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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 23 de agosto de 2012

23.08.2012 | 2003-2012: nueve años no es poco

De la represión en Brukman a la soberanía monetaria


La autonomía nacional, ¿es un bien de uso? ¿Tendrá valor de cambio? ¿Será una mercancía más?

Se puede importar soberanía, comprarla en un supermercado? La autonomía nacional ¿es un bien de uso? ¿Tendrá valor de cambio? ¿Será una mercancía más entre las opciones de consumo disponibles en el capitalismo?

 El gobierno de un país que se propone crecer con inclusión social y desarrollo, que reclama con decisión y coraje sus derechos jurisdiccionales sobre un territorio apropiado ilegalmente por una nación imperialista de primer orden, que se funde en una dinámica integración con países de la región que atraviesan similares procesos políticos internos, no podía permitirse el lujo de tener privatizada la confección de sus billetes, ya sea mediante una compañía de capital nacional u otra extranjera, así sea pública. Más que lujo, una errata.
 Por eso, en alguna instancia de su recorrido el ciclo puesto en marcha el 25 de mayo de 2003 debía comprender el total imperio sobre la producción de la moneda nacional. No era, sin embargo, cuestión de sentarse plácidamente a esperar, sino de entender (y organizarse en consecuencia) los desafíos trazados para esta tercera presidencia en continuado.


¿Acaso no está a tono la estatización de la mayor empresa capaz de producir billetes con la nueva Carta Orgánica del Banco Central, continuadora a su vez de la ley que recuperó para el Estado los fondos de jubilación, hasta entonces en poder de los bancos? ¿Por qué los críticos de la soberanía monetaria omiten la evidente concordancia de esta ley con las medidas tendientes a redireccionar hacia la producción el negocio bancario de prestar dinero? ¿O de qué creían que estaba hablando Cristina cuando más de un año atrás planteó en Huracán, y luego en Vélez, la necesidad de profundizar el cambio e institucionalizarlo, volviéndolo carne en el conjunto del tejido social y, también, en la fría letra de la normativa constitucional?
Si los argentinos pudimos sobrevivir al rechazo social a la política y toda forma de representación, a la impunidad más absoluta de los genocidas cívico-militares, al 21,6% de desocupación, al 57,7% de pobreza, con la mitad del PBI y de las reservas en millones de dólares con que contamos hoy, con un superávit comercial diez veces menor al actual, ¿por qué no habríamos de continuar creciendo, aun con lo que las mediciones oficiales indican que hoy cuesta la canasta básica, apenas un valor de referencia, y siendo que todas las discusiones paritarias cerraron con acuerdos de aumentos salariales por encima del 20 por ciento? ¿Qué vestiduras se rasgan estos tipos? ¿Tienen autoridad para hacerlo? ¿Quiénes? ¿Acaso los que en unos días más no tendrán otro remedio que permitir que los maestros enseñen en las escuelas qué fue la Noche de los Lápices, y ahora habilitan una línea telefónica para denunciar “infiltrados” de La Cámpora en los colegios? ¿Imagina alguien los estragos que Camps habría causado en la comunidad platense de haber contado con un ministro de Educación tan eficiente y “creativo” como Esteban Bullrich? 

REPRESIÓN EN BRUKMAN. La historia nunca se cuenta por fechas exactas. Se deja comprender más por ciclos que por citas temporales de memoria. Eso, no obstante, no debe impedir hablar con propiedad. A veces es necesario situar en rojo el 25 de mayo de 2003, y no sólo dar cuenta de su significado histórico mediante la vaga mención “desde el año 2003”, como solemos abreviar. Es que inmediatamente antes de ese día también era 2003, pero las políticas públicas marchaban en dirección contraria de donde lo hicieron a partir del 25 de mayo. 


 Se recuerda: en abril de 2003 se produjo la salvaje represión a las obreras de la empresa Brukman, en el barrio del Once, sobre la Avenida Jujuy, por fuerzas de seguridad federales. Desde el 25 de mayo de ese año, la no represión del conflicto social se convirtió en política de Estado.
A las 0 horas del jueves 17 de abril, justo cuando comenzaba el feriado largo por la Semana Santa, más de 300 efectivos de Infantería irrumpieron en las instalaciones de la fábrica textil, que hasta entonces producía bajo control de las costureras. Una vez expulsadas las trabajadoras de su interior, un grupo de civiles tomó posesión del edificio.


Paradojas: la orden de desalojo resuelta por el juez Jorge Rimondi, implementada a instancias de los Brukman, fue impartida el mismo día que Eduardo Duhalde firmó el DNU que hizo ingresar a Boldt en una actividad comercial que hasta entonces era exclusivamente estatal. Ningún diario dio cuenta en sus titulares del decreto, a pesar de la gran trascendencia que eso tuvo para lo que vino después. Tanto, que sus consecuencias llegan hasta hoy.  

 Lo decidido por el entonces senador a cargo del Ejecutivo quitaba la exclusividad a la imprenta de la Casa de Moneda en la confección de los billetes del curso legal, permitiendo que participara del negocio su principal competidora, la privada Boldt.

Naturalmente, con el tiempo Boldt fue imponiéndose sobre su competidora estatal en similar proporción al rojo que fue creciendo en las cuentas de la imprenta de la Casa de la Moneda, que supo estar integrada en su directorio por uno de los hombres de ese consorcio privado. Un viejo topo, que se dice.
Aquel decreto de Duhalde fue el último de una serie más extensa y dramática aplicada sostenidamente en el país desde 1976: correr al Estado de sus funciones sociales e inclusivas más significativas y alejarlo de su rol estratégico en el desarrollo nacional, ubicándolo apenas como un mero facilitador de negocios privados, exclusivos y, esencialmente, excluyentes de las grandes mayorías. Incluso a través de la eliminación física.
Cuando el lunes 21 de abril de 2003, una vez terminada la Semana Santa, las obreras quisieron reingresar a la planta, tras cuatro días de paciente espera en sus adyacencias, un nuevo episodio represivo lo impidió. El saldo contó 30 heridos, 120 detenidos, corridas que llegaron hasta el Hospital de pediatría Pedro Garrahan, y una saturación de balas de goma y gases lacrimógenos, que alcanzaron incluso a las Madres de Plaza de Mayo, por entonces de setenta años de edad promedio, que allí estaban dando solidaridad con sus cuerpos a las trabajadoras y sus familias.


 Ese fue el costo visible del último acto del duhaldismo. Quizás el fruto más tardío del árbol sin sombra que fue el neoliberalismo. Lo que no alcanzamos a ver está terminado estos días: la recuperación para el Estado de su capacidad para la impresión de billetes de curso legal, y con ella, el mando sobre el dinero, ese fetiche del capitalismo, que siempre se creyó con vida propia y no como lo que es: apenas la expresión de una relación social con resultado siempre abierto, y que en los últimos años, exactamente desde el 25 de mayo de 2003, ha invertido la correlación de fuerzas, en beneficio de los segmentos sociales históricamente desamparados por el sistema de dominación.

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