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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 9 de agosto de 2012

Razones para estar "unidos y organizados"
 
 
Al periodista Jorge Lanata lo inquieta sobremanera que los miembros de la organización barrial Tupac Amaru se vistan con iguales ropas de trabajo, cuya tonalidad predominante es el beige: para él son uniformes de estilo militar. Que en un acto miles de manifestantes levanten rítmicamente los brazos para responder, al unísono, “trabajo, educación, salud” cuando desde el palco el dirigente pregunta “¿qué queremos?”, para Lanata es un gesto marcial propio de las juventudes hitlerianas.
 
Evidentemente, este periodista jamás fue a la cancha de Boca, sino diría de sus hinchas que son fanáticos del franquismo, cultores extremos de la muerte. Y quizás hasta lo afirme en su próximo programa: sería una prueba indubitable del vínculo fútbol-política, tan cotizada en plaza.
 
Olvida fácilmente Lanata las grandes movilizaciones de trabajadores desocupados, especialmente las posteriores a la masacre del Puente Pueyrredón, cuando los piqueteros respondían “en la lucha” al orador que, para arengar a la multitud, culminaba sus discursos con una sencilla formulación: “¿Dónde nos vemos, compañeros?”.
 
No es nueva la “operación cantito”. En los años de sórdida represión al movimiento social, los comunicadores de la derecha la justificaban por los cánticos de los piqueteros. Como los trabajadores desocupados entonaban “las balas que vos tiraste van a volver” durante sus marchas por Kosteki y Santillán, para los opinadores que ya sabemos estábamos en presencia de un grupo insurgente, muy próximo a la lucha armada, y el país, al borde de su definitiva disolución.
 
Lanata desciende ahora al submundo del más rancio prejuicio al presentar como una banda de forajidos a una de las más grandes organizaciones de masas de Jujuy.
 
Durante los días previos a la emisión de su último programa dominical, la población fue bombardeada por los múltiples medios del Grupo Clarín respecto del “violento ataque a la liberad de expresión” sufrido por su equipo de producción, enviado especialmente a la provincia del NOA. La campaña fue intensa y penetrante. Ya en el programa, la operación se contradijo sola.
 
La “oscura” Milagro Sala, tratada como operadora en las sombras del poder político local, aceptó la entrevista a agenda abierta con el periodista venido desde Buenos Aires. En el reportaje, su propio entrevistador desanduvo el camino recorrido durante el fin de semana y admitió ante sus televidentes la gran tarea social y comunitaria que lleva adelante la organización. Hasta mostró las instalaciones construidas por los propios trabajadores y se declaró sorprendido por un imponente hospital, próximo a ser finalizado.
 
La dirigente social respondió muchas más preguntas de las que el programa mostró a su audiencia. El tramo exhibido, no obstante, dejó ver una sólida construcción colectiva, que viene a desarmar varios mitos de la derecha. Pidió disculpas por lo ocurrido en nombre de la Tupac , no sin antes dejar en claro que la dirigente máxima no puede hacerse cargo de los eventuales errores que pudiera cometer alguno de los miles de integrantes de la organización. Para evitarlos, precisamente, funcionan sus instancias orgánicas, que el equipo de Canal 13 desconoció deliberadamente.
 
Los integrantes de la Tupac Amaru resolvieron que aquellos medios periodísticos que deseen conocer su política interna deberán gestionar las respectivas entrevistas ante la Comisión de Prensa de la organización. Tan sencillo como eso. ¿O acaso Lanata deja sentar a cualquiera en su tribuna de domingo? No es una disposición burocrática, ni es un Estado dentro del Estado, paralelo al legalmente constituido. Es defender la autonomía conquistada durante sus años de lucha, y ser soberanos de la propia construcción. Alcanzar gran disciplina y cohesión internas no es un detalle, sino condición necesaria para la supervivencia y desarrollo de cualquier organización popular que surja de entre las sobras descartables del sistema de dominación.
 
En el video en el que dos militantes forcejean con los cronistas puede verse claramente que el reclamo que les hace el encargado de seguridad es no haber gestionado la debida autorización para entrevistar a los vecinos y filmar el barrio. Militantes que no son tontos, ni se chupan el dedo viendo las continuas operaciones de las que son víctimas. Ellos saben mejor que nadie que la investigación apuntará contra ellos y buscará ensuciar la experiencia de la Tupac , de las que dependen su techo y su salario.
 
Es absolutamente desmedido plantear el conflicto en la dicotomía “el barrio como parte del  espacio público” vs. “el poder real de la Tupac ”, y que el juez a dictaminar sea “la libertad de prensa” a la manera en que la entiende el Grupo Clarín, todavía bajo resguardo judicial de la Ley de Medios. La tierra arrasada convertida en barrio por las manos laboriosas de esas familias trabajadoras también era pública y pasible de ser investigada por equipos de la “prensa independiente”. Pero recién se preocuparon por ella una vez puesta en valor por una organización social que da pelea en un mundo extremadamente desigual.
 
Por cierto, ¿Lanata quería filmar el barrio y entrevistar a sus vecinos, o inducir un hecho policial? Nada justifica una agresión a cronistas y camarógrafos. De nuevo: nada. Su rechazo y repudio deben ser la condición más elemental de la democracia. Pero nada justifica tampoco que una organización social de tamaña envergadura, que desarrolla una imponente tarea comunitaria gracias al aporte del Estado una vez que éste asume su función integradora e inclusiva, sea verdugueada con el falso argumento de la investigación periodística. Eso también debe merecer la total condena por parte de la sociedad democrática.
 
¿Por qué los argentinos tenemos que soportar estoicamente que una organización de masas, que reivindica su origen ancestral, sea calificada de “nazi” por un periodista cuya única representatividad es la potencia del multimedios para el cual trabaja? ¿Es que todo vale? ¿Que cualquiera (Víctor Hugo, Hebe, Milagros Sala, o hasta el doctor Zaffaroni) pueda caer en la volteada si de golpear al gobierno nacional se trata? ¿Todo lo justifica el bien superior de intervenir en la contradicción principal? ¿También que Piumato diga por Twitter, con la liviandad de los 140 caracteres, que si se hubiera votado su proyecto de ley contra las tercerizadas Mariano Ferreyra estaría vivo? ¿Hasta esa miseria hemos llegado?
 
Algunos todavía no dieron cuenta de la profundidad del desafío pronunciado en el acto del 27 de abril: estar “unidos y organizados”. No es democrático desconocer que para millones de argentinos ese reto lanzado en Vélez es bastante más que eso. Constituye un mandato. Sólo así será posible para ellos darse en la Tierra , durante sus vidas, la oportunidad que sólo esperaban conseguir en el cielo, con mucho viento a favor, y si accedían, de pura suerte, a una audiencia con Dios: trabajo, educación, salud.

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