A dos años de aquel 27 de octubre
De las Madres de Plaza de Mayo aprendimos que
a quienes no están más no hay que llorarlos. Reivindicar sus luchas
supone una urgente contraprestación: continuarlas. A fuerza de sangre,
olvido, impunidad, y resistencia a quienes sembraron tanta sangre,
olvido e impunidad, la lección quedó grabada para siempre en la memoria
social de los argentinos. En nuestra manera de ser. Los luchadores no
mueren, nos enseñaron las Madres. No hay tumba que los encierre. No es
una idea mística: es una necesidad histórica. No es negar la muerte,
como los locos; es contradecir su más obvia voluntad. Viven en otros si
(y sólo sí) esos otros, en vez de llorarlos, prolongan su lucha. O los
lloran, pero en silencio, en un acto de íntima contrición, dejando que
de su dolor sólo trascienda fuerza. Como Cristina.
Datos personales
- Demetrio Iramain
- Buenos Aires, Argentina
- Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.
jueves, 25 de octubre de 2012
jueves, 18 de octubre de 2012
Los 1800 jueves de las madres
El jueves 27 de junio de 1996 las Madres de Plaza de Mayo hicieron una marca en rojo en el calendario: ese día, sus marchas circulares de cada semana cumplían sus primeras mil ceremonias. Estaba Menem todavía, reelegido en la presidencia un año antes.
Sólo las Madres podían ver la luz al final del túnel neoliberal y citar al Che en sus discursos, hablar de revolución y socialismo, y parir aquella consigna que todavía hoy las define, las contiene, las acompaña: ¡Ni un paso atrás!
Hasta entonces, las Madres sólo medían los años de su lucha mediante otro patrón temporal: las Marchas de la Resistencia y los aniversarios de cada 30 de abril. Pero en ese 1996, en las peores circunstancias, sintieron la necesidad de contar hasta los segundos de esa lucha, el punto y cruz de su entramado, la respiración en la nuca de los poderosos, sístole y diástole de su pasión, quizás para demostrarles a sus enemigos de qué árbol estaba hecha su madera y contagiar de su fuerza a sus compañeros, mayoritariamente jóvenes.
Dieciséis años más tarde, y en la semana del Día de la Madre, las Madres arriban a otra marca singular: 1800 jueves de marchas semanales, como cumplen este jueves 18 de octubre: 1800 marchas que no son rondas, que giran indefinidamente sobre un mismo punto, sino movilizaciones circulares, ocupaciones políticas de la Plaza de Mayo, que se dirigen hacia el sueño revolucionario de sus hijos e hijas.
Ahora un gobierno nacional y popular legitimado crecientemente en las urnas, proyecta otro país sensiblemente diferente al hasta aquí conocido. Los desaparecidos son reivindicados. La impunidad llega a su fin, y alcanza hasta los fusiladores de Trelew. Su ¡Ni un paso atrás! da paso a un desafiante Nunca menos. El futuro llegó, quién lo hubiera creído. Tardó 35 años, pero está entre nosotros. Se lo debemos, también, y quizás esencialmente, a ellas, que lo rescataron de entre la peor de las tinieblas, el día que dijeron basta y salieron a la calle, hace 1800 jueves
.
crisis institucional en la justicia
La creciente soledad del juez Recondo
El camarista cree seguir cumpliendo un rol sindical e insiste en comportarse como un operador de la oposición.
Hace tres años, el camarista en lo Civil y Comercial Federal Ricardo Gustavo Recondo oficiaba de presidente del gremio de los Señorías, la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional. Por entonces, así titulaba el editorial de su publicación bimensual: "¡Qué te pasa, Argentina!" Cualquier parecido con el célebre: "¿Qué te pasa, Clarín, estás nervioso?", es mucho más que simple coincidencia.
Aquel texto editorial de la revista Y considerando correspondía a la edición inmediatamente posterior a las elecciones legislativas del 28 de junio de 2009, que el oficialismo perdió, aunque por escasísimo margen, en la provincia de Buenos Aires. Para Recondo era suficiente.
En la proclama, el titular del sindicato de los jueces sacaba cuentas del resultado del comicio y recomendaba acudir al Congreso Nacional, porque "es el lugar donde deben confluir las ideas y los intereses". Para Recondo, el Poder Legislativo ya había dejado de ser una "escribanía", como alertaban insistentemente los dirigentes de la oposición, y vuelven a advertir hoy, cuando la correlación de fuerzas en ambas Cámaras se les presenta otra vez esquiva.
El remate de aquella arenga era aun más esclarecedor: en tono imperativo, más parecido a un volante de la Sociedad Rural que a un considerando jurídico, el gremio de los jueces exhortaba sin ningún prurito a los legisladores de la oposición: "Hagámoslo hoy. Ya. El tiempo apremia. Mañana no será tarde –que siempre es mejor que nunca– pero habremos desperdiciado (¡otra vez!) un tiempo vital." La división de poderes: bien, gracias. Recondo quería acción.
De recorrida por los medios, el camarista encomendaba "cirugía mayor y no estética" a la oposición triunfante en los comicios de 2009, que debía regresar el Consejo de la Magistratura a su composición previa a la ley de 2006, que lo había reformado en detrimento del interés corporativos de los jueces.
Desde luego, la demanda de que los juzgados sean cubiertos con nombramientos definitivos, vitalicios, de salarios intangibles, es una vieja bandera de la Asociación de Magistrados. También de cuando la dirigía Recondo. Se recordará cuando en septiembre de 2010 los medios hegemónicos armaron una burda operación política, por la "poda" que el Ejecutivo habría realizado al presupuesto pedido por la Corte para el ejercicio 2011 y que, en opinión del camarista de Clarín, demoraría hasta la eternidad el nombramiento de jueces en los tribunales vacantes. Ahora Recondo ya no tiene tanto apuro.
Ya en 2005, la Corte Suprema había "invitado" al Ejecutivo y al Consejo a que aceleraran los concursos y nombramientos, a fin de disminuir "la gravedad de las situaciones de conflicto" y para "evitar el caos institucional sin precedentes" de los juzgados subrogantes, "que generarían nulidades indiscriminadas".
Tres años después de aquel editorial, Recondo cree seguir cumpliendo un rol sindical, e insiste en comportarse como un operador de la oposición política y mediática. Nadie le pide a Recondo que cambie de opinión, pero sí que cuide las formas, respete la investidura del Consejo, y cumpla con la alta función institucional que supone su cargo.
El énfasis de Recondo es inversamente proporcional a su creciente soledad en el mundo judicial. La actual conducción de la Asociación de Magistrados apenas si distribuyó en la prensa un comunicado meramente formal, el Nº 091/2012, firmado por su presidente Luis María Cabral, y el secretario Marcelo Gallo Tagle, en el que sólo expresa "preocupación" por la recusación impuesta contra Recondo, al tiempo que insta a respaldar a los representantes de los jueces ante el Consejo de la Magistratura. Incluidos, claro, Mario Fera y Alejandro Sánchez Freytes, que dejaron sólo en su movida al camarista de la oposición. La declaración, por cierto, no destila el entusiasmo militante de las que solía firmar Recondo: sólo se limita el acompañamiento a los representantes de los jueces, y se cuida de no emitir opinión alguna sobre el fondo de la cuestión: el concurso 258. Algo es algo.
Alguna vez Julio Piumato, cuando no era opositor, reconstruyó el pasado radical del juez Recondo, que ahora calla a prudente distancia de los hechos, desde la vereda a la sombra donde estacionó el camión su jefe político, Hugo Moyano.
En una columna de opinión en Página/12, el gremialista recordó que Recondo fue subsecretario de Justicia en el gobierno de Raúl Alfonsín, bajo las órdenes del secretario Ideler Tonelli, luego ascendido a ministro de Trabajo por los servicios prestados en la redacción del texto de la ley de Obediencia Debida.
Si su síntesis fue el radicalismo, la dictadura fue su primera escuela. Tonelli y Recondo fueron camarista y funcionario judicial, respectivamente, durante el Terrorismo de Estado. Recondo ocupó un destacado lugar en la Procuración General de la Nación. Como secretario letrado, secundó al procurador general de la dictadura, Mario Justo López. Eran los tiempos en que la Procuración era custodiada por la Fuerza Aérea en la sede de la calle Guido al 1500, en La Recoleta. Es que en la división general del trabajo que hizo la dictadura, a la Aeronáutica le tocó justicia.
En marzo de 2011, Recondo fue denunciado ante el Consejo de la Magistratura por mal desempeño en el cumplimiento de sus funciones y su falta de independencia del monopolio Clarín, por haber fallado junto a la doctora Graciela Medina a favor de la ONG Asociación para la Defensa de la Competencia, integrada por miembros del estudio Bouzat, Rosenkrantz & Asociados, entre cuyos principales clientes figuraban Cablevisión.
En aquel controvertido fallo de la Sala III de la Cámara Civil y Comercial Federal, Recondo y Medina ordenaban al Estado Nacional abstenerse de ejecutar la Resolución N° 100/2010 de la Secretaría de Comunicaciones, por la cual se declaraba la caducidad de la licencia otorgada a Fibertel.
La inquietud expresada por la Corte Suprema y su deseo de que sea encontrada prontamente una salida a la grave crisis institucional en la justicia suma, por de pronto, zozobra al plan insurreccional montado por la derecha judicial en el Consejo de la Magistratura. El tiempo corre, el 7D se acerca, y a Recondo sólo le sirve quien quiera, como él, tirar el mantel al suelo llevándose consigo toda la cristalería. Y, salvo Magnetto, no lo encuentra. Aunque, claro: tratándose de la justicia y estando Clarín de por medio, esta boca no es mía
.
jueves, 11 de octubre de 2012
Triunfo de la revolución bolivariana
El huracán Chávez sopló hasta la Argentina
La nueva victoria es un golpe al corazón de las élites locales y los grupos concentrados de la economía.
Siempre que el poder formal lo tiene el pueblo, que los gobiernos marchan en dirección de las mayorías populares, que sus medidas alteran la ecuación básica del capitalismo que concentra riquezas y expulsa a millones de desheredados sociales, a la democracia le empiezan a zumbar los oídos. Por lo bajo, algunos insisten en hablar mal de ella. Conspiran. Tejen y destejen madejas donde frustrarlo todo. Saber quiénes son los que así actúan resulta, a esta altura, obvio. Evidente. Las formas que adquieran sus felonías, en cambio, se desconocen y van descubriéndose con el correr de los acontecimientos. El contundente resultado de la elección en Venezuela los obliga, por lo pronto, a cuidar la compostura. Un poco, al menos, y sólo por ahora.
Si bien insoportable, a la más recalcitrante derecha nacional el nuevo triunfo electoral de Hugo Chávez le sienta menos mal que el reconocimiento explícito de Henrique Capriles, comunicado al mundo entero apenas dos horas después de que los inefables Mariano Grondona y Pablo Rossi difundieran un dudoso boca de urna de procedencia española, según el cual el líder bolivariano había sido derrotado en la contienda. El mayor papelón mediático de la jornada, no obstante, lo protagonizó su invitado estelar, el carapintada y duhaldista residual Aldo Rico, quien afirmó temerariamente que Chávez desconocería el resultado y resistiría la entrega del poder.
Estratégicamente hablando, la nueva victoria de la Revolución Bolivariana es un golpe al corazón de las élites locales y los grupos concentrados de la economía, que ansiaban asistir al comienzo del fin del ciclo popular abierto en el continente desde comienzos del siglo XXI, y que en la Argentina comenzó a sintonizarse a partir del 25 de mayo de 2003.
La táctica era otra. Los cerebros del todavía incipiente plan insurreccional puesto en marcha en la Argentina hubieran preferido, antes que un triunfo a lo Pirro de Capriles, una incertidumbre sobre el resultado en Venezuela que se prolongara durante semanas, con acusaciones cruzadas de fraude y escenas de violencia callejera, que sin dudas intentarían replicar aquí sus variopintos aliados de penúltima hora: caceroleros y gendarmes sobreestimulados. Tendrán que esperar.
Como alguna vez al Foreing Office en Londres, la legión de diputados de la oposición no fue a Caracas de vacaciones, sino para otro menester. Su misión no fue transparentar el comicio, sino sumarle sombras y sospechas. Fracasó.
De todo el run run de fraude y prepotencia paraestatal armado durante las semanas previas, apenas si pudieron colar el incidente protagonizado por Jorge Lanata en el aeropuerto de Caracas. Aunque a esa hora, con los números cantados de la votación final, el nuevo techo de 8 millones de votos, y la rotunda desmentida por parte de todos los observadores internacionales, la opereta estaba condenada a fracasar con total éxito.
Nótese que Canal 13 acreditó periodistas en Venezuela, y hasta transmitió el programa insignia de la oposición en directo desde la capital de ese país, no obstante lo cual pasadas las elecciones lo más importante ya no fue su resultado, sino la demora sufrida por el equipo de Lanata en el Aeropuerto Simón Bolívar. Sintomático.
Como Cristina aquí, Chávez logró reunir bastante más que la mitad de los votos emitidos, en una elección con altísimos índices de participación, que superaron el 80% del padrón. La diferencia con el caso argentino es notoria: mientras en Venezuela la oposición alcanzó a definir un único candidato, que polarizó con el oficialismo, en nuestro país la derecha carece de esa formación, lo que le impide mostrarse sólida ante un electorado sugestionado únicamente a la acción directa: la cacerola y el escrache, cuando no la lisa y llana amenaza de muerte.
Venezuela, se sabe, ya pasó por todo eso. La fragmentación política y su consiguiente polarización social son claras, y no impiden el avance de la revolución bolivariana. Al contrario: parecen ser intrínsecas a ella, condición y garantía de las transformaciones que provoca a su paso. El proceso emancipador venezolano sufrió mucho antes que la experiencia kirchnerista un golpe de Estado con asunción de presidente de facto y todo, civil pero de facto; un feroz paro petrolero con lockout empresarial, y el odio visceral de las clases más acomodadas, que persiste. Cuando Chávez asumió por primera vez la presidencia de Venezuela nuestro país aún soportaba las últimas funciones del menemismo. La síntesis de las múltiples expresiones e identidades opositoras por derecha al chavismo fue un proceso que demoró años, y que no imposibilitó la síntesis de las múltiples expresiones e identidades populares, democráticas y de izquierda, que conforman el Partido Socialista Unido de Venezuela desde 2007, construcción política que permitió profundizar exponencialmente la revolución.
Timbre para cierta "izquierda" autóctona, que ve sin mayores dificultades en Chávez lo que trabajosamente insisten en no encontrar en Cristina de Kirchner. Algo no está bien si adherentes del eje progresista de América Latina en Venezuela, Bolivia y Ecuador acompañan a la Sociedad Rural en el Congreso argentino.
Sin dudas, nadie está a salvo de contradicciones e incoherencias, y hasta de cosas peores, pero es deber de quienes abrevian las palabras pueblo, socialismo y trabajadores en las siglas de sus organizaciones, resolverlas cuanto antes; de lo contrario, aquellas escalarían a otro estadio y pasarían a habitar la rancia categoría de traición.
Definitivamente, la superación del proceso popular abierto en América Latina no será por izquierda sino todo lo contrario, en cuyo caso sería un retroceso histórico. A su profundización no se podrá arribar de ningún otro modo que no sea desde adentro. Cualquier otra variante discursiva parece destinada a ocupar el incontinente sector del testimonio, el llanto, la literatura fantástica, mas no de la sociología. Mientras el vicepresidente de Evo Morales, Álvaro García Linera, tiene entre las obras completas de Lenin a su libro de cabecera, según él mismo confesó durante su exposición en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo el pasado fin de semana, otros siguen como un faro apenas su póster. Se conforman con ganar la discusión, y no con vencer en las cruentas disputas que surgen del complejo tablero donde pueblo y gobiernos populares a un lado, y poder económico al otro, velan permanentemente sus fuerzas. Teléfono para tantos y tantas que, a la izquierda del televisor, insisten en mirar la realidad en el HD de su sistema de cable premium.
domingo, 7 de octubre de 2012
el 30s en quito y el caso argentino
Tan sólo dos años atrás, exactamente el 30 de septiembre de 2010, el presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa Delgado, sufrió el intento de asesinato y la tentativa destituyente por fuerzas de la Policía Nacional sublevadas contra la Constitución y el gobierno de la Revolución Ciudadana.
Para algunos la democracia termina en la ventanilla de la AFIP. En
Ecuador se llama SIR, por Servicio de Rentas Internas. El gobierno será
democrático en tanto condone sus deudas con el propio Estado. Pero la
democracia es otra cosa. Y cada vez son más quienes se dan cuenta. De
las conquistas democráticas, materiales y culturales no se podrá volver
atrás tan fácilmente. La Argentina es, definitiva y positivamente, otra.
América Latina, igual. Por primera vez en décadas, ambas se habitan
mutuamente, se contienen entre sí, una en la otra se expresan. "Como la
madera en el palito", diría el poeta. Como la democracia en la bella
palabra que la nombra. Y sí.
A dos años del intento de golpe en Ecuador
Como ocurre en la Argentina, la intentona golpista fue disimulada en la cadena de medios privados.
Tan sólo dos años atrás, exactamente el 30 de septiembre de 2010, el presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa Delgado, sufrió el intento de asesinato y la tentativa destituyente por fuerzas de la Policía Nacional sublevadas contra la Constitución y el gobierno de la Revolución Ciudadana.
El plan insurreccional acabó en fracaso debido a la decidida acción
de las masas de Quito, que salieron rápidamente a las calles de la
capital para defender la democracia. Los pueblos de la región apreciaron
entonces hasta dónde es capaz de llegar la derecha oligárquica cuando
de frustrar el avance popular se trata. En Paraguay lo lograron.
Como también ocurre en la Argentina, la intentona golpista fue
disimulada en la cadena de medios privados. El secuestro del presidente
por fuerzas amotinadas en el hospital policial fue tratado de simple
"protesta" de los uniformados, que hasta mereció el calificativo de
"legítima". Los disparos de francotiradores contra el auto donde fuerzas
del Ejército leales a Correa intentaban rescatarlo de los acuartelados,
apenas una sencilla "escaramuza". Con el tiempo, los medios opositores
trataron de lavar la violencia de la operación golpista en el río
revuelto del olvido, el constante ninguneo y la sistemática
falsificación de los hechos históricos.
Hubo más. Durante el transcurso de aquel 30S, y mientras el
mandatario se disponía a trasladarse hasta el Regimiento Quito para
convencer a los oficiales sublevados de que depusieran su actitud,
políticos de la oposición ingresaban rompiendo sus puertas de vidrio al
canal de televisión estatal, para impedir su transmisión. En tanto,
otros dirigentes de las mismas organizaciones instaban a los oficiales
de la policía que custodiaban los edificios públicos a sumarse a la
protesta, y alzarse en armas contra la Constitución. Para completar el
cuadro, un dirigente sindical exhortaba a los trabajadores a tomar la
Asamblea Nacional, aunque sólo guardias de la Policía le hacían caso,
impidiéndoles el paso a los legisladores del partido gobernante. Era un
claro intento de derrocamiento.
Sin dudas, la Argentina 2012 no es Quito 2010, pero que las hay las
hay. Tanto que cualquiera que encienda el televisor en Ecuador podrá
ver la programación completa de Canal 13 de Buenos Aires, en simultáneo a
su transmisión en la Argentina, incluidos el aquadance, Lanata y el
miserable spot de campaña del gobernador De la Sota, que también rota en
la CNN en español. La cadena ilegal del Grupo Clarín trasciende las
fronteras nacionales, no obstante lo cual sus voceros locales y sus
socios regionales repiten con total ligereza que en la Argentina no
existe la libertad de expresión.
Los justificadores mediáticos de la sublevación policial
consideraron "justo" el rechazo de los oficiales armados al plan
integral de reforma del Estado que el presidente Correa había puesto en
práctica tiempo antes, y que recién encontró su punto de hervor cuando
la "sintonía fina" tocó las puertas de la Policía Nacional. ¿Acaso sus
oficiales tenían coronita para resistirla, como creen tenerla en la
Argentina los sectores medio altos y altos del todo, que a diario se
niegan a poner en blanco sus ingresos, a transparentar sus trampas
financieras, y patalean porque ya no se les permite atentar contra la
economía nacional atesorando en dólares sus ganancias sin justificar?
¿Qué pasaría si las expresiones violentas de las últimas semanas
provinieran del kirchnerismo? ¿Y si fueran partidarios de Cristina
quienes movilizaran hacia las puertas de la casa en un barrio obrero de
un dirigente importante de la oposición, como hicieron con Guillermo
Moreno, o el hermano de Agustín Rossi, en 2008? ¿Hay escraches buenos y
escraches malos, acaso? Las amenazas de muerte, los correos electrónicos
que instan a clavarle una 4/5 a Moreno en la cabeza, ¿qué son? ¿También
espontáneos? ¿Una muestra del repentino interés de las clases
acomodadas por la política? ¿Las mieles de la acción directa como vía
alternativa a la institucionalidad democrática de la revolución
ciudadana que vivimos los argentinos desde hace nueve años? Si los
recientes escraches fueran tan "efectivos" como las "inocentes" y
"patrióticas" cadenas de mails que los convocan, ¿no estaríamos
asistiendo a la crónica de un crimen anunciado?
Pero cómo: ¿los caceroleros que portan banderas nazis son
democráticos, y la AFIP una KGB encubierta? ¿Es que habrán olvidado todo
lo que dijeron de la mandataria cuando Cristina dio el nombre y
apellido de un evasor sistémico de impuestos? "Lo escrachó", impugnaron.
Cuando, en cambio, el escrachado en la puerta de su propia casa y
amenazado de muerte es Guillermo Moreno, la objeción de los medios de la
oposición remite a la respuesta dada por el secretario de Comercio.
"Uy, dijo orto", señalan con el dedo, como Capusotto cuando uno de sus
personajes se asombra al descubrir mensajes subliminales a favor de la
marihuana.
El escenario que sugiere la derecha parece un sketch de humor, pero
es todo lo contrario. La naturaleza imita al arte. La discusión entre
Estado y corporaciones bordea el paroxismo. A grandes alturas, grandes
profundidades. En Ecuador, el candidato del PRIAN (de derecha, en la
oposición), Álvaro Noboa, dice que el gobierno de Rafael Correa es una
dictadura porque insiste en cobrarle los 98 millones de dólares en
concepto de impuestos que alguna de las más de 100 empresas de primer
nivel que componen su holding adeuda al Estado.
Noboa, al revés de Magnetto, al menos se presenta él mismo como
candidato. No manda a otros a quemarse en público sosteniendo lo
insostenible. Pero el mensaje es el mismo. Días atrás, el magnate le
ofreció la candidatura a vicepresidente a la líder del movimiento
indígena Pachakutik, Lourdes Tibán, aunque esta la rechazó. El mayor
productor de bananas del mundo, y los dueños ancestrales de los árboles
de plátano, juntos. ¿Se imagina alguien a Mauricio Macri haciéndole a
Pino Solanas, a Binner, a la señora Ripoll, la misma oferta? ¿Por qué
no? ¿Qué fue el Grupo A? ¿No hubo banderas rojas festejando con la
Sociedad Rural aquel voto no positivo? La derecha siempre necesita
parecerse a otra cosa para imponer su dominación de clase.
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