Razones para estar "unidos y organizados"
Al
periodista Jorge Lanata lo inquieta sobremanera que los miembros de la
organización barrial Tupac Amaru se vistan con iguales ropas de trabajo,
cuya tonalidad predominante es el beige: para él son uniformes de
estilo militar. Que en un acto miles de manifestantes levanten
rítmicamente los brazos para responder, al unísono, “trabajo, educación,
salud” cuando desde el palco el dirigente pregunta “¿qué queremos?”,
para Lanata es un gesto marcial propio de las juventudes hitlerianas.
Evidentemente,
este periodista jamás fue a la cancha de Boca, sino diría de sus
hinchas que son fanáticos del franquismo, cultores extremos de la
muerte. Y quizás hasta lo afirme en su próximo programa: sería una
prueba indubitable del vínculo fútbol-política, tan cotizada en plaza.
Olvida
fácilmente Lanata las grandes movilizaciones de trabajadores
desocupados, especialmente las posteriores a la masacre del Puente
Pueyrredón, cuando los piqueteros respondían “en la lucha” al orador
que, para arengar a la multitud, culminaba sus discursos con una
sencilla formulación: “¿Dónde nos vemos, compañeros?”.
No
es nueva la “operación cantito”. En los años de sórdida represión al
movimiento social, los comunicadores de la derecha la justificaban por
los cánticos de los piqueteros. Como los trabajadores desocupados
entonaban “las balas que vos tiraste van a volver” durante sus marchas
por Kosteki y Santillán, para los opinadores que ya sabemos estábamos en
presencia de un grupo insurgente, muy próximo a la lucha armada, y el
país, al borde de su definitiva disolución.
Lanata
desciende ahora al submundo del más rancio prejuicio al presentar como
una banda de forajidos a una de las más grandes organizaciones de masas
de Jujuy.
Durante
los días previos a la emisión de su último programa dominical, la
población fue bombardeada por los múltiples medios del Grupo Clarín
respecto del “violento ataque a la liberad de expresión” sufrido por su
equipo de producción, enviado especialmente a la provincia del NOA. La
campaña fue intensa y penetrante. Ya en el programa, la operación se
contradijo sola.
La
“oscura” Milagro Sala, tratada como operadora en las sombras del poder
político local, aceptó la entrevista a agenda abierta con el periodista
venido desde Buenos Aires. En el reportaje, su propio entrevistador
desanduvo el camino recorrido durante el fin de semana y admitió ante
sus televidentes la gran tarea social y comunitaria que lleva adelante
la organización. Hasta mostró las instalaciones construidas por los
propios trabajadores y se declaró sorprendido por un imponente hospital,
próximo a ser finalizado.
La
dirigente social respondió muchas más preguntas de las que el programa
mostró a su audiencia. El tramo exhibido, no obstante, dejó ver una
sólida construcción colectiva, que viene a desarmar varios mitos de la
derecha. Pidió disculpas por lo ocurrido en nombre de la Tupac , no sin
antes dejar en claro que la dirigente máxima no puede hacerse cargo de
los eventuales errores que pudiera cometer alguno de los miles de
integrantes de la organización. Para evitarlos, precisamente, funcionan
sus instancias orgánicas, que el equipo de Canal 13 desconoció
deliberadamente.
Los
integrantes de la Tupac Amaru resolvieron que aquellos medios
periodísticos que deseen conocer su política interna deberán gestionar
las respectivas entrevistas ante la Comisión de Prensa de la
organización. Tan sencillo como eso. ¿O acaso Lanata deja sentar a
cualquiera en su tribuna de domingo? No es una disposición burocrática,
ni es un Estado dentro del Estado, paralelo al legalmente constituido.
Es defender la autonomía conquistada durante sus años de lucha, y ser
soberanos de la propia construcción. Alcanzar gran disciplina y cohesión
internas no es un detalle, sino condición necesaria para la
supervivencia y desarrollo de cualquier
organización popular que surja de entre las sobras descartables del
sistema de dominación.
En
el video en el que dos militantes forcejean con los cronistas puede
verse claramente que el reclamo que les hace el encargado de seguridad
es no haber gestionado la debida autorización para entrevistar a los
vecinos y filmar el barrio. Militantes que no son tontos, ni se chupan
el dedo viendo las continuas operaciones de las que son víctimas. Ellos
saben mejor que nadie que la investigación apuntará contra ellos y
buscará ensuciar la experiencia de la Tupac , de las que dependen su
techo y su salario.
Es absolutamente desmedido plantear el conflicto en la dicotomía “el barrio como parte del espacio
público” vs. “el poder real de la Tupac ”, y que el juez a dictaminar
sea “la libertad de prensa” a la manera en que la entiende el Grupo
Clarín, todavía bajo resguardo judicial de la Ley de Medios. La tierra
arrasada convertida en barrio por las manos laboriosas de esas familias
trabajadoras también era pública y pasible de ser investigada por
equipos de la “prensa independiente”. Pero recién se preocuparon por
ella una vez puesta en valor por una organización social que da pelea en
un mundo extremadamente
desigual.
Por
cierto, ¿Lanata quería filmar el barrio y entrevistar a sus vecinos, o
inducir un hecho policial? Nada justifica una agresión a cronistas y
camarógrafos. De nuevo: nada. Su rechazo y repudio deben ser la
condición más elemental de la democracia. Pero nada justifica tampoco
que una organización social de tamaña envergadura, que desarrolla una
imponente tarea comunitaria gracias al aporte del Estado una vez que
éste asume su función integradora e inclusiva, sea verdugueada con el
falso argumento de la investigación periodística. Eso también debe
merecer la total condena por parte de la sociedad democrática.
¿Por
qué los argentinos tenemos que soportar estoicamente que una
organización de masas, que reivindica su origen ancestral, sea
calificada de “nazi” por un periodista cuya única representatividad es
la potencia del multimedios para el cual trabaja? ¿Es que todo vale?
¿Que cualquiera (Víctor Hugo, Hebe, Milagros Sala, o hasta el doctor
Zaffaroni) pueda caer en la volteada si de golpear al gobierno nacional
se trata? ¿Todo lo justifica el bien superior de intervenir en la
contradicción principal? ¿También que Piumato diga por Twitter, con la
liviandad de los 140 caracteres, que si se hubiera votado su proyecto de
ley contra las tercerizadas Mariano Ferreyra estaría vivo? ¿Hasta esa
miseria hemos llegado?
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