozan de licencia gremial 
forman parte de la conducción de la organización, que se hace cargo de 
sus sueldos mensuales. Para los demás delegados y hasta Secretarios de 
Comisión Directiva, rigen todas las tutelas sindicales, pero no el 
privilegio de la no concurrencia al lugar de trabajo. 
Cuando
 Maia comenzó a cobrar un sueldo a cambio de militar para su gremio, la 
organización retribuyó sus servicios creando para ella un cargo en la 
Comisión Directiva , que desde el Congreso anual de representantes del 
año 2009 cuenta con un nuevo sillón en su estructura de conducción: la 
Secretaría de Juventud, hasta entonces inexistente. 
El ejemplo de Tosco
Evidentemente,
 la diferencia entre el segmento sindical que Moyano y ahora Volcovinsky
 expresan, y la presidenta Cristina, obedece a profundas discrepancias 
ideológicas, que se enuncian, entre otras, en la visión que unos y otra 
tienen sobre la práctica sindical y la ética del trabajador que decide 
recorrer el arduo camino de la representación de sus compañeros. 
Esas divergencias son las que llevan a Julio Piumato a twittear conceptos tan ligeros como el siguiente: “Los progresimios tiene (sic) lógica binaria. No aprendieron nada de Perón ni de Evita”. 
El
 binario es él. Es su alto muro ideológico el que le impide ver más allá
 de la experiencia del periodo 1946-1955 y comprender que la sintonía 
fina no es ajuste, que la “inclusión social” no rivaliza con la 
“Justicia social” proclamada por Duarte de Perón, que la experiencia 
histórica marca la necesidad de arribar a nuevas síntesis ideológicas, 
que incorporen diversas experiencias populares, muy valiosas por cierto,
 que no merecen por su densidad histórica ser arrojadas al tacho del 
“progresimio”, como escribe frecuentemente por su teléfono celular. ¿Lo 
serán también las Madres de Plaza de Mayo?
Licencia gremial
Según la biografía de Cristina escrita por Sandra Russo en su libro La Presidenta, la
 mandataria debe muchas de sus más profundas convicciones políticas a su
 madre, Ofelia Wilhelm, quien tuvo una destacada actividad sindical y 
jamás tomó licencia gremial durante su mandato de veinte años al frente 
del sindicato. 
Empleada
 en la Dirección General de Rentas platense, la madre de Cristina llegó a
 ser la Secretaria General de la Asociación de Empleados de Renta e 
Inmobiliarias. “En la comisión directiva todos estaban de licencia, 
menos ella, que era la secretaria general. Un caso raro, ¿no? –recuerda 
la Presidenta-. Por eso ella estaba poco en casa. Ésa era una decisión 
que le costó su tiempo libre y mucho de su tiempo familiar. Porque 
trabajaba y a su horario de trabajo le sumaba su trabajo gremial, que 
siempre fue muy intenso”, transcribe Sandra Russo en la página 47 de su 
libro. 
De
 su madre Cristina heredó la devoción por Evita y un concepto ético y 
profundamente clasista: los sindicalistas no deben tomar licencia 
gremial porque de ese modo se alejan de los trabajadores. 
Agustín
 Tosco pensaba igual. Alguna vez el alto dirigente lucifuercista 
cordobés así narró cómo era un día en su vida: “Me levanto a las cinco y
 media y una hora después estoy fichando en la empresa, donde trabajo 
hasta la una y media”. 
A
 la misma hora que Tosco salía de su empleo debiera abandonar su oficina
 la judicial Volcovinsky. Pero no. Las urgencias militantes de la 
Secretaria de Juventud del gremio de Piumato parecen ser mayores que las
 de aquel emblemático dirigente del clasismo argentino. 
Sintonía fina, también en los gremios
Las
 cúpulas sindicales suelen abroquelarse corporativamente y asumir una 
férrea posición defensiva cuando se critican algunas de las conductas 
hacia el interior de los gremios practicadas por sus dirigentes. 
Por
 cierto, muchos de los genuinos militantes gremiales que las formulan, 
generalmente de base, con pocas posibilidades de progresar en sus 
estructuras orgánicas, saben distinguir muy bien cuando esas críticas 
esconden posiciones antisindicales, profundamente reaccionarias y de 
derecha, porque son ellos las primeras víctimas del discurso 
antipolítico y antisolidario que se simula bajo esos cargos de forma 
dirigidos a las conducciones.  
Por
 supuesto, no es este el caso. La observación sobre Maia Volcovinsky, 
apenas un sencillo ejemplo para abordar el presente análisis, se propone
 otra objetivo: reclamar que la sintonía fina de la que habló Cristina 
al momento de trazar los lineamientos de su segundo mandato 
presidencial, el de la profundización del proyecto iniciado en 2003, 
abarque también a los gremios, democratice definitivamente su vida 
interna, y quite de encima viejos vicios y prácticas que ensombrecen la 
acción gremial. La necesidad, por cierto, excede la próxima conducción 
cegetista, ya sea la que será ungida en octubre, y la ya asumida en 
Ferro. 
¿Quién cambió?   
Así
 se pregunta Julio Piumato al momento de sobreactuar sus diferencias con
 el gobierno que encabeza Cristina Fernández. La misma interrogación 
cabe para Maia Volcovinsky, quien el 28 de octubre de 2010 ingresó 
llorando a moco tendido a la capilla ardiente montada en la Casa Rosada ,
 donde era velado el cuerpo de Néstor Kirchner, según puede apreciarse 
en el link que se adjunta a esta nota. A conveniente ojo de la cámara 
televisiva, la ahora híper crítica de la mandataria hace tan sólo dos 
años reclamaba de la viuda del ex presidente que “no aflojara”, que “el 
pueblo trabajador te apoya”. ¿Por quién han de llorar ahora esas 
lágrimas? 
Youtube
 mediante, el sentido del pudor de algunos debiera correr severo riesgo 
de ponerse colorado. Algunas, ni siquiera eso. ¿O todavía sí? 
Links: 
Criticando a Cristina
Maia
 Volcovinsky en el salón Felipe Vallese de la CGT, criticando duramente a
 Cristina, junto a Moyano y los suyos, en el acto por el aniversario de 
la muerte de Eva Duarte, el pasado 26 de julio. 
http://www.youtube.com/watch?v=HrfgLU84ivI
Llorando por Néstor, vivando a la Presidenta
La
 misma Maia Volcovinsky en la Casa Rosada, dos años atrás, durante el 
velatorio de Néstor Kirchner, cuando entró a la capilla ardiente y lloró
 para las mismas cámaras de televisión, pidiéndole a su viuda que no 
afloje, que resista, que continúe, que el pueblo trabajador la apoyaría.
 
http://www.youtube.com/watch?v=cJcEKYLw0Tk&feature=results_main&playnext=1&list=PLB443C9B10F233A23 
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