LA "IZQUIERDA" MOYANISTA A LA DERECHA DE VIVIANI
El
sábado 14 Julio Piumato se fue de boca por twitter. Desde luego, no es
ninguna novedad. Son recurrentes las imágenes que lo muestran
escribiendo mensajes de texto en su teléfono celular mientras asiste en
calidad de adherente o invitado especial a algún acto o hecho
trascendente.
Siempre
segundón, Piumato. Nunca es él quien habla. El gremialista se dedica a
twittear en simultáneo al discurso que algún dirigente más importante
que él está pronunciado. Apenas un comentarista, el judicial. Si
twitteaba durante los actos de Cristina, cuando adhería fervorosamente
al proyecto nacional y popular, cómo no lo va a hacer ahora, mientras
apoya el codo en el tarima desde la cual habla Hugo
Moyano, su eterno jefe, de cara al sol.
Lo
singular de hoy, no obstante, no es que haya twitteado, sino lo que
escribió: “Pauta12 no habla d esto! "Caso Schoklender: ex empleada de
Madres dijo que Hebe sabía de los pagos”. Textual.
Raro
el mensaje. Una torpeza, sin dudas. Una desmesura, para peor obvia.
Está bien que el “Congreso” del puñado de gremios cegetistas que lo
ungió como Secretario de Derechos Humanos esté
devaluado, pero al menos Piumato debiera cuidar un poco las formas. Un
poco. Guardar cierto recato. Algo. Por la especificidad de su función
quizás sería más conveniente dejarle la chicana contra una organización
de renombre internacional en el campo de los derechos humanos, a un
Venegas, un Genta, pero él no. El voluntarismo de Piumato pudo más.
Hay
que reconocerlo, de todos modos: el Secretario General de los
judiciales es un valiente de nuevo tipo: se anima vía twitter. No le
hace asco a nada y saca la cara en la más difícil. No sólo no tiene
miedo a no tener razón; tampoco le importa que todos se den cuenta.
Ambos
mensajes de este hombre merecen una explicación, sin embargo. La
noticia que refrita Piumato tiene un contexto, que el gremialista omite
deliberadamente. La empleada de la que habla el judicial es una ex
funcionaria de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, actual pareja de
Sergio Schoklender, su mano derecha en la Fundación, y que dijo lo que
dijo ante un magistrado, mientras hacía su descargo indagatorio, debido a
su condición de procesada en la causa penal que investiga la
malversación de fondos en esa entidad. ¿A quién que no sea Hebe pretende
Piumato que Patricia Alonso le eche la culpa? ¿A su novio, acaso?
Naturalmente, no.
Es
raro Piumato. Pensar que fue él quien en nombre de la CGT se apuró a
firmar un comunicado de adhesión a las Madres de Plaza de Mayo justo un
año atrás, el 2 de junio, cuando estalló en los medios del grupo Clarín la
operación Schoklender. Aquel encomiable gesto de solidaridad y lucidez
política distinguió sobremanera al jefe de los judiciales. Piumato se la
jugó enviando una adhesión en nombre de la CGT, a sabiendas de que Hebe
de Bonafini nunca había hablado bien de Moyano, su Secretario General.
También Hebe exceptuó a Piumato de sus fuertes críticas al camionero.
Con el desgraciado intercambio epistolar vía twitter, el gremialista
decide cruzar un límite, del que cada vez será más difícil regresar. Una
lástima.
Por
entonces, cuando lo consultaban los periodistas, Piumato alertaba que
el caso era una "utilización para manchar a las Madres de Plaza de Mayo"
y que algunos medios de comunicación aprovechaban la causa para
"indirectamente cuestionar las políticas de derechos humanos".
"Todo
esto es una campaña artera", llegó a declarar. Y eso no fue todo: hasta
marchó con una columna de trabajadores judiciales a la Plaza de Mayo, a
acompañar a las
Madres en una de sus rondas. Rondas, no; marchas, porque las Madres
hace 35 años que vienen marchando hacia algo, en forma circular,
alrededor de la Pirámide, pero marchan. Piumato, en cambio, vive dándose
vueltas.
No soy de aquí ni soy de allá
La
tiene difícil Piumato. Ningún reclamo específico de la agenda planteada
por Moyano le sienta
bien. Las causas objetivas que, aunque con dificultad y sobreactuado
énfasis, pude esgrimir Moyano, para él son, apenas, razones subjetivas.
Excusas políticas. Argumentaciones para sus múltiples mensajes en
twitter.
El
Impuesto a las Ganancias no lo paga. Debido a una decisión corporativa
del Poder Judicial, los jueces y funcionarios están exceptuados del
gravamen, privilegio que extiende a los empleados que Piumato
representa.
Del
dinero que Moyano le reclama al Estado por deudas a las obras sociales
sindicales, Piumato no puede ni hablar. La Obra Social del Poder
Judicial de la Nación la maneja en soledad la Corte Suprema, a pesar de
que también aportan a ella los trabajadores. Hasta hace poco la Unión de
Empleados de la Justicia reclamaba fuertemente por su derecho a
integrar el Directorio, pero desde que “Lorenzetti se puso los
pantalones largos ante el Ejecutivo y pagó el aumento de diciembre”,
como dijo en una lamentable asamblea de trabajadores del fuero de la
Corte, tres meses atrás, el planteo por la obra social perdió
convenientemente protagonismo. Pasó a un ecuménico tercero o cuarto
lugar. Se entiende: su nuevo universo de aliados en el mundo judicial
podría estar conformado por los sectores más rancios de la corporación:
la Asociación de Magistrados, los presidentes de las cámaras federales y
los sectores de la Corte más reaccionarios,
que los hay. A todos ellos les interesa sobremanera que “el Poder
político no avance sobre la independencia judicial”. Es decir: no los
intime a pagar ganancias como al resto de los asalariados argentinos ni
ponga en discusión la ley de jubilación especial, que les permite a los
magistrados retirarse con una dienta mensual de varias decenas de miles
de pesos.
Por
lo demás, el supuesto techo a los aumentos salariales que Moyano
denuncia que el gobierno habría fijado para las rondas paritarias, para
Piumato no existe, por el sencillo motivo de que en la Justicia no hay
paritarias. Los judiciales no saben lo que es discutir formalmente con
los jueces, porque no tienen siquiera un
convenio colectivo de trabajo que regule su actividad, y por ende no
cuentan con un ámbito formal donde disputar con sus empleadores, no ya
por el índice de incremento salarial, sino, al menos, por su reglamento
interno, el régimen de licencias y los ascensos en el escalafón. Piumato
y Lorenzetti se juntan sólo cuando tienen ganas, y en esos encuentros
los márgenes de acción del gremialista son tan estrechos como lo marca
la diferencia abismal entre la responsabilidad institucional de uno y
otro.
Menos
que menos puede hablar de la “inseguridad”, ese mito de la agenda de la
derecha que Moyano tomó prestado en Ferro. Cuando a Piumato le
cruzaron un auto un mes atrás y le sustrajeron el celular y la
notebook, el gremialista perdió la oportunidad de situarse como un
Blumberg tardío al atribuir el hecho a una intimidación con mensaje
político.
Al
final Piumato, un pobre ñato. Probablemente al leer esta nota responda
citando a Perón. “Al insulto vil el sabio calla”, dirá, extrayendo de su
diccionario de refranes su slogan de cabecera. Siempre hay un lema a
mano para replicarles a los “progresiomios” que lo cuestionan por sus
increíbles volteretas ideológicas. El peronismo de cáscara vacía de
Piumato lo ubica hoy, aunque con insólita retórica de izquierda y
popular, a la derecha de Viviani.
A
mí me gustaba más cuando escribía notas en los diarios, más largas y
reflexivas, con una pluma mucho más delicada que los escuetos 140
caracteres que permiten los envíos vía twitter. ¿Lo recuerdan? Hace rato
que no leo nada de él, excepto lo que dice Clarín, cuando transcribe
entusiasta lo que Piumato acaba de twittear con ese maldito aparatito,
que no le deja poner los acentos en las íes. Eso no sería nada: ni
siquiera una coma a tiempo le permite.
Trabajador judicial. Delegado sindical (sin licencia gremial)
Comisión interna de la C.S.J.N. - U.E.J.N.
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