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Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 27 de diciembre de 2012

balances y desafíos

Democratizar es la tarea

La buena noticia política del año ocurre al final de 2012: el debate respecto de la democratización del Poder Judicial.

El año que está llegando a su fin empezó más sombrío que como termina. La operación en la glándula tiroides de la presidenta puso en alerta a millones de argentinos. Se sabe: los hondos procesos sociales de transformación no pueden depender de una sola persona, pero son tan complejos a veces, y sus enemigos tan poderosos, que cualquier circunstancia adversa los pone a prueba. Dramáticamente. Como en Venezuela, sin embargo, todo lo que no los mata, los fortalece.

La operación en el Hospital Austral de Pilar fue el 4 de enero. Antes de que Cristina Fernández de Kirchner entrara al quirófano, los que ya sabemos festejaban por adelantado las eventuales consecuencias de un cáncer que, finalmente, no fue. Ahora que termina 2012, aquellos mismos se ilusionan con los saqueos a supermercados. No hay caso: la derecha en sus múltiples presentaciones no aprende más.


Hugo Moyano sobreactúa su enojo con quien lo vincula a los episodios de robo en banda en los comercios, pero que los hay los hay. Ahora que la justicia parece un lugar seguro, los líderes de la CGT-Clarín le prometen una demanda a cualquiera que discuta sus mensajes más controvertidos. Desde Berni hasta Aníbal Fernández. No obstante su apelación casi mística al viejo general, no parecen esos peronistas de mil batallas, que cuando se peleaban estaban en verdad reproduciéndose. Estos de ahora no le niegan una querella a nadie.


Si Pablo Micheli augura una guerra nuclear contra el gobierno, y el mismo día que el juez Alfonso falla contra Clarín en la cuestión de fondo, Moyano y Omar Plaini firman un temerario comunicado de prensa, en el que advierten la proximidad de "posibles disturbios", en cuyo primer párrafo afirma que "nos preocupa demasiado el horizonte de conflictividad que se vislumbra y la alteración de la paz social en el país"; y juntos eligen para marchar a la Plaza de Mayo el 19 de diciembre, a exactos once años del estallido popular que echó a De la Rúa. ¿Qué le están queriendo decir a la sociedad argentina? ¿No resulta natural relacionarlos políticamente con las escenas de jueves y viernes antes de la Navidad?


Paradójicamente, la buena noticia política del año ocurre al final de 2012: el debate (que más temprano que nunca será política de Estado) respecto de la democratización del Poder Judicial. Quitarle sus telarañas dictatoriales, neoliberales y corporativas no parece una tarea sencilla, pero sí ineludible. La solicitada por Una Justicia legítima, firmada por más de 200 jueces, fiscales y funcionarios del Poder Judicial, con sus nombres y apellidos, contrasta con el mensaje pretendidamente homogéneo que quisieron darle días antes otros jueces, que emitieron una declaración de neto corte corporativo, suscripta por entidades profesionales, sin ningún nombre propio. Esa evidente discrepancia al interior de la Justicia es edificante y permite pensar a la juricatura argentina en términos más parecidos al que propuso el ministro de la Corte Raúl Zaffaroni, cuando mostró su desacuerdo con llamar "corporación" al Poder Judicial porque en la Justicia está "garantizada la pluralidad ideológica".
Sin dudas, quienes quieren que la justicia parezca un férreo bloque de poder, uniforme, inmune a los cambios que atraviesa la sociedad democrática, son quienes desearían mantener al Poder Judicial como lo que históricamente fue: un enclave oligárquico dentro del Estado. Una corporación dentro de la gran corporación que maneja sin que se vean los hilos del capitalismo.


Se trata, pues, de potenciar las voces y conductas de los jueces con compromisos mucho más democráticos que aquellos que todavía hoy se encuentran atados con pernos a los poderes económicos, eclesiásticos, mediáticos y hasta militares. El desafío pasa por ahondar las grietas para que nazca a la democracia que supimos alcanzar los argentinos, otra justicia, sí que autónoma e independiente, pero con un ojo atento a los intereses objetivos de las mayorías populares. ¿Afecta la división de poderes que los jueces se parezcan a su pueblo?
A propósito, ¿pueden ser inconstitucionales la soberanía popular, la voluntad de un pueblo, sus opciones electorales? Como dice Manu Chao, ¿puede haber un ser humano "clandestino"? Quizás pueda ser irregular su condición migratoria, pero ello no lo convierte en "ilegal". Con los artículos 45 y 161 de la Ley de Medios, ibídem. Aún en el peor de los casos, y más que nunca en las democracias imperfectas del sur americano, que quieren pasar a la ofensiva, y dejar su mera "representatividad" de lado para convertirse realmente en populares y participativas, el fondo seguirá siendo más determinante que la forma, y el envase menos que el contenido.


Existe en la Argentina una voluntad popular indiscutible: terminar con la década del noventa, que no duró diez años, sino que comprende tres decenios, con sus días y sus noches. Lo que nos pasó durante el menemato y la Alianza fue la consecuencia inevitable y obvia del terrorismo de Estado impuesto en 1976. De ahí que esa búsqueda popular comprenda desde el fin de la impunidad para los genocidas cívico-militares, hasta el regreso del Estado como actor económico clave y factor determinante de desarrollo inclusivo, articulador de intereses múltiples (a pesar del espeso marco que impone el capitalismo y su teoría del valor), y con especial énfasis en las necesidades del segmento social más desprotegido. Un Estado que ya no sea garante de gruesos negocios privados a costa de sí mismo, como el que le permitió a la Sociedad Rural usufructuar tierras de gran valor patrimonial a bajísimo costo.


Claro que ello generará resistencias y embates feroces. Esos ataques dieron identidad a esta imprecisa formación social y política que gobierna el país desde 2003, con creciente apoyo en las urnas. Los viene soportando el kirchnerismo desde sus inicios, con variada intensidad. ¿El último, posterior a los saqueos? El lockout de las patronales rurales, cuyas consecuencias, sin embargo, parecen ser tan pobres como sus argumentos.


Previsiblemente, las vacas van a vivir un día más. La indigente oposición tendrá su foto de fin de año, posando frente a las puertas del predio ferial de Palermo, convocada por la Sociedad Rural a cantar el Himno Nacional. A Buzzi, por su parte, le servirá para volver a su primer amor, luego de su aventura de una noche con los trabajadores. Moyano, despechado, duda. ¿El apoyo de la SRA al bloqueo del 20-N merecerá para él una declaración recíproca, acaso? Las cosas cada vez más claras.

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