La "CGT" de la oposición
Hugo Moyano y su consejo directivo acaban de
asumir en el edificio de la calle Azopardo sin legalidad alguna y con
una legitimidad vidriosa: apenas la que emana del puñado de gremios que
los ungieron en sus cargos. Algunos de los flamantes “secretarios”, sin
embargo, creían estar tomando posesión de la OIT.
Alguna vez nos preguntamos en esta misma columna: qué pasaría el día que la contradicción principal –no las secundarias– se presentara de modo aun más crudo y visceral en la portada de los diarios. De qué lado se pondrían los titulares de Magnetto si Moyano, las Madres, Carta Abierta, 6-7-8, Yasky, los científicos que regresaron al país, los relatores de Fútbol para Todos, entraran en contradicción con Cristina Fernández y el gobierno que conduce (ver “Necesidad de unidad y síntesis nueva”, Tiempo Argentino, 13/10/2011). La respuesta, aunque previsible, la estamos viendo: la contradicción principal continúa igualmente antagónica, y otras menores se van realineando en función de aquella.
A medida que se va desarrollando, el proyecto va sumando nuevos adjetivos que califican su profundización y aclaran su rumbo. A poco de andar, fue, además de “nacional y popular”, también “latinoamericano”. No tenía otro modo de ser. Ahora suma “democrático” y “solidario”. En igual proporción, antiguos ex aliados se van alejando de él. Mientras unos lo defienden porque lo sienten propio, otros lo ven cada vez más ajeno. Ambas intenciones pueden ser legítimas, no así las formas que adquieren: mientras unos se valen del voto popular, otros recurren a operaciones desestabilizadoras de múltiples formatos para relativizar esa legitimidad de origen, de la que ellos adolecen. El diálogo que pueda surgir de tales disputas será, evidentemente, propio de los sordos.
“Queremos datos científicos y concretos para aportar al debate”, dijo el canillita Omar Plaini para argumentar la creación de algo así como un Indec paralelo. Ciencia, las pelotas. Si como dice Cavallo, también para Moyano “la presidenta miente”, sólo falta algún estudio de mercado que le dé base académica. Las eventuales mediciones que haga a partir de ahora eso que se hace llamar CGT, no rivalizarán con las del propio Estado, sino con las que mes a mes difunden los partidos de la oposición en el Congreso, igualmente “alternativas”. Sus resultados ya están cantados: apenas serán una construcción más o menos “ilustrada” para justificar lo que Moyano paga al término de su excursión en el supermercado.
Debiera aclarar el camionero que ninguna medición puede suplir a la del Indec, por la sencilla razón de que no existe en el país una estructura técnica de igual calidad científica que alcance a registrar la multiplicidad de variables que intervienen en la definición de los índices socioeconómicos. Los enunciados de sus mediciones sólo podrán ser retóricos. Apenas un cotillón estadístico, muy eficaz, no obstante, para ilustrar en colores las tapas de los diarios de la oposición.
EL CASO PIUMATO. Días atrás, Julio Piumato decidió cruzar un límite. Es conocida su incontinencia twittera, pero el sábado 14 de julio el dirigente de los judiciales honró el aniversario de la Revolución Francesa con una serie de mensajes en esa red social, cuyo destinatario fueron las Madres de Plaza de Mayo, organización de renombre internacional en el campo de los Derechos Humanos. El judicial escribió: “Pauta12 no habla d esto! "Caso Schoklender: ex empleada de Madres dijo que Hebe sabía de los pagos.” Textual. Y enseguida, cuando uno de sus seguidores replicó su mensaje, respondió: “Jamás pensé q estafarían los sueños d miles d humildes familias c/plata d/PuebloArgentino!”. “Yo sólo repetí info periodística”, se atajó. Tarde.
La incomodidad ideológica de Piumato es manifiesta. Ex preso durante la dictadura militar, el judicial parece no encontrar su lugar en el reaccionario temario planteado por el camionero. Ningún reclamo específico de la agenda le sienta del todo bien. Las causas de naturaleza material que esgrime la “CGT” son para él razones subjetivas. Argumentaciones para sus múltiples mensajes en Twitter. En su voluntarismo, hasta las Madres la ligan.
El Impuesto a las Ganancias, Piumato no lo paga. Debido a una decisión corporativa del Poder Judicial, los jueces y funcionarios todavía están exceptuados del gravamen, privilegio que se extiende a los empleados de Tribunales.
Del dinero que Moyano le reclama al Estado para las obras sociales sindicales, Piumato no puede ni hablar. La Obra Social del Poder Judicial de la Nación es manejada en soledad por la Corte Suprema, a pesar de que también aportan a ella los trabajadores. Hasta hace poco la Unión de Empleados de la Justicia (UEJN) reclamaba integrar el Directorio, pero desde que "Lorenzetti se puso los pantalones largos ante el Ejecutivo y pagó el aumento de diciembre", como dijo en una lamentable asamblea de trabajadores del fuero de la Corte, el planteo pasó a un ecuménico décimo quinto lugar. Se entiende: su nuevo universo de aliados podría estar conformado por los sectores más rancios de la corporación: Asociación de Magistrados, titulares de Cámaras Federales y segmento de la Corte menos progresista. A todos ellos les interesa sobremanera que "el Poder político no avance sobre la independencia judicial", como repiten. Es decir: no los obligue a pagar impuestos como al resto de los mortales, ni ponga en discusión la ley de jubilación especial, que les permite a los magistrados retirarse con una dieta mensual de varias decenas de miles de pesos. ¿También para Piumato la solidaridad será lesiva a la "división de poderes"?
Menos que menos puede hablar Piumato de la "inseguridad", ese mito que Moyano tomó prestado a la derecha en Ferro. Cuando al judicial le cruzaron un auto un mes atrás y le sustrajeron el celular y la notebook, el gremialista perdió la oportunidad de situarse como un Blumberg tardío al atribuir el hecho a una intimidación con mensaje político.
Por lo demás, el supuesto techo a los aumentos salariales que el gobierno habría fijado para las rondas paritarias, para Piumato no existe, por un simple motivo: en la justicia no hay paritarias. Los judiciales desconocen absolutamente lo que es discutir formalmente con los jueces, porque no tienen siquiera un convenio colectivo de trabajo que regule su actividad. Piumato y Lorenzetti se juntan sólo cuando tienen ganas, y en esos encuentros los márgenes de acción del gremialista son tan estrechos como lo marca la diferencia abismal entre la responsabilidad institucional de uno y otro.
Últimamente me pregunto cuáles serán los diarios de cabecera de la dirigencia sindical que se ha soltado de la mano de su madre, para salir corriendo y cruzar sin mirar a los costados la avenida, y ahora se pavonea del otro lado junto a la oposición, como un trofeo groseramente exhibido por la derecha dueña de las marquesinas de toda la cuadra. Qué radio sintonizarán cada mañana para enterarse de la temperatura. En el fondo no sé si quiero saberlo.
Algunos de los flamantes “secretarios”, sin embargo, creían estar tomando posesión de la OIT.
Alguna vez nos preguntamos en esta misma columna: qué pasaría el día que la contradicción principal –no las secundarias– se presentara de modo aun más crudo y visceral en la portada de los diarios. De qué lado se pondrían los titulares de Magnetto si Moyano, las Madres, Carta Abierta, 6-7-8, Yasky, los científicos que regresaron al país, los relatores de Fútbol para Todos, entraran en contradicción con Cristina Fernández y el gobierno que conduce (ver “Necesidad de unidad y síntesis nueva”, Tiempo Argentino, 13/10/2011). La respuesta, aunque previsible, la estamos viendo: la contradicción principal continúa igualmente antagónica, y otras menores se van realineando en función de aquella.
A medida que se va desarrollando, el proyecto va sumando nuevos adjetivos que califican su profundización y aclaran su rumbo. A poco de andar, fue, además de “nacional y popular”, también “latinoamericano”. No tenía otro modo de ser. Ahora suma “democrático” y “solidario”. En igual proporción, antiguos ex aliados se van alejando de él. Mientras unos lo defienden porque lo sienten propio, otros lo ven cada vez más ajeno. Ambas intenciones pueden ser legítimas, no así las formas que adquieren: mientras unos se valen del voto popular, otros recurren a operaciones desestabilizadoras de múltiples formatos para relativizar esa legitimidad de origen, de la que ellos adolecen. El diálogo que pueda surgir de tales disputas será, evidentemente, propio de los sordos.
“Queremos datos científicos y concretos para aportar al debate”, dijo el canillita Omar Plaini para argumentar la creación de algo así como un Indec paralelo. Ciencia, las pelotas. Si como dice Cavallo, también para Moyano “la presidenta miente”, sólo falta algún estudio de mercado que le dé base académica. Las eventuales mediciones que haga a partir de ahora eso que se hace llamar CGT, no rivalizarán con las del propio Estado, sino con las que mes a mes difunden los partidos de la oposición en el Congreso, igualmente “alternativas”. Sus resultados ya están cantados: apenas serán una construcción más o menos “ilustrada” para justificar lo que Moyano paga al término de su excursión en el supermercado.
Debiera aclarar el camionero que ninguna medición puede suplir a la del Indec, por la sencilla razón de que no existe en el país una estructura técnica de igual calidad científica que alcance a registrar la multiplicidad de variables que intervienen en la definición de los índices socioeconómicos. Los enunciados de sus mediciones sólo podrán ser retóricos. Apenas un cotillón estadístico, muy eficaz, no obstante, para ilustrar en colores las tapas de los diarios de la oposición.
EL CASO PIUMATO. Días atrás, Julio Piumato decidió cruzar un límite. Es conocida su incontinencia twittera, pero el sábado 14 de julio el dirigente de los judiciales honró el aniversario de la Revolución Francesa con una serie de mensajes en esa red social, cuyo destinatario fueron las Madres de Plaza de Mayo, organización de renombre internacional en el campo de los Derechos Humanos. El judicial escribió: “Pauta12 no habla d esto! "Caso Schoklender: ex empleada de Madres dijo que Hebe sabía de los pagos.” Textual. Y enseguida, cuando uno de sus seguidores replicó su mensaje, respondió: “Jamás pensé q estafarían los sueños d miles d humildes familias c/plata d/PuebloArgentino!”. “Yo sólo repetí info periodística”, se atajó. Tarde.
La incomodidad ideológica de Piumato es manifiesta. Ex preso durante la dictadura militar, el judicial parece no encontrar su lugar en el reaccionario temario planteado por el camionero. Ningún reclamo específico de la agenda le sienta del todo bien. Las causas de naturaleza material que esgrime la “CGT” son para él razones subjetivas. Argumentaciones para sus múltiples mensajes en Twitter. En su voluntarismo, hasta las Madres la ligan.
El Impuesto a las Ganancias, Piumato no lo paga. Debido a una decisión corporativa del Poder Judicial, los jueces y funcionarios todavía están exceptuados del gravamen, privilegio que se extiende a los empleados de Tribunales.
Del dinero que Moyano le reclama al Estado para las obras sociales sindicales, Piumato no puede ni hablar. La Obra Social del Poder Judicial de la Nación es manejada en soledad por la Corte Suprema, a pesar de que también aportan a ella los trabajadores. Hasta hace poco la Unión de Empleados de la Justicia (UEJN) reclamaba integrar el Directorio, pero desde que "Lorenzetti se puso los pantalones largos ante el Ejecutivo y pagó el aumento de diciembre", como dijo en una lamentable asamblea de trabajadores del fuero de la Corte, el planteo pasó a un ecuménico décimo quinto lugar. Se entiende: su nuevo universo de aliados podría estar conformado por los sectores más rancios de la corporación: Asociación de Magistrados, titulares de Cámaras Federales y segmento de la Corte menos progresista. A todos ellos les interesa sobremanera que "el Poder político no avance sobre la independencia judicial", como repiten. Es decir: no los obligue a pagar impuestos como al resto de los mortales, ni ponga en discusión la ley de jubilación especial, que les permite a los magistrados retirarse con una dieta mensual de varias decenas de miles de pesos. ¿También para Piumato la solidaridad será lesiva a la "división de poderes"?
Menos que menos puede hablar Piumato de la "inseguridad", ese mito que Moyano tomó prestado a la derecha en Ferro. Cuando al judicial le cruzaron un auto un mes atrás y le sustrajeron el celular y la notebook, el gremialista perdió la oportunidad de situarse como un Blumberg tardío al atribuir el hecho a una intimidación con mensaje político.
Por lo demás, el supuesto techo a los aumentos salariales que el gobierno habría fijado para las rondas paritarias, para Piumato no existe, por un simple motivo: en la justicia no hay paritarias. Los judiciales desconocen absolutamente lo que es discutir formalmente con los jueces, porque no tienen siquiera un convenio colectivo de trabajo que regule su actividad. Piumato y Lorenzetti se juntan sólo cuando tienen ganas, y en esos encuentros los márgenes de acción del gremialista son tan estrechos como lo marca la diferencia abismal entre la responsabilidad institucional de uno y otro.
Últimamente me pregunto cuáles serán los diarios de cabecera de la dirigencia sindical que se ha soltado de la mano de su madre, para salir corriendo y cruzar sin mirar a los costados la avenida, y ahora se pavonea del otro lado junto a la oposición, como un trofeo groseramente exhibido por la derecha dueña de las marquesinas de toda la cuadra. Qué radio sintonizarán cada mañana para enterarse de la temperatura. En el fondo no sé si quiero saberlo.
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