Datos personales

Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 30 de agosto de 2012

La historia, presente
 
De Moyano a Juanita
 
 
Justo una semana atrás, Hugo Moyano fue el orador estelar del acto en el que la Juventud Sindical recordó a Felipe Vallese. Aunque sutiles, fueron sensibles las diferencias en las coberturas periodísticas de la movilización. Mientras algunos diarios pusieron el énfasis en las definiciones ideológicas del discurso, otros subrayaron sólo sus menciones coyunturales, de estricta actualidad.
 
Destacó Tiempo Argentino: “Moyano aseguró que el gobierno no representa al peronismo (‘Que no digan que son peronistas, porque no tienen nada que ver con el peronismo’)”.
 
No es la primera vez que Moyano padre se ubica él solo en el altar de la doctrina justicialista, desde el cual decreta, cual Papa en fiestas de guardar, quién es peronista y quién no. No le alcanza que el programa de gobierno privilegie a los sectores más vulnerables de la perversa pirámide social cimentada por el capitalismo en estas tierras, como no ocurría en el país desde los años del primer peronismo. Tampoco le basta, claro, que Cristina reivindique casi a diario a Evita, y que en la misma semana del acto en el Luna Park, la presidenta haya recordado cálidamente a El Kadri y a Dardo Cabo.
 
Quizás, justamente ahí esté el problema. Martín Piqué agregó en su crónica en este diario, que el camionero “también incluyó cuestionamientos explícitos a la Juventud Peronista de los '70 y a Montoneros. ‘El general Perón decía que la Revolución Justicialista es una revolución en paz, de consciencia. Desgraciadamente, algunos jóvenes le incorporaron la violencia y después tuvimos que sufrir lo que sucedió en 1976’”.
 
En otras palabras, el moyanismo se golpea el pecho por Vallese pero parece desentenderse de lo que pasó en los años inmediatamente posteriores a su desaparición. ¿O qué cree Moyano que hacía el delegado metalúrgico junto a El Kadri y tantos otros durante los duros años de la resistencia peronista? ¿Pensará que Vallese tuvo la culpa de Trelew, por caso, ocurrida diez años después de su secuestro? ¿En su óptica, habrá tenido responsabilidad el joven trabajador en lo que “tuvimos que sufrir” a partir de 1976, como dijo el camionero de Independiente? ¿Antes, no? ¿Y la Triple A? ¿Por qué Moyano se acuerda de olvidarse de la Triple A, que asoló al país y en especial a los sectores revolucionarios del peronismo antes del golpe genocida?
 
Hasta Eliseo Subiela no olvida a Isabel Perón y su gobierno a la derecha del peronismo, con quien, extrañamente, el cineasta dice haber sentido su último miedo al Estado. Moyano, no. Para Moyano el terror empezó el 24 de marzo, y la culpa de él la tuvieron quienes llamaron al lobo con su fanatismo revolucionario contrario a la “paz” y la “conciencia”. Cualquier semejanza con la “subversión apátrida” y sus ideas ajenas al “ser nacional”, quizás sea, lamentablemente, mucho más que simple coincidencia.
 
Ahora que también Aguinis lo dice sobre La Cámpora, ¿volverá a afirmar Lanata que los miembros de la Juventud Sindical vestidos con iguales camisetas negras parecían las juventudes hitlerianas, los squadristi fascistas, como afirmó temerariamente sobre los integrantes de Tupac Amaru? ¿O será que el periodista estrella del Grupo Clarín descalifica de ese modo tan violentamente injusto e irresponsable sólo a las juventudes políticas enroladas en el kirchnerismo?
 
Lo del Luna Park pretendió adornar por izquierda un proyecto político claramente situado a la derecha del gobierno nacional y popular. Ni Clarín ni La Nación destacaron de aquel discurso de Moyano sus frases más polémicas, más agrias que picantes, corridas groseramente a la derecha, y demasiado lindantes con los más vulgares prejuicios macartistas, que fueron la justificación de miles de crímenes y persecuciones en este país.
 
Por el contrario, para estos diarios empecinados ahora en mostrar rubio y progre a Moyano, y democrática a la CGT-Tacuarí, lo más trascendental de su oratoria fue el llamado a una opción electoral propia, por fuera del kirchnerismo; la mera coyuntura, y no la profunda diferencia ideológica con Cristina.
 
Con su último acto, la Juventud Sindical del siglo XXI se mostró la cabal continuadora de la que fue en los años 70, cuando el movimiento popular más cerca estuvo de asaltar el cielo, a pesar, incluso, de la oposición criminal de la burocracia sindical, que marcó a los trabajadores combativos, entregó a las fuerzas de la represión las listas con los nombres de los activistas clasistas, y convalidó con su silencio el feroz régimen de terror y miseria planificada. Lástima. Algunos creíamos que podía llegar a ser otra cosa. Pero no: apenas una "cáscara vacía", como escupió al cielo Moyano padre en Huracán.
 
Evidentemente, los acuerdos que el camionero mostró con el kirchnerismo durante todos estos años tenían, en el fondo, una incompatibilidad de origen. Por algún lado tenía que salir el pus que le habrá provocado aquel célebre discurso de Néstor Kirchner, pronunciado en las puertas de la ESMA, el 24 de marzo de 2004, cuando el ex presidente llamó “mis compañeros” a los desaparecidos, sin discriminarlos según sus puertos ideológicos y menos aún por los métodos empleados en la lucha.
 
Juanita y las Madres
 
Lo mismo hicieron las Madres y mal no les fue. A sus 98 de edad, Juana de Pargament, miembro pleno de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, insiste en marchar cada jueves, en donde no falta desde hace 35 años. En una entrevista publicada el último viernes en Página 12, la tesorera de las Madres sostiene que “nunca supe dónde militaba mi hijo, para qué averiguar más, quizás la curiosidad no me satisfaga, tendría que hacer diferencias entre los partidos y no lo quiero hacer, porque a todos se los llevaron por algo, porque pensaban distinto y luchaban por eso, ése es el valor”.
 
Y sí. De haberlo hecho, quizás Hebe de Bonafini nunca habría sido compañera de Juanita, y Azucena Villaflor sólo se habría reunido con las madres de secuestrados de la misma tendencia que su hijo. A pesar del dolor y la desesperación, ya en 1977 las Madres tuvieron un gesto de lucidez y autoprotección notables: no debían preguntarse entre ellas nada que pudiera conspirar contra la necesaria cohesión que debían alcanzar.
 
Menos mal. La socialización de la maternidad (ser Madres de los treinta mil desaparecidos y no sólo del hijo o hija propio), y la síntesis ideológica a la que arribaron con el tiempo (reconocerse Madres de revolucionarios, y no de marxistas, o peronistas, o troskistas, o maoístas, o comunistas, o anarquistas, sino de todo eso junto), constituyen su mayor aporte al acopio de experiencias de lucha de nuestra clase trabajadora. No debieran prescindir de esas contribuciones quienes quieran protagonizar con buenas perspectivas los próximos desafíos populares.

jueves, 23 de agosto de 2012

23.08.2012 | 2003-2012: nueve años no es poco

De la represión en Brukman a la soberanía monetaria


La autonomía nacional, ¿es un bien de uso? ¿Tendrá valor de cambio? ¿Será una mercancía más?

Se puede importar soberanía, comprarla en un supermercado? La autonomía nacional ¿es un bien de uso? ¿Tendrá valor de cambio? ¿Será una mercancía más entre las opciones de consumo disponibles en el capitalismo?

 El gobierno de un país que se propone crecer con inclusión social y desarrollo, que reclama con decisión y coraje sus derechos jurisdiccionales sobre un territorio apropiado ilegalmente por una nación imperialista de primer orden, que se funde en una dinámica integración con países de la región que atraviesan similares procesos políticos internos, no podía permitirse el lujo de tener privatizada la confección de sus billetes, ya sea mediante una compañía de capital nacional u otra extranjera, así sea pública. Más que lujo, una errata.
 Por eso, en alguna instancia de su recorrido el ciclo puesto en marcha el 25 de mayo de 2003 debía comprender el total imperio sobre la producción de la moneda nacional. No era, sin embargo, cuestión de sentarse plácidamente a esperar, sino de entender (y organizarse en consecuencia) los desafíos trazados para esta tercera presidencia en continuado.


¿Acaso no está a tono la estatización de la mayor empresa capaz de producir billetes con la nueva Carta Orgánica del Banco Central, continuadora a su vez de la ley que recuperó para el Estado los fondos de jubilación, hasta entonces en poder de los bancos? ¿Por qué los críticos de la soberanía monetaria omiten la evidente concordancia de esta ley con las medidas tendientes a redireccionar hacia la producción el negocio bancario de prestar dinero? ¿O de qué creían que estaba hablando Cristina cuando más de un año atrás planteó en Huracán, y luego en Vélez, la necesidad de profundizar el cambio e institucionalizarlo, volviéndolo carne en el conjunto del tejido social y, también, en la fría letra de la normativa constitucional?
Si los argentinos pudimos sobrevivir al rechazo social a la política y toda forma de representación, a la impunidad más absoluta de los genocidas cívico-militares, al 21,6% de desocupación, al 57,7% de pobreza, con la mitad del PBI y de las reservas en millones de dólares con que contamos hoy, con un superávit comercial diez veces menor al actual, ¿por qué no habríamos de continuar creciendo, aun con lo que las mediciones oficiales indican que hoy cuesta la canasta básica, apenas un valor de referencia, y siendo que todas las discusiones paritarias cerraron con acuerdos de aumentos salariales por encima del 20 por ciento? ¿Qué vestiduras se rasgan estos tipos? ¿Tienen autoridad para hacerlo? ¿Quiénes? ¿Acaso los que en unos días más no tendrán otro remedio que permitir que los maestros enseñen en las escuelas qué fue la Noche de los Lápices, y ahora habilitan una línea telefónica para denunciar “infiltrados” de La Cámpora en los colegios? ¿Imagina alguien los estragos que Camps habría causado en la comunidad platense de haber contado con un ministro de Educación tan eficiente y “creativo” como Esteban Bullrich? 

REPRESIÓN EN BRUKMAN. La historia nunca se cuenta por fechas exactas. Se deja comprender más por ciclos que por citas temporales de memoria. Eso, no obstante, no debe impedir hablar con propiedad. A veces es necesario situar en rojo el 25 de mayo de 2003, y no sólo dar cuenta de su significado histórico mediante la vaga mención “desde el año 2003”, como solemos abreviar. Es que inmediatamente antes de ese día también era 2003, pero las políticas públicas marchaban en dirección contraria de donde lo hicieron a partir del 25 de mayo. 


 Se recuerda: en abril de 2003 se produjo la salvaje represión a las obreras de la empresa Brukman, en el barrio del Once, sobre la Avenida Jujuy, por fuerzas de seguridad federales. Desde el 25 de mayo de ese año, la no represión del conflicto social se convirtió en política de Estado.
A las 0 horas del jueves 17 de abril, justo cuando comenzaba el feriado largo por la Semana Santa, más de 300 efectivos de Infantería irrumpieron en las instalaciones de la fábrica textil, que hasta entonces producía bajo control de las costureras. Una vez expulsadas las trabajadoras de su interior, un grupo de civiles tomó posesión del edificio.


Paradojas: la orden de desalojo resuelta por el juez Jorge Rimondi, implementada a instancias de los Brukman, fue impartida el mismo día que Eduardo Duhalde firmó el DNU que hizo ingresar a Boldt en una actividad comercial que hasta entonces era exclusivamente estatal. Ningún diario dio cuenta en sus titulares del decreto, a pesar de la gran trascendencia que eso tuvo para lo que vino después. Tanto, que sus consecuencias llegan hasta hoy.  

 Lo decidido por el entonces senador a cargo del Ejecutivo quitaba la exclusividad a la imprenta de la Casa de Moneda en la confección de los billetes del curso legal, permitiendo que participara del negocio su principal competidora, la privada Boldt.

Naturalmente, con el tiempo Boldt fue imponiéndose sobre su competidora estatal en similar proporción al rojo que fue creciendo en las cuentas de la imprenta de la Casa de la Moneda, que supo estar integrada en su directorio por uno de los hombres de ese consorcio privado. Un viejo topo, que se dice.
Aquel decreto de Duhalde fue el último de una serie más extensa y dramática aplicada sostenidamente en el país desde 1976: correr al Estado de sus funciones sociales e inclusivas más significativas y alejarlo de su rol estratégico en el desarrollo nacional, ubicándolo apenas como un mero facilitador de negocios privados, exclusivos y, esencialmente, excluyentes de las grandes mayorías. Incluso a través de la eliminación física.
Cuando el lunes 21 de abril de 2003, una vez terminada la Semana Santa, las obreras quisieron reingresar a la planta, tras cuatro días de paciente espera en sus adyacencias, un nuevo episodio represivo lo impidió. El saldo contó 30 heridos, 120 detenidos, corridas que llegaron hasta el Hospital de pediatría Pedro Garrahan, y una saturación de balas de goma y gases lacrimógenos, que alcanzaron incluso a las Madres de Plaza de Mayo, por entonces de setenta años de edad promedio, que allí estaban dando solidaridad con sus cuerpos a las trabajadoras y sus familias.


 Ese fue el costo visible del último acto del duhaldismo. Quizás el fruto más tardío del árbol sin sombra que fue el neoliberalismo. Lo que no alcanzamos a ver está terminado estos días: la recuperación para el Estado de su capacidad para la impresión de billetes de curso legal, y con ella, el mando sobre el dinero, ese fetiche del capitalismo, que siempre se creyó con vida propia y no como lo que es: apenas la expresión de una relación social con resultado siempre abierto, y que en los últimos años, exactamente desde el 25 de mayo de 2003, ha invertido la correlación de fuerzas, en beneficio de los segmentos sociales históricamente desamparados por el sistema de dominación.

jueves, 16 de agosto de 2012

LA DERECHA, NERVIOSA
 
El caldo donde hierve el golpismo
  
 
La “ética” no integra el mapa conceptual de la derecha. Ni la ética periodística, ni ninguna otra. Por cierto, “derecha” no es un cliché pasado de moda, sino el genérico ideológico de nuestras clases dominantes.
 
Si el orden social capitalista –que se cree así mismo natural, propio de la especie humana– ubicó a sus eternos ganadores en la cima del poder económico, cultural y político, para qué hacerse problema con planteos de índole moral. Si el capital no tiene ética (ni fronteras, ni patria, ni nada), por qué habrían de tenerla los periodistas a sueldo de él. No hace falta leer a Kant; con la noción de libertad individual que vertebra todo el sistema alcanza: poder comprar.
 
Concentrar riquezas es, para la derecha, el único certificado de buena conducta pasible de conseguir en el sistema. El único que cuenta. La virtud moral del capitalismo: el dinero; su sentido común: el lucro. Lo demás es populismo. También, y especialmente, el actual esfuerzo gubernamental por alcanzar para los dos tercios de la sociedad desheredados por el capitalismo la felicidad relativa del trabajo y el salario dignos. No es poco. Tras décadas de oscurantismo neoliberal, la apertura nacional y popular es, aún con sus incompatibilidades, un escándalo.
 
La ley de ética periodística reclamada por la Presidenta de la Nación sería al derecho humano a la comunicación lo que la sintonía fina es a la economía. Una normativa contra las avivadas de quienes tratan a diario con la información pública y sus múltiples deformaciones: la constante desinformación pública, la ocultación más sistemática, y hasta la más vulgar de las mentiras.
 
Como dijo Cristina ante Joseph Stiglitz, “el problema no es saber cosas, sino saber cosas que no son verdad”. Quizás la ética pueda servir a crear el nuevo marco teórico, todavía pendiente de formulación, que dé cuenta del posneoliberalismo. Pero la ética sin regulaciones estatales, ni la decidida intervención de los poderes públicos contra las “distorsiones” de los mercados, que condenan a millones, es puro cuento. La ética, el deber ser, la virtud son –más que mandatos morales– una decisión política. No es “como el hipo que se mueve solo”, al decir del poeta Escudero, sanjuanino. 
 
La derecha, por el contrario, está en otra cosa. El odio, que es constitutivo en ella, nunca es democrático. Se preocupa menos por los procedimientos, y más por los objetivos que se trazan quienes conducen los Estados. Es intrínsecamente golpista, no porque tenga la manía de voltear gobiernos, sino por su endémico interés en vulnerar el interés mayoritario, que siempre ha de rivalizar con el suyo. Más que por las formas del kirchnerismo, son sus contenidos los que le impiden pegar un ojo a la noche.
 
Para erosionarlo, sus voceros apelan a todos los mitos imaginables. A saber: el gobierno no sólo hace número en sus actos con peligrosos delincuentes, sino también “adoctrina” a niños en la más tierna edad, mientras van a la escuela, tal como lo hacía el primer peronismo. Para la derecha, todo lo que no modela el mercado, formando ciudadanos en el desinterés por el otro y el individualismo, es adiestramiento.
 
Antes, claro, Cristina se apresta a intervenir Cablevisión con un solo objetivo: conquistar  la base de datos de la empresa para quedarse con “sensible” información sobre sus clientes (qué otra cosa que no sean sus nombres, apellidos y elecciones en canales Premium).
 
Desde luego, la escalada estalinista no habría empezado la última semana. Los mismos opinadores habían sugerido que la eliminación progresiva (y, esencialmente, segmentada de acuerdo al nivel socio económico de los usuarios) de los subsidios a las tarifas del transporte público escondía una perversa intención estatal, más que inconfesable: controlar los viajes de cada ciudadano, accediendo al detalle de los horarios y destinos de sus traslados más corrientes.
 
Ni qué hablar del dólar y los crecientes controles al mercado de cambios, los frecuentes “escraches” a periodistas y a los empresarios que incumplen sus obligaciones tributarias (como si la obligación del Estado no fuera cobrárselas).
 
Evidentemente, semejante trama argumental conduce a una única y drástica conclusión: el gobierno ya no es republicano, sino una peligrosa “dictadura democrática”, con notable capacidad de movilización y fuerte legitimación electoral, lo que la vuelve aún más sórdida. Su condición de Federal ya la había perdido hace rato, sino las provincias no tendrían que “mendigar” por sus recursos. Las cuentas de los gobernadores opositores: apenas una variable a ajustar según la estricta necesidad del tira y afloje político.
 
Hasta las continuas operaciones de prensa por supuestos casos de corrupción se vuelven anodinas. Los “aprietes” de Moreno rinden más. No importa si el plexo probatorio debe apelar a una moción de censura, como hicieron con el aviso publicitario del gobierno nacional en el que el Ejecutivo da su parecer sobre el conflicto en los subtes. Asistimos a una extraña paradoja: que los denunciadores seriales del gobierno por sus constantes “ataques a la libertad de expresión”, reclamen a la Justicia contravencional porteña que prohíba y haga levantar del aire televisivo un spot en el que sólo se muestra información pública, que podría ser relativizada fácilmente por otro aviso que afirme lo contrario. ¿Un grosero acto de censura para corregir, en el peor de los escenarios, una noticia errónea?
 
Dice un diputado macrista de apellido aristocrático: presenciamos la “descomposición” del kirchnerismo. Y luego insiste: “Esto es ya cualquier cosa”. Si sus aliados son forajidos y, como mínimo, jóvenes arribistas rentados por el Estado, ¿qué más excusas se necesita para proceder? Hasta Elisa Carrió reaparece en TN, sin contar el regreso al cielo mediático de Domingo Felipe Cavallo. En el medio, claro, la pobre, inocente, ingenua “gente”, como en el subterráneo. Si la política vuelve rehenes de sus disputas a los ciudadanos, ¿para qué el sistema de partidos, las elecciones periódicas, la organizaciones gremiales? “Que gobiernen las corporaciones y listo”, nos convidan a pensar.
 
Así estamos a la derecha de la pantalla. La intencionalidad de las clases dominantes por obstruirlo todo es obvia. Debido al gran consenso del que goza el proyecto iniciado el 25 de mayo de 2003, a la derecha argentina le van quedando cada vez menos caminos por explorar.
 
Si tuviera a mano un partido militar-católico-empresarial-mediático, ya habría “Nuevo gobierno”, como tituló Clarín el 24 de marzo de 1976. Pero carece de esa formación.
 
Atenti, sin embargo: el Poder sabe cómo mantener su poder, porque lo conserva desde hace décadas. Si no dudó en cometer un genocidio para perpetuar su dominio, por qué no habría de forzar las formas democráticas. Cuando la objeción al gobierno roza zonas mucho más oscuras que la agria crítica, descendiendo hasta el prejuicio más elemental, eso quiere decir que detrás hay otra cosa.

jueves, 9 de agosto de 2012

Razones para estar "unidos y organizados"
 
 
Al periodista Jorge Lanata lo inquieta sobremanera que los miembros de la organización barrial Tupac Amaru se vistan con iguales ropas de trabajo, cuya tonalidad predominante es el beige: para él son uniformes de estilo militar. Que en un acto miles de manifestantes levanten rítmicamente los brazos para responder, al unísono, “trabajo, educación, salud” cuando desde el palco el dirigente pregunta “¿qué queremos?”, para Lanata es un gesto marcial propio de las juventudes hitlerianas.
 
Evidentemente, este periodista jamás fue a la cancha de Boca, sino diría de sus hinchas que son fanáticos del franquismo, cultores extremos de la muerte. Y quizás hasta lo afirme en su próximo programa: sería una prueba indubitable del vínculo fútbol-política, tan cotizada en plaza.
 
Olvida fácilmente Lanata las grandes movilizaciones de trabajadores desocupados, especialmente las posteriores a la masacre del Puente Pueyrredón, cuando los piqueteros respondían “en la lucha” al orador que, para arengar a la multitud, culminaba sus discursos con una sencilla formulación: “¿Dónde nos vemos, compañeros?”.
 
No es nueva la “operación cantito”. En los años de sórdida represión al movimiento social, los comunicadores de la derecha la justificaban por los cánticos de los piqueteros. Como los trabajadores desocupados entonaban “las balas que vos tiraste van a volver” durante sus marchas por Kosteki y Santillán, para los opinadores que ya sabemos estábamos en presencia de un grupo insurgente, muy próximo a la lucha armada, y el país, al borde de su definitiva disolución.
 
Lanata desciende ahora al submundo del más rancio prejuicio al presentar como una banda de forajidos a una de las más grandes organizaciones de masas de Jujuy.
 
Durante los días previos a la emisión de su último programa dominical, la población fue bombardeada por los múltiples medios del Grupo Clarín respecto del “violento ataque a la liberad de expresión” sufrido por su equipo de producción, enviado especialmente a la provincia del NOA. La campaña fue intensa y penetrante. Ya en el programa, la operación se contradijo sola.
 
La “oscura” Milagro Sala, tratada como operadora en las sombras del poder político local, aceptó la entrevista a agenda abierta con el periodista venido desde Buenos Aires. En el reportaje, su propio entrevistador desanduvo el camino recorrido durante el fin de semana y admitió ante sus televidentes la gran tarea social y comunitaria que lleva adelante la organización. Hasta mostró las instalaciones construidas por los propios trabajadores y se declaró sorprendido por un imponente hospital, próximo a ser finalizado.
 
La dirigente social respondió muchas más preguntas de las que el programa mostró a su audiencia. El tramo exhibido, no obstante, dejó ver una sólida construcción colectiva, que viene a desarmar varios mitos de la derecha. Pidió disculpas por lo ocurrido en nombre de la Tupac , no sin antes dejar en claro que la dirigente máxima no puede hacerse cargo de los eventuales errores que pudiera cometer alguno de los miles de integrantes de la organización. Para evitarlos, precisamente, funcionan sus instancias orgánicas, que el equipo de Canal 13 desconoció deliberadamente.
 
Los integrantes de la Tupac Amaru resolvieron que aquellos medios periodísticos que deseen conocer su política interna deberán gestionar las respectivas entrevistas ante la Comisión de Prensa de la organización. Tan sencillo como eso. ¿O acaso Lanata deja sentar a cualquiera en su tribuna de domingo? No es una disposición burocrática, ni es un Estado dentro del Estado, paralelo al legalmente constituido. Es defender la autonomía conquistada durante sus años de lucha, y ser soberanos de la propia construcción. Alcanzar gran disciplina y cohesión internas no es un detalle, sino condición necesaria para la supervivencia y desarrollo de cualquier organización popular que surja de entre las sobras descartables del sistema de dominación.
 
En el video en el que dos militantes forcejean con los cronistas puede verse claramente que el reclamo que les hace el encargado de seguridad es no haber gestionado la debida autorización para entrevistar a los vecinos y filmar el barrio. Militantes que no son tontos, ni se chupan el dedo viendo las continuas operaciones de las que son víctimas. Ellos saben mejor que nadie que la investigación apuntará contra ellos y buscará ensuciar la experiencia de la Tupac , de las que dependen su techo y su salario.
 
Es absolutamente desmedido plantear el conflicto en la dicotomía “el barrio como parte del  espacio público” vs. “el poder real de la Tupac ”, y que el juez a dictaminar sea “la libertad de prensa” a la manera en que la entiende el Grupo Clarín, todavía bajo resguardo judicial de la Ley de Medios. La tierra arrasada convertida en barrio por las manos laboriosas de esas familias trabajadoras también era pública y pasible de ser investigada por equipos de la “prensa independiente”. Pero recién se preocuparon por ella una vez puesta en valor por una organización social que da pelea en un mundo extremadamente desigual.
 
Por cierto, ¿Lanata quería filmar el barrio y entrevistar a sus vecinos, o inducir un hecho policial? Nada justifica una agresión a cronistas y camarógrafos. De nuevo: nada. Su rechazo y repudio deben ser la condición más elemental de la democracia. Pero nada justifica tampoco que una organización social de tamaña envergadura, que desarrolla una imponente tarea comunitaria gracias al aporte del Estado una vez que éste asume su función integradora e inclusiva, sea verdugueada con el falso argumento de la investigación periodística. Eso también debe merecer la total condena por parte de la sociedad democrática.
 
¿Por qué los argentinos tenemos que soportar estoicamente que una organización de masas, que reivindica su origen ancestral, sea calificada de “nazi” por un periodista cuya única representatividad es la potencia del multimedios para el cual trabaja? ¿Es que todo vale? ¿Que cualquiera (Víctor Hugo, Hebe, Milagros Sala, o hasta el doctor Zaffaroni) pueda caer en la volteada si de golpear al gobierno nacional se trata? ¿Todo lo justifica el bien superior de intervenir en la contradicción principal? ¿También que Piumato diga por Twitter, con la liviandad de los 140 caracteres, que si se hubiera votado su proyecto de ley contra las tercerizadas Mariano Ferreyra estaría vivo? ¿Hasta esa miseria hemos llegado?
 
Algunos todavía no dieron cuenta de la profundidad del desafío pronunciado en el acto del 27 de abril: estar “unidos y organizados”. No es democrático desconocer que para millones de argentinos ese reto lanzado en Vélez es bastante más que eso. Constituye un mandato. Sólo así será posible para ellos darse en la Tierra , durante sus vidas, la oportunidad que sólo esperaban conseguir en el cielo, con mucho viento a favor, y si accedían, de pura suerte, a una audiencia con Dios: trabajo, educación, salud.

jueves, 2 de agosto de 2012

del mito de la inseguridad al del delincuente irrecuperable

La hora de la derecha punitiva 
 

El rigor siempre paga bien. Y si es sobre los clientes del sistema carcelario, mejor.

 

La derecha está excitada. Al guiso de la "ola de inseguridad" le adereza estos días su perfecto complemento: las supuestas salidas sin control ni la debida autorización judicial de peligrosos presidiarios. El mito del convicto irrecuperable, de la cárcel como inexorable depósito de almas que perdieron para siempre el camino del bien, regresa con fuerza. Y recargado: en la volteada caen los funcionarios de gobierno que darían vía libre al obsceno jolgorio de los condenados en situación de disfrute.

¿Por qué será que cierto diario dejó trascender semanas atrás que uno de los jóvenes sometidos a golpes y abusos de todo tipo en una comisaría salteña había sido detenido un año antes por un delito de índole sexual, aunque nunca comprobado judicialmente? ¿Acaso para relativizar la gravedad institucional y moral de la tortura, haciendo que en la subjetividad de la población el hecho fuera asimilado a un exceso propio de dos demonios incurables, testimonio vivo del fracaso de Dios?


Si la sociedad de este país consintió con ese engaño la consumación de un genocidio, ¿cómo no habría de dejar pasar una sesión de ablande en una comisaría? ¿Qué mal puede hacerle a la salud ética de la Nación que un guardiacárcel de provincia asfixie por unos pocos segundos a un violador? Hay torturas y torturas. Después de todo, fueron los propios presos quienes frustraron su derecho a estar libres, y, esencialmente, a no ser torturados dentro de los institutos donde fueron confinados.


Que dos detenidos sean sometidos por quienes deberían resguardarlos y evitar que, entre otras vicisitudes de la vida intratumba, no sean muertos por sus propios compañeros de encierro, constituye un simple detalle. No estamos reclamando que se les enseñe a la manera de Paulo Freire cómo regresar plenos a la sociedad que los separó transitoriamente para reinsertarlos luego en mejores condiciones de adaptabilidad, con ciertas perspectivas de superación personal e integración comunitaria, reeducados en el ejemplo del esfuerzo, el trabajo y la solidaridad, como expresa la Constitución, sino, al menos, que lleguen vivos al final de la condena. "No tienen límites: ¿será con la plata de nuestros jubilados que el gobierno costea la asistencia de los presos a actividades 'políticas'?", se preguntaría Doña Rosa, sugestionada hasta el ridículo tras horas y horas de noticieros.


Con la sola excusa de Vásquez, condenado por un horrendo delito de género, se quiere tapar el sol de la política de Estado que el ciclo kirchnerista ha mantenido desde sus comienzos: la defensa de los derechos de la mujer y también de las minorías sexuales. No fue precisamente durante la hegemonía del Grupo A en el Congreso que fue creada la figura penal del femicidio, y se agravaron las penas para los homicidas de género.


La hipocresía pocas veces reconoce límites. Algunos se estremecen porque un barra asiste a una actividad cultural para estimular su vida intramuros, y no con la crueldad de un violento operativo de la Policía Metropolitana, denunciado en soledad por este diario.    

PRESOS DEL TEATRO. Para el jurista italiano Luiggi Ferraioli, no existe mayor inversión productiva que garantizar derechos vitales. Nuestro ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Raúl Zaffaroni, enseña en la facultad que el deber ser, sin posibilidad de ser, es una ridiculez. También adentro de la cárcel.


Algo de todo esto llevó a un grupo de actores comprometidos por partes iguales con la vida y la belleza, la ética y la estética, a ofrecerles a las Madres de Plaza de Mayo la puesta en marcha de un ambicioso proyecto social, cultural y claro que político, aunque no partidario, que funciona exitosamente hace ya siete años: el Grupo Amplio Salvatablas, el cual consta de un elenco estable de teatro espontáneo llamado Presos del Teatro. Esto es, un programa de inclusión social para detenidos, detenidas, sus familiares y otros interesados no privados de libertad, que consiste en un permiso temporario extendido por los correspondientes jueces de Ejecución Penal y con el conocimiento de las autoridades penitenciarias, para realizar teatro en las instalaciones de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, dos veces a la semana. Luego de cada ensayo, las personas regresan puntualmente y por sus propios medios a sus lugares de detención.


La derecha piensa otra cosa. Que un ex preso se olvide que 15 años atrás su vida fue puesta en valor por las Madres de Plaza de Mayo, y denuncie ahora la puesta en valor de la vida que La Cámpora ofrecería a jóvenes de barrios marginales que salen de la cárcel y serían convidados a intervenir en política, es paradójico. Y más incomprensible aun que para revelar las condiciones de detención de los internos, apunte contra los propios convictos, que al salir de las unidades conformarían peligrosas "fuerzas de choque kirchneristas". Cuando la política traspapela la ideología también pierde el pudor.


Es notable cómo en el informe de tapa de su última edición dominical, el diario Clarín omite deliberadamente de título y bajada un dato crucial: la correspondiente autorización judicial que media entre los penales donde se alojan los convictos y las actividades culturales extramuros a las que asistirían algunos de ellos.


Para la derecha, la política jamás debe servir como organizador social, menos que menos para intentar reencausar la vida de quienes la extraviaron en los márgenes de la perversa sociedad capitalista donde sobrevive su segmento más vulnerable. La preocupación por un otro infinitamente frágil, despojado desde la cuna de derechos sociales básicos, no entra en el universo de prioridades de la derecha liberal. El mundo es sólo para sus ganadores, llamados a triunfo por un orden natural inmodificable. A no ser por la acción política, único instrumento de transformación real capaz de alterar drásticamente las relaciones de dominación de una sociedad que tanto benefician a algunos pocos miles en detrimento de tantos otros que son millones.


De aquí en adelante, los sectores más rancios del pensamiento criminológico reclamarán al poder político medidas excepcionales de control. Sus voceros en los medios replicarán la queja, crecientemente audible. El rigor siempre paga bien. Y si es sobre los clientes del sistema carcelario, eternos depositarios de todas las culpas del fracaso social, mejor. Vigilar es castigar, dijo Foucault. No hay cambio posible si sobre el cuerpo social se tiende un férreo chaleco de fuerza: el que la derecha quiere imponerle a una comunidad aterrada por el miedo al robo, e hipnotizada hasta el egoísmo y la antihumanidad más atroces. ¿Habrá peor castigo histórico que frustrar que "nada siga como está", como propuso en un emblemático poema el militante Francisco Urondo, a cuyo fin, y tras salir de la cárcel, continuó su lucha, hasta entregar apasionada y generosamente su vida?

miércoles, 1 de agosto de 2012

El nestorismo, etapa superior del magnettismo


En este video Maia Volvovinsky aparece al minuto y 2 segundos

















De un tiempo a hoy, ha surgido en el escenario político una nueva variante en la multiplicidad de expresiones de la férrea oposición al gobierno nacional, popular y democrático que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: el nestorismo.
Si como dice el historiador Norberto Galasso “el evitismo es la etapa superior del gorilismo”, la exaltación de la figura de Néstor Kirchner en contraposición con la de su esposa y continuadora del mismo proyecto emancipador que el ex presidente iniciara en 2003, constituye la etapa cúlmine del magnetismo, expresión más sintetizada de la oposición por derecha al gobierno, aunque con una conveniente pátina popular.   
Extrañamente, tal absurdo político se propone fuente de toda argumentación ideológica de los menguantes sectores gremiales que, encabezados por Hugo Moyano, parecen haber decidido romper con la conducción de Cristina.
No obstante, de aquí a octubre se verá cuánto de definitiva tiene la enemistad. Las declaraciones cruzadas y lecturas contradictorias de la actual coyuntura verbalizadas por algunos dirigentes de ese segmento sindical, dejaron ver evidentes tensiones en su interior. Si bien expresan acuerdos con ciertos puntos del temario sectorial planteado por Moyano, algunos se preocupan por dejar en claro que su opción política sigue siendo Cristina. Y la presidenta ya dijo: ella quiere una CGT unida, en la que estén todos los gremios, también quienes hoy faltan. 
Privilegios gremiales
A propósito, días atrás la flamante Secretaria de Juventud de la UEJN, gremio de trabajadores judiciales dirigido por Julio Piumato, habló en representación de la agrupación Juventud Sindical Peronista en el acto que la CGT-Ferro realizó en el salón Felipe Vallese de la histórica sede de la calle Azopardo.
Maia Volcovinsky, tal su nombre, dio su discurso minutos antes de que lo hiciera Hugo Moyano. Sus fuertes críticas al gobierno nacional, en sintonía con las de sus jefes sindicales, dijo formularlas en representación de los “trabajadores” de la franja de menor edad.
Sin dudas, nadie podrá desmentir la juventud de Volcovinsky, pero, en estricto rigor, su condición de “trabajadora” es más discutible.
Desde que ingresó como efectiva al Poder Judicial, este aprendiz de dirigente goza de una licencia gremial extendida por el Ministerio Público de la Defensa , que le permite no cumplir horario ni prestar servicio laboral alguno en su dependencia, y dedicarse el día entero a militar sindicalmente para la organización que comanda Piumato.
Si bien muchos luchadores sindicales consideran impropia la dispensa, el privilegio de no prestar servicio porque se está en situación de representación gremial es una reivindicación conseguida a través de arduas luchas obreras y forma parte de los derechos adquiridos por la clase trabajadora: el reconocimiento de sus empleadores a la acción gremial.
Sin embargo, difícilmente pueda justificarse que tal beneficio sea aprovechado por una trabajadora de escasa experiencia sindical, que se encuentra en los albores de su carrera como trabajadora y sindicalista. Son los trabajadores y activistas  más experimentados quienes debieran acceder a la prerrogativa de no cumplir la pesada carga horaria del trabajo, para dedicarse enteros a la actividad militante.   
Antes de obtener su concesión, Volcovinsky era una “meritoria”, como se conocía en la Justicia a los “trabajadores” que prestaban servicio en los juzgados sin cobrar salario, ni contar con obra social y seguro ante eventuales accidentes de trabajo. Aquella histórica violación a los derechos laborales, que muchos aspirantes a ingresar a la Justicia no tenían más remedio que aceptar, no rige más en los Tribunales nacionales desde el año 2007, cuando la UEJN montó una Carpa en la Plaza Lavalle que fue levantada recién cuando la Corte Suprema firmó la Acordada que puso fin a tal aberración jurídica.  Desde entonces, Volcovinsky cambió su lugar de trabajo y pasó a una Defensoría, que previo acuerdo con la conducción del gremio paga mes a mes su salario.
En el resto del Poder Judicial no rige tal beneficio para los activistas sindicales. Los pocos representantes que gozan de licencia gremial forman parte de la conducción de la organización, que se hace cargo de sus sueldos mensuales. Para los demás delegados y hasta Secretarios de Comisión Directiva, rigen todas las tutelas sindicales, pero no el privilegio de la no concurrencia al lugar de trabajo.
Cuando Maia comenzó a cobrar un sueldo a cambio de militar para su gremio, la organización retribuyó sus servicios creando para ella un cargo en la Comisión Directiva , que desde el Congreso anual de representantes del año 2009 cuenta con un nuevo sillón en su estructura de conducción: la Secretaría de Juventud, hasta entonces inexistente.
El ejemplo de Tosco
Evidentemente, la diferencia entre el segmento sindical que Moyano y ahora Volcovinsky expresan, y la presidenta Cristina, obedece a profundas discrepancias ideológicas, que se enuncian, entre otras, en la visión que unos y otra tienen sobre la práctica sindical y la ética del trabajador que decide recorrer el arduo camino de la representación de sus compañeros.
Esas divergencias son las que llevan a Julio Piumato a twittear conceptos tan ligeros como el siguiente: “Los progresimios tiene (sic) lógica binaria. No aprendieron nada de Perón ni de Evita”.
El binario es él. Es su alto muro ideológico el que le impide ver más allá de la experiencia del periodo 1946-1955 y comprender que la sintonía fina no es ajuste, que la “inclusión social” no rivaliza con la “Justicia social” proclamada por Duarte de Perón, que la experiencia histórica marca la necesidad de arribar a nuevas síntesis ideológicas, que incorporen diversas experiencias populares, muy valiosas por cierto, que no merecen por su densidad histórica ser arrojadas al tacho del “progresimio”, como escribe frecuentemente por su teléfono celular. ¿Lo serán también las Madres de Plaza de Mayo?
Licencia gremial
Según la biografía de Cristina escrita por Sandra Russo en su libro La Presidenta, la mandataria debe muchas de sus más profundas convicciones políticas a su madre, Ofelia Wilhelm, quien tuvo una destacada actividad sindical y jamás tomó licencia gremial durante su mandato de veinte años al frente del sindicato.
Empleada en la Dirección General de Rentas platense, la madre de Cristina llegó a ser la Secretaria General de la Asociación de Empleados de Renta e Inmobiliarias. “En la comisión directiva todos estaban de licencia, menos ella, que era la secretaria general. Un caso raro, ¿no? –recuerda la Presidenta-. Por eso ella estaba poco en casa. Ésa era una decisión que le costó su tiempo libre y mucho de su tiempo familiar. Porque trabajaba y a su horario de trabajo le sumaba su trabajo gremial, que siempre fue muy intenso”, transcribe Sandra Russo en la página 47 de su libro.
De su madre Cristina heredó la devoción por Evita y un concepto ético y profundamente clasista: los sindicalistas no deben tomar licencia gremial porque de ese modo se alejan de los trabajadores.
Agustín Tosco pensaba igual. Alguna vez el alto dirigente lucifuercista cordobés así narró cómo era un día en su vida: “Me levanto a las cinco y media y una hora después estoy fichando en la empresa, donde trabajo hasta la una y media”.
A la misma hora que Tosco salía de su empleo debiera abandonar su oficina la judicial Volcovinsky. Pero no. Las urgencias militantes de la Secretaria de Juventud del gremio de Piumato parecen ser mayores que las de aquel emblemático dirigente del clasismo argentino.
Sintonía fina, también en los gremios
Las cúpulas sindicales suelen abroquelarse corporativamente y asumir una férrea posición defensiva cuando se critican algunas de las conductas hacia el interior de los gremios practicadas por sus dirigentes.
Por cierto, muchos de los genuinos militantes gremiales que las formulan, generalmente de base, con pocas posibilidades de progresar en sus estructuras orgánicas, saben distinguir muy bien cuando esas críticas esconden posiciones antisindicales, profundamente reaccionarias y de derecha, porque son ellos las primeras víctimas del discurso antipolítico y antisolidario que se simula bajo esos cargos de forma dirigidos a las conducciones. 
Por supuesto, no es este el caso. La observación sobre Maia Volcovinsky, apenas un sencillo ejemplo para abordar el presente análisis, se propone otra objetivo: reclamar que la sintonía fina de la que habló Cristina al momento de trazar los lineamientos de su segundo mandato presidencial, el de la profundización del proyecto iniciado en 2003, abarque también a los gremios, democratice definitivamente su vida interna, y quite de encima viejos vicios y prácticas que ensombrecen la acción gremial. La necesidad, por cierto, excede la próxima conducción cegetista, ya sea la que será ungida en octubre, y la ya asumida en Ferro.
¿Quién cambió?  
Así se pregunta Julio Piumato al momento de sobreactuar sus diferencias con el gobierno que encabeza Cristina Fernández. La misma interrogación cabe para Maia Volcovinsky, quien el 28 de octubre de 2010 ingresó llorando a moco tendido a la capilla ardiente montada en la Casa Rosada , donde era velado el cuerpo de Néstor Kirchner, según puede apreciarse en el link que se adjunta a esta nota. A conveniente ojo de la cámara televisiva, la ahora híper crítica de la mandataria hace tan sólo dos años reclamaba de la viuda del ex presidente que “no aflojara”, que “el pueblo trabajador te apoya”. ¿Por quién han de llorar ahora esas lágrimas?
Youtube mediante, el sentido del pudor de algunos debiera correr severo riesgo de ponerse colorado. Algunas, ni siquiera eso. ¿O todavía sí?
Links:
Criticando a Cristina
Maia Volcovinsky en el salón Felipe Vallese de la CGT, criticando duramente a Cristina, junto a Moyano y los suyos, en el acto por el aniversario de la muerte de Eva Duarte, el pasado 26 de julio.
http://www.youtube.com/watch?v=HrfgLU84ivI
Llorando por Néstor, vivando a la Presidenta
La misma Maia Volcovinsky en la Casa Rosada, dos años atrás, durante el velatorio de Néstor Kirchner, cuando entró a la capilla ardiente y lloró para las mismas cámaras de televisión, pidiéndole a su viuda que no afloje, que resista, que continúe, que el pueblo trabajador la apoyaría.
http://www.youtube.com/watch?v=cJcEKYLw0Tk&feature=results_main&playnext=1&list=PLB443C9B10F233A23