Datos personales

Buenos Aires, Argentina
Buenos Aires, Argentina Demetrio Iramain nació en Buenos Aires, en mayo de 1973. Es poeta y periodista. Tiene algunos libros de poemas publicados, otros permanecen inéditos, y algunos textos suyos integran tres antologías poéticas editadas en el país. Dirigió la revista Sueños Compartidos y actualmente, ¡Ni un paso atrás!, ambas de la Asoiación Madres de Plaza de Mayo. Es columnista de Tiempo Argentino y Diario Registrado. En radio, co conduce el programa Pra frente (P’frenchi), en la AM 530, La Voz de las Madres.

jueves, 29 de septiembre de 2011

José Rucci, la historia y los dos demonios

Nunca es triste la verdad

 
Publicado el 29 de Septiembre de 2011


Claudia Rucci aceptó 13 años atrás declarar que su padre fue asesinado por la Triple A, y no por los Montoneros, como sostiene con sobreactuado énfasis desde que se sumó a las filas del pejotismo disidente.
 

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, escribe el lunes 26 la diputada nacional Claudia Rucci en su carta a este diario, en la que recrimina al periodista Franco Mizrahi por su nota del día anterior, donde se informa que la actual candidata a vicegobernadora bonaerense por el duhaldismo ya había cobrado la indemnización que se paga a los derechohabientes de las víctimas del terrorismo de Estado.

 Para ser incluida entre los beneficiarios de la Ley Nº 24.411, la hija de José Ignacio Rucci aceptó 13 años atrás declarar en determinado formulario que su padre fue asesinado por la Triple A, y no por los Montoneros, como sostiene con sobreactuado énfasis desde que se sumó a las filas de pejotismo disidente.
  

Evidentemente, la presentación judicial de Claudia Rucci en la que solicita al titular del Juzgado Federal 8 que se le tome declaración a 13 ex militantes montoneros (uno por cada año que pasó entre que tramitó la indemnización para las víctimas del terrorismo de Estado y ahora que parece haberlo olvidado), para que den su testimonio sobre su eventual participación en el asesinato del sindicalista, coincide notablemente con el planteo ideológico de Eduardo Duhalde y las más perentorias necesidades electorales del sector político que ambos integran. El bonaerense es uno de los más vehementes impugnadores de la política oficial en materia de Derechos Humanos. Tanto, que encantó a los confesos defensores de los genocidas, cuya entidad que los agrupa (VOTARUN - Votar Unidos) llegó al extremo de aconsejar públicamente a  la “familia castrense” optar por el líder del Peronismo Federal en las elecciones presidenciales.

 Se recordará cuando Eduardo Duhalde notó la presencia de banderas de organizaciones “subversivas” en el búnker oficialista, en la noche del 14 de agosto, tras el apabullante triunfo del FPV. Cómo olvidar cuando el ex presidente interino se explayó respecto de la necesidad de construir para el próximo mandato constitucional un nuevo gobierno que también represente a los defensores de Videla.

 ¿Habla Rucci como candidata del duhaldismo residual o como hija de un gremialista asesinado en los hervores de la violenta década del ’70? ¿Habla desde la distancia de los hechos, o desde la distancia electoral entre el oficialismo y su fuerza política? ¿Mirando de frente a la historia, o siendo observada por ella? ¿Cómo si no, en función de los diferentes contextos históricos, interpreta que su padre alguna vez haya aceptado debatir en televisión con Agustín Tosco, en una de cuyas intervenciones se declaró admirador de la Revolución Cubana? ¿Por qué la hija de Rucci restringe a la fría letra del Código Penal los pliegues de la historia que explican las perspectivas de su padre, el atentado que lo mató, y también sus propias actuales posiciones, que la llevan a mostrarse compungida junto a Gerónimo Venegas, un sindicalista que nunca jamás reivindicaría el carácter “socialista nacional” del peronismo, como sí hacía aquel líder de la CGT?  

 Claudia Rucci pasa por alto deliberadamente una máxima del ideario político del vasto movimiento que dice integrar, según la cual “la única verdad es la realidad”. Y para no entrar en el farragoso terreno de la filosofía, convengamos que la realidad se circunscribe esencialmente a los hechos concretos, fácticos, y estos remiten al formulario firmado por la hija de Rucci en 1998, en el marco del expediente 446.187/98, tal como se acredita en la excelente investigación de Mizrahi. 

 ¿No es prueba suficiente? ¿Será que todo, absolutamente todo, es materia opinable, también los duros hechos de la realidad? 
 En rigor, lo que Rucci (hija) quiere no es sumar el crimen de su padre a la cuenta de los Montoneros, lo cual no pasaría de una discutible controversia histórica o política, sino igualar las acciones armadas de los grupos revolucionarios con el aparato de represión del Estado terrorista, y que provocó un genocidio como no se recuerda otro en los últimos 50 años de Occidente. Y a eso, aunque Claudia Rucci se disguste, se llamó Teoría de los Dos Demonios, con un agregado para nada menor: no ya la discusión ideológica sobre la década del ’70, sino la criminalización del accionar de los victimizados por la dictadura cívico-militar, circunstancia sobre la que pesa contundente jurisprudencia en contra.    



 En otras palabras, no se busca atribuirle a Montoneros un error histórico, o discutir sus eventuales desaciertos políticos, sino juzgarlos judicialmente, ahí sí que con ánimo de revancha, quizás para cobrarse por derecha los avances en las investigaciones penales respecto del terrorismo de Estado, que están llegando con irreprochables pruebas hasta las complicidades civiles y echan luz incluso sobre la responsabilidad judicial en el macabro plan genocida. Mal que le pese, Claudia Rucci está convirtiendo a su padre en bandera de Cecilia Pando.

 Los discursos de la más rancia derecha siempre vuelven. Nunca se van del todo. A veces aparecen travestidos de antipolíticos, ahistóricos; otras, al revés. Algunos se muestran hastiados de que se continúe hablando de acontecimientos que sucedieron hace más de 30 años, pero otros en el mismo confín ideológico insisten con hechos ocurridos incluso antes. Objetan en la superficie el nuevo calendario de feriados oficiales, pero apuntan a su pulpa.
 Saben que en el terreno simbólico (y el relato de la Historia lo cobija) se disputa la gran batalla del futuro. Si un presente de cambios culturales y materiales, en los paradigmas del pensamiento y de la distribución de la riqueza, es acompañado por reescrituras del pasado, estamos ante una formidable construcción de un nuevo porvenir. En ese juego andamos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

La última desventura de la democracia

VERGONZOSA CITACIÓN DE LAS MADRES AL CONGRESO



Publicado el 22 de Septiembre de 2011
Por Demetrio Iramain

¿Por qué Hebe habría de estar en el Congreso el jueves, y no junto a sus compañeras en Plaza de Mayo como ocurre desde hace 35 años? Un diputado radical llegó a pedir que Hebe renunciara a su cargo.

La democracia argentina se tenía reservada una última vileza: la insultante citación cursada por la mujer de Barrionuevo a Hebe de Bonafini para que concurra al Congreso Nacional a dar su testimonio sobre la causa en la que es víctima. Peor que eso: para alquilarla en negro y sin contrato al circo donde actúan “ratas y víboras”, como ejemplificó Hebe el jueves pasado, a la misma hora que Schoklender y Patricia Bullrich sobreactuaban análogas conversaciones a las escuchadas en radio y televisión durante los días previos. ¿Por qué Hebe habría de estar en el Congreso el jueves, y no junto a sus compañeras en Plaza de Mayo, como ocurre desde hace 35 años?

Hay más: un diputado radical llegó al extremo de reclamar que Hebe renunciara a su cargo en la Asociación que preside para facilitar el camino de la Justicia. ¿Acaso creerá el diputado que portar el pañuelo blanco en la cabeza otorga alguna inmunidad? ¿Que la ama de casa que aceptó ponerse al frente de la organización luego del secuestro y desaparición de las tres mejores compañeras; que la mujer que condujo a su movimiento por todos los años que duró la dictadura y la impunidad en la Argentina ; que la militante que peleó como leona para que los treinta mil desaparecidos fueran reivindicados como revolucionarios y no como “terroristas” o “perejiles”, renuncie a su mandato histórico, a su razón de vivir la vida, para que la Justicia pueda investigarla? ¿Sabrá lo que dice el diputado, a qué misterio apunta cuando habla? ¿No se quema?

No, señor Tunessi. El pañuelo blanco no da privilegios con la Justicia , sino responsabilidades con los hijos que esas telas blancas brillantísimas, ex pañales, simbolizan. Su huella en la Historia y la cultura de los argentinos excede largamente su mezquino cálculo electoral.

Las Madres nunca evitaron a los jueces. Por el contrario, reclamaron de ellos el más implacable criterio penal, pero partidos como el de Tunessi legislaron borrón y cuenta nueva para los más grandes asesinos y estafadores que sufrió la patria. Todo ello sin contar que fueron las propias Madres las que acudieron a la Justicia y pusieron a disposición del juez Oyarbide toda la documentación que fuera necesaria para aclarar lo ocurrido en su Fundación. Tanto, que cuando fue allanada imprevistamente su sede, las Madres condujeron a los oficiales hasta el más íntimo rincón de sus lugares de reunión para ofrecerles el contenido de sus cajones y escritorios. Y más aún: con el correr de la instrucción, los pañuelos blancos fueron aceptados como querellantes en la causa, y fue el mismo magistrado a cargo de la pesquisa el que aclaró antes los medios que Hebe no es investigada.

Bueno hubiese sido que el Congreso de la Nación convocara a las Madres para consultarlas sobre las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, hace tantos años. Pero no: obviaron deliberadamente su lucha y las votaron a espaldas del pueblo, con una fórmula propia del consenso que tantos años después propuso el otro gran radical con sueldo del Estado todavía, Julio Cobos: los radicales levantaron la mano y los peronistas, cuya mejor herencia recoge la duhaldista Graciela Camaño, dieron el quórum necesario para realizar la votación.

Esa es la democracia que proponen radicales y peronistas federales, más algunos otros de filiación política incierta, integrantes por ahora de la Coalición Cívica , pero que tranquilamente podrían encuadrar en cualquiera de las otras dos fuerzas, cuando el partido de Elisa Carrió se deshilache del todo. O tres, si sumamos al PRO, que también protagoniza un sketch en este circo.

Por cierto, la derecha llega 28 años tarde en su intención de abrirles las puertas del Congreso a las Madres. Quienes ahora reclaman aireadamente su presencia en una oficina sin ventanas, en el Anexo de la Cámara Baja , olvidan lo que sucedió en febrero de 1998, cuando la naciente Alianza, propuso anular las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y las Madres fueron entonces a las puertas del Congreso, para ingresar al recinto y presenciar la votación. Pero no pudieron hacerlo. No las dejaron entrar. No fue por vergüenza; fue por cobardía.

En la calle, si bien llovía, las Madres no se movían de la puerta sobre la avenida Rivadavia, bajo el agua, portando un cartelón especialmente preparado para ese día, con una consigna inextinguible: “Hasta la victoria siempre, queridos hijos”. Adentro, los legisladores no lograban juntar el quórum necesario para sesionar y la reunión especial se levantaba. El número, sin embargo, sí fue conseguido días más tarde, espuria negociación mediante, no ya para “anular” las leyes de perdón, como habían ilusionado a las Madres, sino para “derogarlas”, sin efecto retroactivo, con lo cual se imposibilitaba el juicio a los asesinos y su castigo en prisión. Apenas una declaración de buenas intenciones sin ningún resultado concreto en la Argentina de la impunidad, que lo siguió siendo hasta bien entrado el año 2004, con Néstor Kirchner ya presidente.

Por eso, no es nueva la desavenencia entre las Madres y el Congreso. En 1983, apenas reestablecida la legalidad republicana (que recién fue “democracia” a partir de mayo de 2003), las Madres de Plaza de Mayo demandaron la formación de una Comisión Bicameral que investigue, reúna suficiente prueba fáctica para el posterior castigo judicial, y condene políticamente a los responsables del genocidio argentino, y que comprometiera a la totalidad de las fuerzas políticas con representación parlamentaria. Sólo así el Estado Nacional podría quitarse de encima el mote de terrorista que heredaba de los asesinos militares que le pusieron la banda en el pecho a Alfonsín. Pero no. El Congreso les dio la espalda otra vez. El radicalismo en el poder creó una Comisión de Notables, la CONADEP , integrada por marcados cómplices de la dictadura, como Sábato, que la presidió, y empezó a cimentar de ese modo el camino de perdón y olvido que transitó la institucionalidad reconquistada durante los siguientes veinte años.

Creíamos ya haberlo visto todo, pero nos equivocamos otra vez. Las Madres de Plaza de Mayo citadas por los diputados de la derecha a dar examen oral de civilidad y ética republicana. La democracia, que trabajosamente está queriendo parecerse a la bella palabra que la nombra, no se merecía estos nuevos tristes episodios.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Mentir en estado de "Schok"


LAS MADRES NO SE MANCHAN

Demetrio Iramain
Poeta / Director de la revista Asoc. Madres de Plaza de Mayo
  

Qué triste es decirse “nacional y popular” y pedir la escupidera en la revista Noticias. Hasta el más desprevenido sabe que las críticas con buenas intenciones a un proyecto emancipador como el que transita la Argentina , no se hacen por televisión, menos que menos ante los ojos desorbitados de Luis Majul, engolosinado como un chico con el rating que tienen la alcahuetería.    
¿Qué hace un “servidor de causas nobles”, un cruzado contra la corrupción estatal, un filántropo de sí mismo que dice cargar con la responsabilidad del destino laboral de 6000 familias humildes, posando montado a su Kawasaky Ninja, negra como lo que queda de su humanidad, vestido como un gángster, fumando a lo estrella de un thriller policial?
¿No siente pudor al objetar los esfuerzos estatales por revertir la problemática habitacional y jactarse al mismo tiempo de sus onerosos ingresos mensuales, que le permiten comprar un yate y un avión y pagarse vacaciones de lujo? “Una Ferrari no, porque no me gusta; prefiero un Porsche”, llegó al extremo de decir. La vergüenza es un noble sentimiento, que suele recordarles a ciertas personas su ex condición de humanas. Algunos, ni eso: extravían trágicamente ese atributo en vaya uno a saber qué cuenta de banco, en cuál propiedad. Nunca el lujo fue tan vulgar, pero ofende. Hasta el mínimo recato se pone colorado.  
Qué pena ser citado por la derecha al Congreso e ir presuroso en calidad de “arrepentido” a dar la lata de las coimas ante la mujer de Barrionuevo. Qué sombrío aquel que se arrepiente. Pobre el que descubre frente al espejo ser un sujeto muy diferente al que simuló alguna vez, cuando conjugaba las palabras Che, Madres, Revolución, y decide quedarse afanosamente con el que es ahora, para gozo de los históricos enemigos de los trabajadores y el pueblo, convertidos de la noche a la mañana en sus aliados. ¿De la noche a la mañana? ¿Desde cuándo se venía pergeñando todo esto? ¿Así que “necesitamos equilibrio en el Congreso sino va a ser una monarquía”? Exactamente el mismo libreto de la oposición mediática y política. Se te nota, Schoklender.  
Hasta Julio Cobos se queda perplejo ante semejante muestra de bajeza humana. Y sí, había uno peor que el vicepresidente, aunque más inofensivo en lo institucional. Astiz se regocija en la oscura celda donde pasa sus días. “Después de todo, no fui el único”, se consuela.
“El Arrepentido” concede que la presidenta Cristina Fernández tiene la condición suficiente como para conducir al próximo gobierno y la circunstancia histórica que atraviesa el país. Gracias. No hacía falta tanta forzada galantería. Son las formas a las que obliga el rotundo resultado electoral de hace un mes atrás. 
Por cierto, cuando aparecen los pañuelos blancos asociados a una mentira o un escándalo, tergiversados otra vez más, otros que son millones renuevan su confianza en las Madres. La credibilidad ganada por ellas en 35 años de lucha excede el resultado de una pericia caligráfica, pero enhorabuena que la Justicia que tantas veces le dio la espalda así lo certifique.  
Es muy conmovedor que Hebe sitúe a Cristina como el gran objetivo de la vasta campaña a la que asistimos desde hace meses, y no a ella misma, o a su hija, ni siquiera a la organización que integra junto a sus compañeras. “Me duele en mis hijos”, dice Hebe, en un gesto de desprendimiento y de alteza que la vuelve a distinguir. ¿Qué nos está queriendo decir? ¿Acaso que hay que vivir multiplicado en el misterio de los demás, y no en los bienes de los demás? 
Hebe tiene una fuerza para sobreponerse a la injusticia ciertamente inusual y que pocos –muy pocos– son capaces de contraponer. No en vano conduce un movimiento que nació en la denuncia, y que se extendió luego hasta ensayar múltiples respuestas a un sistema de dominación enormemente poderoso. Tan poderoso que muy frecuentemente ocurre que quienes lo desafían terminan desertando.
Poderoso, sí; pero invencible, nunca. Ejemplo: las Madres. Por lo demás, la muerte podrá durar millones de siglos, hasta la eternidad mismamente, y la vida apenas si unas pocas decenas de años. Y sin embargo, la vida vence. Siempre. La confianza, también.
¿Quién puede sostenerles la mirada a las Madres de Plaza de Mayo? ¿Cómo aguantarle los ojos claros a Hebe, penetrantes y azules como quien sabe que mañana va a llover? ¿Se banca la vergüenza un careo con la verdad? ¿Cuál palabra para habitarle la boca?
A la esperanza la traicionan una vez y otra; le clavan hojitas de afeitar en el riñón cuando se da vuelta a preparar la comida, y ella continúa igual. Como si nada. Terca y tenue. Tibia y bulliciosa. Se burlan de ella y fracasan. No se conoce miseria humana que borre del rostro la sonrisa que permite la honradez, porque ella también es propia de lo humano.
Como la esperanza se frustra muchas veces y el dolor jamás, creen algunos que es mejor dolor conocido que esperanza por conocer. “Más vale dolor en mano que cien esperanzas volando”, dicen. Las Madres, al revés.
Quieren que no seamos mejores personas. Que nos conformemos con zafar en el estrecho mundo que nos propone el ruin capitalismo. Que declinemos el sueño de querer cambiar la vida, como reclamaba Rimbaud para todo lo que se precie de humano. Que nos agarremos del bolsillo cuando pase ante nosotros un enfermo, un hambriento, un desocupado, el que no tiene techo, el que le falta abrigo, el que no recibe amor.
Eso quieren al rozar con palabras de desprestigio el claro ejemplo de las Madres de Plaza de Mayo. ¿Creerán realmente posible lograrlo? ¿Incluso hoy, que demostramos ser muchos más que ellos, tanto que pasamos el cincuenta por ciento de los votos? Las Madres van ganar. Vamos a ganar. Como pocas veces, lo que está en juego es todo aquello por lo que todavía queremos habitar este país.

jueves, 1 de septiembre de 2011

No los perdones, Señor

Nuevas provocaciones a las Madres
 
Publicado en Tiempo Argentino, 1 de Septiembre de 2011
 
 
El jueves 25 de agosto, tan solo una semana atrás, las Madres de Plaza de Mayo sufrieron una nueva provocación mientras realizaban su histórica marcha semanal. No es la primera vez que ocurre. Teniendo por delante el horizonte finito del 23 de octubre, es probable que tampoco sea la última.
 Esta vez, sin embargo, la escalada contra ellas creció en intensidad. Salto cualitativo, que se dice. Quienes fueron a la Plaza de Mayo a las 15:30 para insultarlas y hacer que el grito fuera transmitido en directo por televisión, previeron muy bien la operación política contra los pañuelos blancos. Tanto, que lograron acercarse demasiado a ellas, que tienen entre 80 y 97 años, y no obstante el frío y el reuma nunca faltan a la Plaza, aunque tengan que asistir con “cascos y chalecos antibalas”, como aseguró Hebe de Bonafini durante su discurso del jueves pasado.
 A propósito, a pesar de haber dispuesto un camión de exteriores, provisto de cámara y cronista, el canal TN mintió groseramente a sus televidentes afirmando que la marcha de las Madres y el discurso posterior no pudieron realizarse. Quizás el móvil televisivo no siguió las alternativas de la ceremonia alrededor de la Pirámide. Entra en el cálculo de probabilidades que el periodista a cargo no haya querido escuchar la arenga de Hebe del final. Pero algo es seguro: la decisión editorial fue hacer que tampoco nadie la vea ni la escuche, distorsionando sensiblemente lo que ocurría en la Plaza de Mayo.
Dos días antes de esa marcha, el Auditorio Juana Azurduy de la Universidad Popular de las Madres había cobijado a más de tres centenares de personas que asistieron al concierto que el Cuarteto Cedrón brindó en apoyo a las luchadoras del pañuelo blanco. Fue un recital vibrante, pleno de poesía y tango, ese calor tan particular que puede salir de la juntura de guitarra y viola, contrabajo y bandoneón, y los versos de Manzi, de Gelman, de Brecht. No se conoce vileza humana que pueda frustrar la generosidad, que es humana también.
Aquellos tangos con poesía nos hicieron acordar que en el fondo la gente es buena, y que vamos a ganar. Muy en el fondo a veces; ni siquiera toda la gente. Pero vamos a ganar. Que a pesar de todo, el futuro es nuestro porque el presente es de lucha. Siempre el presente es de lucha, como también lo fue el ayer.
En el caso de las Madres ese ayer es grande. Como la canción, “no cabe en una caja”, según decía Raúl González Tuñón. Tiene 35 años.
Si hay clase trabajadora todavía, si queda un grito por gritarse todavía, si aún somos una formación social determinada, un pueblo mismamente, que ha alcanzado esta cima en la disputa con sus históricos enemigos, no es porque sí. Si aún hay una canción buscando a esa guitarra, es gracias a ellas. Por ellas. Desde ellas. Gracia y virtud de ellas. No fuimos ni usted ni yo solos. Ni, en estricto rigor, juntos.
Menos que menos fueron esos que el jueves se molestaron hasta la Plaza de Mayo para gritarles a las Madres, para golpearles los vidrios de su combi, para increparlas ante las cámaras de televisión, quizás llevados ahí por esas mismas cámaras. Sin dudas ese gesto de ingratitud es parte de la disputa política de estos tiempos. Evidentemente, no van porque sí. Tienen motivos que exceden lo salarial. ¿Quién les da manija? ¿Acaso querrán descontar de aquí a octubre parte de esa mitad más uno que fuimos el 14 de agosto, o imposibilitar que la Fundación se recupere y contra viento y marea logre que los múltiples proyectos de las Madres continúen? Quién sabe.
Sin embargo, ¿no siente usted que este país de más debajo de todo tiene ya suficiente castigo como para tener que soportar tanta injusticia? ¿Otra más? ¿Existirá alguna más inmoral? ¿Cuál podría dejarnos más desnudos, si eso fuera posible? ¿Cuánto escarnio más para estas mujeres, valientes mujeres, despojadas mujeres, que sólo se aferran a sus hijos, a la entrega de sus hijos, para defenderse así? Justo ellas, que los protegieron en la peor de las circunstancias, contra la más cruel de las infamias, y ahora recurren a su ejemplo, esa creación propia, su única creación, la más monumental, para arroparse. “Nosotros morimos perseguidos, querida hija”, dijo Rodolfo Walsh en la carta a Vicky, caída en combate contra la dictadura militar.
Resulta conmovedor que quienes trajeron hasta las nuevas generaciones las enseñanzas de sus hijos, ahora recurran a ellos, los nombren, para conjurar la lapidación mediática. Las que con mucha entrega militante, sobreponiéndose a todo, rescataron para la memoria social de los argentinos el ejemplo de quienes lucharon por la Revolución y nada pidieron para sí a cambio de entregar para el pueblo al que pertenecían sus mejores años, su juventud, su sueños, su sensibilidad, su capacidad para la ciencia y el arte, nos interpelan ahora. En silencio.
 ¿Podemos dormir tranquilos a la noche, despertarnos descansados a la mañana, si en la tarde las Madres fueron agredidas en su propia casa, esa que no tiene puertas ni ventanas, que es de todos y es de nadie, pero que esencialmente es de ellas: la Plaza de Mayo? Ante tamaña cobardía, ¿no se siente usted también, vos, yo, vejados? ¿No están en verdad apuntando contra nuestro deseo de ser mejores personas cada día? ¿No quieren, acaso, malograr nuestro ideal de “cambiar la vida”, como reivindicaba Rimbaud para todo lo humano? ¿No sentís vos, usted, yo, vergüenza ajena siguiendo en Telenoche las alternativas de la marcha de los jueves? ¿Quién puede sostenerles la mirada a las Madres de Plaza de Mayo?
Por eso, Dios, si es verdad que existís, si es cierto que sos todopoderoso y fuente de toda razón y justicia, no perdones a los pusilánimes que quieren ofenderlas. No les des otra oportunidad sobre la Tierra. No la merecen. Hijos sin madre. Patria sin lengua. Dueños sin título. Pedazo de suelo sin cielo adonde caerse vivo.
Porque saben perfectamente bien lo que hacen, no los perdones. Y si no lo saben, peor. Ni ahora ni nunca, no los perdones. Con las Madres, no. Algo de nosotros quiere irse para siempre cada vez que alguien que se dice trabajador las insulta. No lo permitiremos. No pasarán.