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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 26 de julio de 2012

60 AÑOS Y UN SOLO AMOR: EL PUEBLO
 
Si Evita viviera
 
 
Demetrio Iramain
 
Para Carlos Marx, la praxis era el único criterio de verdad posible y válido. A su tiempo, Perón sostuvo que la única verdad era la realidad. Según el filósofo José Pablo Feinmann, el peronismo, mal que le pese a Julio Bárbaro, tiene mucho de marxismo. Teléfono para los tarambanas que le contestan a Cristina citando viejas frases de José Rucci dirigidas al marxista cordobés Agustín Tosco.
 
En resumen: difícil aventurar a quién apoyaría Evita si ella estuviera entre nosotros, 60 años después de haber cerrado sus ojos para siempre: si a Cristina o a la CGT Ferro. Hacer presunciones contrafácticas es un ejercicio presuntivo, no histórico. Además de arduo, poco serio. Será la historia la que determine quién es más coherente con su legado y su mensaje políticos más urgentes.
 
“Confieso que no me duele tanto el odio de los enemigos de Perón como la frialdad y la indiferencia de los que debieron ser amigos de su causa maravillosa. Comprendo más y casi diría que perdono más el odio de la oligarquía que la frialdad de algún hijo bastardo del pueblo que no siente ni comprende a Perón”, dictó Eva antes de morir, durante su convalecencia que ella sabía final. Cada uno le pondrá el nombre y apellido que quiera para volver vivo al concepto, para que sirva todavía y no se convierta en “cáscara vacía”, como previno uno ligeramente en Huracán.
 
Sin jactancias, sin embargo, se puede afirmar que ningún hecho concreto de la realidad indica que el actual gobierno nacional haya decido cargar sobre la espalda del segmento social trabajador (con empleo o todavía sin él) el costo de la crisis mundial capitalista, de resolución todavía impredecible, y cuyas consecuencias se hacen sentir con progresividad ascendente sobre la economía argentina.
 
Resulta cada vez más difícil sostener una retórica de la profundización para cuestionar a través de ella la política oficial, correr desde el peronismo al kirchnerismo, sencillamente porque la praxis marca otra cosa. De aquí a octubre es probable que varios gremios que acompañan algunos reclamos específicos que plantea Hugo Moyano adviertan que lo que hay detrás del camionero no son demandas puntuales sino un planteo político, y regresen a la CGT.
 
Heterodoxos
 
A contramano de la ortodoxia neoliberal, el gobierno resuelve mantener políticas expansivas que compensen el ciclo de contracción que marca el pulso económico del mundo. El programa Pro.Cre.Ar. y la obligación impuesta a los bancos tendiente a destinar el 5 % de sus depósitos a préstamos de inversión productiva, la mitad de los cuales será para beneficio inmediato de pymes, son dos muestras entre una compleja batería de medidas que marchan en el mismo sentido. También, la política de Estado destinada a sostener la discusión paritaria para encausar sin tutelas, y también sin neutralidades, el conflicto capital-trabajo, sobre el que se cimenta la sociedad capitalista.
 
Que los trabajadores estén discutiendo los índices de incremento salarial con sus patrones en un mundo cuyas economías centrales tienden a prescindir de ellos para mantener lo que puedan la tasa de ganancia del capital, es un rasgo sin dudas favorable del modelo puesto en marcha en 2003. Más que favorable, resulta épico. De ahí que no se comprenda del todo el tamaño de la insensatez de quienes resuelven romper con el gobierno que impulsa ese modelo, contrariados por la moderación que el Ejecutivo plantea como meta salarial para este año. La moderación, es dable recordar, no rige sólo para trabajadores, sino también para los empresarios que la “han juntado en pala en estos nueve años”, como expresara la Presidenta en un discurso emblemático: al momento de promulgar la ley de nacionalización de YPF.
 
Por cierto, ser responsables en la pretensión salarial no implica en absoluto arriar las banderas de la distribución del ingreso. Si se forzaran los diques de contención propios de las relaciones sociales de producción capitalista, correríamos el riesgo de que un proceso inflacionario atroz, con desocupación creciente, barriera con el paulatino crecimiento del salario real. Así como la historia no se deja comprender por fechas, la economía también: se mide en ciclos mucho más extensos que una discusión salarial sobre la base de un balance empresarial internanual. Pero todo es según cómo se cuenta.
 
A propósito, el sábado 21 así tituló Clarín su edición en papel: “Admite el INDEC que la economía cayó 0,5 en mayo”. No el Indec paralelo que dice Moyano que creará, copiando recursos de estilo de la oposición, sino el oficial, que dirige Norberto Itzcovich. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos se vuelve, de la noche a la mañana, creíble, y sus índices, veraces. Raro. Lástima la grosera omisión del dato que explica la información: el contexto internacional en el que está inmersa esa economía en stand-by.
 
Aunque Axel Kicillof explique con claridad que la línea de créditos blandos para la construcción de viviendas “se inscribe en un concierto de propuestas que estamos llevando adelante para paliar los probables efectos de esta catástrofe mundial sobre nuestro país” y se pregunte en voz alta “¿cómo no vamos a tomar medidas cuando nuestros principales socios comerciales empiezan a sufrir fuertes dificultades y se empieza a restringir la posibilidad de colocar productos argentinos en el mundo?”, no será allí dónde pongan el énfasis los comentaristas que ya sabemos.
 
La manipulación informativa en materia económica viene de lejos. Cuando en abril último el gobierno brasileño dispuso similares medidas a las argentinas en materia de sustitución de importaciones, sólo Tiempo Argentino lo informó. "Los proveedores nacionales de bienes y servicios disfrutarán de un margen de preferencia para el gobierno y serán elegidos incluso si su costo es entre un ocho y un 25% más elevado que el del similar importado", se leyó en este diario el 4 de abril. Los demás cargaron toda la cuenta de la información en las rebajas patronales impulsadas por la administración Rousseff para sostener el empleo.
 
Lo que acaba de decretar el gobierno a través de sendos decretos presidenciales que establecen la obligatoriedad de que las entidades del sector público compren a Aerolíneas y Austral los pasajes para sus funcionarios, carguen combustible sólo en YPF, y liquiden sus haberes mediante el Banco Nación, está a tono con lo dispuesto por el gobierno brasileño tres meses atrás, aunque a Dilma la sigan tratando como un modelo de eficiencia y moderación, y a Guillermo Moreno como un estatista retrógrado, que a contramano del mundo ordena un inviable “compre estatal”.
 
Un problema de nuevo orden aqueja, sin embargo, la vieja hegemonía de la derecha: el relato que ata a sus intereses deja ver su trama. Se notan sus preferencias. Se adivinan sus intenciones. Darse cuenta de ellas es, a esta altura de los acontecimientos, un logro de nuestra cultura democrática, del que difícilmente volvamos atrás.

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