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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

lunes, 16 de julio de 2012

El extraño caso Piumato

LA "IZQUIERDA" MOYANISTA A LA DERECHA DE VIVIANI
 

 
El sábado 14 Julio Piumato se fue de boca por twitter. Desde luego, no es ninguna novedad. Son recurrentes las imágenes que lo muestran escribiendo mensajes de texto en su teléfono celular mientras asiste en calidad de adherente o invitado especial a algún acto o hecho trascendente.
 
Siempre segundón, Piumato. Nunca es él quien habla. El gremialista se dedica a twittear en simultáneo al discurso que algún dirigente más importante que él está pronunciado. Apenas un comentarista, el judicial. Si twitteaba durante los actos de Cristina, cuando adhería fervorosamente al proyecto nacional y popular, cómo no lo va a hacer ahora, mientras apoya el codo en el tarima desde la cual habla Hugo Moyano, su eterno jefe, de cara al sol.
 
Lo singular de hoy, no obstante, no es que haya twitteado, sino lo que escribió: “Pauta12 no habla d esto! "Caso Schoklender: ex empleada de Madres dijo que Hebe sabía de los pagos”. Textual.
 
Raro el mensaje. Una torpeza, sin dudas. Una desmesura, para peor obvia. Está bien que el “Congreso” del puñado de gremios cegetistas que lo ungió como Secretario de Derechos Humanos esté devaluado, pero al menos Piumato debiera cuidar un poco las formas. Un poco. Guardar cierto recato. Algo. Por la especificidad de su función quizás sería más conveniente dejarle la chicana contra una organización de renombre internacional en el campo de los derechos humanos, a un Venegas, un Genta, pero él no. El voluntarismo de Piumato pudo más.
 
Hay que reconocerlo, de todos modos: el Secretario General de los judiciales es un valiente de nuevo tipo: se anima vía twitter. No le hace asco a nada y saca la cara en la más difícil. No sólo no tiene miedo a no tener razón; tampoco le importa que todos se den cuenta.
 
Ambos mensajes de este hombre merecen una explicación, sin embargo. La noticia que refrita Piumato tiene un contexto, que el gremialista omite deliberadamente. La empleada de la que habla el judicial es una ex funcionaria de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, actual pareja de Sergio Schoklender, su mano derecha en la Fundación, y que dijo lo que dijo ante un magistrado, mientras hacía su descargo indagatorio, debido a su condición de procesada en la causa penal que investiga la malversación de fondos en esa entidad. ¿A quién que no sea Hebe pretende Piumato que Patricia Alonso le eche la culpa? ¿A su novio, acaso? Naturalmente, no.
 
Es raro Piumato. Pensar que fue él quien en nombre de la CGT se apuró a firmar un comunicado de adhesión a las Madres de Plaza de Mayo justo un año atrás, el 2 de junio, cuando estalló en los medios del grupo Clarín la operación Schoklender. Aquel encomiable gesto de solidaridad y lucidez política distinguió sobremanera al jefe de los judiciales. Piumato se la jugó enviando una adhesión en nombre de la CGT, a sabiendas de que Hebe de Bonafini nunca había hablado bien de Moyano, su Secretario General. También Hebe exceptuó a Piumato de sus fuertes críticas al camionero. Con el desgraciado intercambio epistolar vía twitter, el gremialista decide cruzar un límite, del que cada vez será más difícil regresar. Una lástima.  
 
Por entonces, cuando lo consultaban los periodistas, Piumato alertaba que el caso era una "utilización para manchar a las Madres de Plaza de Mayo" y que algunos medios de comunicación aprovechaban la causa para "indirectamente cuestionar las políticas de derechos humanos".
 
"Todo esto es una campaña artera", llegó a declarar. Y eso no fue todo: hasta marchó con una columna de trabajadores judiciales a la Plaza de Mayo, a acompañar a las Madres en una de sus rondas. Rondas, no; marchas, porque las Madres hace 35 años que vienen marchando hacia algo, en forma circular, alrededor de la Pirámide, pero marchan. Piumato, en cambio, vive dándose vueltas.
 
No soy de aquí ni soy de allá
 
La tiene difícil Piumato. Ningún reclamo específico de la agenda planteada por Moyano le sienta bien. Las causas objetivas que, aunque con dificultad y sobreactuado énfasis, pude esgrimir Moyano, para él son, apenas, razones subjetivas. Excusas políticas. Argumentaciones para sus múltiples mensajes en twitter.
 
El Impuesto a las Ganancias no lo paga. Debido a una decisión corporativa del Poder Judicial, los jueces y funcionarios están exceptuados del gravamen, privilegio que extiende a los empleados que Piumato representa.
 
Del dinero que Moyano le reclama al Estado por deudas a las obras sociales sindicales, Piumato no puede ni hablar. La Obra Social del Poder Judicial de la Nación la maneja en soledad la Corte Suprema, a pesar de que también aportan a ella los trabajadores. Hasta hace poco la Unión de Empleados de la Justicia reclamaba fuertemente por su derecho a integrar el Directorio, pero desde que “Lorenzetti se puso los pantalones largos ante el Ejecutivo y pagó el aumento de diciembre”, como dijo en una lamentable asamblea de trabajadores del fuero de la Corte, tres meses atrás, el planteo por la obra social perdió convenientemente protagonismo. Pasó a un ecuménico tercero o cuarto lugar. Se entiende: su nuevo universo de aliados en el mundo judicial podría estar conformado por los sectores más rancios de la corporación: la Asociación de Magistrados, los presidentes de las cámaras federales y los sectores de la Corte más reaccionarios, que los hay. A todos ellos les interesa sobremanera que “el Poder político no avance sobre la independencia judicial”. Es decir: no los intime a pagar ganancias como al resto de los asalariados argentinos ni ponga en discusión la ley de jubilación especial, que les permite a los magistrados retirarse con una dienta mensual de varias decenas de miles de pesos.
 
Por lo demás, el supuesto techo a los aumentos salariales que Moyano denuncia que el gobierno habría fijado para las rondas paritarias, para Piumato no existe, por el sencillo motivo de que en la Justicia no hay paritarias. Los judiciales no saben lo que es discutir formalmente con los jueces, porque no tienen siquiera un convenio colectivo de trabajo que regule su actividad, y por ende no cuentan con un ámbito formal donde disputar con sus empleadores, no ya por el índice de incremento salarial, sino, al menos, por su reglamento interno, el régimen de licencias y los ascensos en el escalafón. Piumato y Lorenzetti se juntan sólo cuando tienen ganas, y en esos encuentros los márgenes de acción del gremialista son tan estrechos como lo marca la diferencia abismal entre la responsabilidad institucional de uno y otro. 
 
Menos que menos puede hablar de la “inseguridad”, ese mito de la agenda de la derecha que Moyano tomó prestado en Ferro. Cuando a Piumato le cruzaron un auto un mes atrás y le sustrajeron el celular y la notebook, el gremialista perdió la oportunidad de situarse como un Blumberg tardío al atribuir el hecho a una intimidación con mensaje político.
 
Al final Piumato, un pobre ñato. Probablemente al leer esta nota responda citando a Perón. “Al insulto vil el sabio calla”, dirá, extrayendo de su diccionario de refranes su slogan de cabecera. Siempre hay un lema a mano para replicarles a los “progresiomios” que lo cuestionan por sus increíbles volteretas ideológicas. El peronismo de cáscara vacía de Piumato lo ubica hoy, aunque con insólita retórica de izquierda y popular, a la derecha de Viviani.  
 
A mí me gustaba más cuando escribía notas en los diarios, más largas y reflexivas, con una pluma mucho más delicada que los escuetos 140 caracteres que permiten los envíos vía twitter. ¿Lo recuerdan? Hace rato que no leo nada de él, excepto lo que dice Clarín, cuando transcribe entusiasta lo que Piumato acaba de twittear con ese maldito aparatito, que no le deja poner los acentos en las íes. Eso no sería nada: ni siquiera una coma a tiempo le permite.  


Trabajador judicial. Delegado sindical (sin licencia gremial)
Comisión interna de la C.S.J.N. - U.E.J.N.

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